“Si no tuviéramos invierno, la primavera no nos resultaría tan hermosa; si no tuviéramos tiempos de desasosiego, la prosperidad no nos resultaría tan bienvenida”. Anne Bradstreet
Este año hemos disfrutado de un invierno peculiar y hemos visto cómo la naturaleza se desquiciaba, sobre todo en el sur, floreciendo y deshojándose a la vez. Pasamos de 10 a 22 grados en 24 horas, y volvemos a pasar, pero como dice el proverbio, “no importa cuánto dure el invierno, la primavera siempre llega” y dentro de unos días estaremos saboreándola, no sólo en los escaparates.
Los días más largos, junto a la mayor luminosidad, el aumento de las temperaturas o las variaciones de presión, hacen que nuestro cuerpo note estos cambios, aunque a cada uno le afecta de manera diferente. Hay quien está más dormido, mientras que hay otros que están más activos. El aumento de las radiaciones solares trae cambios hormonales y afecta al estado emocional , aumenta la melatonina y la serotonina que, a su vez, aumentan la vitalidad, la energía y la alegría.
Nos apetece estar en la calle, recibir los rayos de sol y redescubrir los olores, el estallido de color, que no sólo se refleja en la moda y el calor de la nueva y esperada estación, anticipo del verano.
Se puede decir que salimos de las madrigueras invernales, estamos más en la calle, y como regla general nuestro estado anímico es más alegre. Pero ¿podremos mantener esa alegría con la que nos seduce la primavera?.
La importancia de la alegría en nuestras vidas es incuestionable, todos somos conscientes de la atracción que supone una persona alegre en una reunión. La verdadera alegría se irradia a los demás, transforma la realidad y atrae a otros.
“Gran ciencia es ser feliz, engendrar alegría, porque sin ella, toda existencia es baldía” Ramón Pérez de Ayala.
La alegría es un estado de ánimo producido por un acontecimiento positivo, la compañía de una persona agradable… que suele manifestarse con signos exteriores como la sonrisa, buen estado de ánimo y el bienestar personal. Si fuésemos conscientes de los beneficios que supone para nuestra salud, invertiríamos más tiempo en intentar conseguirla y mantenerla no sólo con la ayuda primaveral.
Un momento de alegría, una nota buena, un chiste, una buena noticia o un lugar agradable, una reunión de buenos amigos, proporciona alegría momentánea, pero conseguir la verdadera es una cuestión de actitud.
La alegría que desprende una persona que realmente es feliz no es puntual ni fruto de las circunstancias, sino que viene de su interior y se manifiesta es su actitud positiva y constructiva, incluso en los casos en los que las cosas no salen como queremos. Pero esta alegría no es un bien privado, sino que irradia a los demás y los atrae, no importa las dificultades de su vida, esa persona no pasa desapercibida. Además esta alegría es sencilla, no viene del tener más, sino de ser más y lo descubrimos en cosas normales, del día a día, nuestros actos desde una perspectiva nueva de volcarnos en los demás nos harán a la vez más felices. Tener más, por el contrario, sólo produce el efecto de disminuir el valor de las cosas ya que atesorar no satisface y hace que , posteriormente también pierdan valor las personas.
“Si tenéis el hábito de tomar las cosas con alegría, rara vez os encontraréis en circunstancias difíciles.” R.Baden Powell (militar y escritor fundador del movimiento scout)
Para ello busquemos en nuestro interior, recuperemos la ilusión de cosas sencillas y con esta ilusión, la sonrisa que debería acompañarla.
Para la psicóloga María Jesús Álava Reyes, autora de Las tres claves de la infelicidad y de La inutilidad del sufrimiento, en una entrevista para Telva, nos da pautas del camino a seguir para encontrarla “Se puede lograr por determinadas actitudes. Por ejemplo: no sufriendo inútilmente sobretodo si se tiene el propósito de reparar un error; queriéndose a uno mismo; siendo agradecido, la gente generosa es más segura, tiene más autoestima y es menos vulnerable a la enfermedad; cultivando el sentido del humor, índice de salud; y perdonándonos por nuestros fallos y queriéndonos por nuestros esfuerzos.”
“Ten buena conciencia y tendrás siempre alegría. Si alguna alegría hay en el mundo, la tiene seguramente el hombre de corazón puro” Thomas de Kempis.
Además, si hacemos caso a la ciencia, estar alegres y reír beneficia a nuestra salud, según demostró en un estudio un grupo de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles. Dicho estudio, que duró cinco años y se llevó a cabo en tres hospitales, se llamó la Receta de la Risa, e intentó determinar las propiedades curativas de la misma. Las conclusiones a las que llegaron fueron que las emociones como la ira, el miedo o la soledad tienen un efecto depresivo que hace que las personas enfermas que tienen estas emociones habitualmente se defiende mucho peor y no luchan por recuperarse. La risa por el contrario pone a trabajar al organismo contra el dolor con muchas más energía y además beneficia directamente al corazón.
Entrenemos entonces con la alegría primaveral mientras ensayamos la recuperación de la ilusión en las cosas sencillas, con unas cuantas píldoras de la risa.