Sudar es una reacción natural y necesaria del organismo, un mecanismo fisiológico para regular la temperatura corporal. Es por ello que, durante los meses de verano, sudamos más para disminuir el calor temporal mediante la transpiración. Sin embargo, cuando el sudor se vuelve excesivo y no es acorde con la temperatura exterior, algo muy desagradable y molesto para las personas que lo padecen, se produce hiperhidrosis, una patología que afecta aproximadamente a un 3 % de la población.
La hiperhidrosis puede ser primaria, cuando no existe una causa subyacente, o secundaria, aquella que se asocia a otras patologías. Como señala la Dra. Mayte Truchuelo, dermatóloga del Instituto Dermatológico de Vithas Internacional de Madrid, “cuando hay un exceso de sudoración es recomendable acudir al dermatólogo ya que, en ocasiones, se traduce en una enfermedad interna. Es importante realizar una buena exploración física y, en ciertos casos, analíticas o las pruebas pertinentes que se estimen oportunas, ya que pueden existir trastornos endocrinos, diabetes, incluso tumores hematológicos o endocrinos. Conviene aclarar que, cuando el origen del exceso de sudor es maligno, suele producirse de forma más mantenida en el tiempo y puede acompañarse de otros síntomas, como pérdida de peso. En cualquier caso, es muy importante detectar la causa para actuar en función de ello”.
La especialista apunta también que la sudoración excesiva puede producirse, en el caso de las mujeres, asociada a la menopausia. “En estos casos se trata de una sudoración no solo localizada en axilas y palmas de las manos, sino que es más difusa”.
¿Cómo se puede tratar la hiperhidrosis?
Existen diferentes tratamientos para aliviar los síntomas del exceso de sudoración. Si se trata de hiperhidrosis secundaria será necesario actuar sobre la enfermedad que origina esta situación.
En los casos de hiperhidrosis primaria, la Dra. Truchuelo explica que podemos utilizar diferentes abordajes: “Lo más efectivo actualmente son las infiltraciones de toxina botulínica, que puede inyectarse en las axilas y en las palmas de las manos, las zonas más frecuentemente afectadas. Sus efectos duran aproximadamente un año y ofrece resultados muy positivos”.
En el caso de la sudoración asociada a la menopausia, “las infiltraciones pueden realizarse diluyendo más la toxina botulínica y aplicándola en el rostro, de modo que conseguimos un doble efecto: mejorar los síntomas y rejuvenecer la piel”.
Además, como indica la especialista de Vithas, las infiltraciones se pueden combinar con otros tratamientos a nivel tópico u oral. “El objetivo es bloquear ese exceso de acetilcolina, que es la molécula implicada en la sudoración”.
En el caso de utilizar antitranspirantes tópicos, la Dra. Truchuelo recomienda aplicarlos por la noche, “que es cuando las glándulas sudoríparas no están activas, de modo que el producto penetra más y actúa de forma más efectiva”.
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