Es el título de una campaña que recientemente está promoviendo la Fundación pontificia “Ayuda a la Iglesia Necesitada” para dar a conocer la labor de las mujeres de vida consagrada, que están al servicio de la Iglesia que sufre.
Más de 11.000 religiosas se benefician de la ayuda de subsistencia y formación de la citada fundación en 85 países
Tanto en zonas de guerra como Irak, Siria o la República Centroafricana, como en otras zonas del mundo donde ha habido catástrofes naturales, muchos conventos y monasterios se han visto destruidos o severamente dañados. Sin el apoyo a la reconstrucción de esas estructuras, el trabajo de las religiosas en estas regiones sería casi imposible. Si bien el número de vocaciones está disminuyendo, se registra un continuo aumento en África y en Asia.
Estas mujeres extraordinarias son religiosas heroicas en las partes más remotas del mundo que siempre nos sorprenden con su vitalidad y capacidad de trabajo, dando un testimonio de la caridad cristiana y la presencia de la gracia de Dios. Viéndolas, comprendemos cómo el Señor desea que sea nuestra Iglesia.
Las religiosas en países de necesidad y persecución bendicen a la Iglesia católica con su vocación en muchos lugares del mundo. Con su oración, son el «pulmón» de la Iglesia.
Su labor es necesaria, valiosa y silenciosa uniéndose a la de tantas religiosas de vida activa, contemplativa y otras formas de vida consagrada, que desde España se ofrecen cada día con una Iglesia que sufre.
Donde están ellas, hay alegría. Consuelan, curan, enseñan y rezan sin esperar nada a cambio porque se saben mensajeras del Amor.
Según el Anuario estadístico de la Iglesia, cada día en todo el mundo, más de 660.000 mujeres dan su vida a Dios, en la oración y la entrega a los demás.
Muchas de ellas desempeñan su misión en lugares donde los conflictos armados y la pobreza han lacerado las vidas de millones de personas.
!Donde ellas están, hay ESPERANZA!
“Entre tanta destrucción tratamos de que la gente recupere la esperanza”
La Hermana Samia Jriej vive en Homs, Siria. La ciudad fue devastada tras ocho años de guerra, y es la razón por la cual muchas familias han perdido la esperanza. A pesar de este desasatre, la hermana Samia trabaja para reconstruir. Su misión es buscar a los más necesitados y dentro de su congregación es la directora de Le Seneve, una escuela para niños con discapacidad mental. Además, enseña a los jóvenes cómo vivir como cristianos en la iglesia de su comunidad.Para la hermana Samia es muy importante lograr que las personas de Homs sientan de nuevo que Dios está presente en sus vidas.
La hermana Klara Svideska (antes Julia) es otra de esas mujeres extraordinarias, nació en una familia católica, era una chica feliz, que le gustaba divertirse y ejercía como médico. Solía ir a Misa diario a rezar para que Dios le concediera un buen marido, muchos hijos y una gran familia. Ella afirma que Dios escuchó sus oraciones, pues le dio a Jesús como esposo.
“Aunque parezcamos invisibles al mundo, rezamos por la gente de todas las naciones”
La hermana Klara cuenta que ella nunca quiso vivir en un monasterio cerrado, jamás pensó que le gustaría vivir en clausura. Sin embargo, un día descubrió que debía ofrecer al Señor, lo que Él le había regalado primero: la vida. Vive desde hace 21 años vive en el monasterio contemplativo de San Benito en Zytomierz, Ucrania, junto con 17 de sus hermanas. Ucrania ha sido víctima de muchos sufrimientos, desde la Revolución Soviética, la gran hambruna y las guerras. Esto ha provocado que muchos piensen que el sufrimiento no tiene fin.
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