No, no es solo el título de una novela de ciencia ficción de Julio Verne. Es la pura realidad. Nos estamos alejando cada vez más de la naturaleza, cuando lo que deberíamos hacer es cuidarla, en lugar de destruirla. Además, las evidencias demuestran que las políticas irresponsables de muchos gobiernos y grandes empresas, están contribuyendo al desastre medioambiental.
Valorar y amar a la naturaleza para volver a tocar la tierra con los pies es nuestro reto personal.
‘Déficit de naturaleza’
La tecnología y las exigencias de la vida moderna parecen habernos hecho víctimas de lo que el escritor y periodista Richard Louv llamó “síndrome de déficit de naturaleza”.
La bióloga Katia Hueso, en su libro “Somos Naturaleza”, nos recuerda que formamos parte de ella. La Naturaleza que nos rodea, es fuente de salud y bienestar. Al mismo tiempo, nos ayuda a sanar y a estar más conscientes, en contacto con nuestro interior.
La autora nos invita a retomarla en nuestras vidas y a integrarla en el día a día. A partir de las diferentes formas de explorar la naturaleza en la literatura, el arte, la música o el cine, el libro nos descubre de qué manera la cultura y la educación nos pueden ayudar a reencontrarnos con lo natural y con nosotros mismos.
Por otro lado, en las grandes ciudades cada vez se realizan más los denominados “Baños de Bosque”, que se están convirtiendo en la medicina del siglo XXI. En Japón, por ejemplo, está de moda el ‘Shinrin-Yoku‘. Cada año, entre 2 y 5 millones de japoneses afectados por el estrés y la ansiedad de la vida urbana moderna, lo realizan en los centros oficiales designados por la Agencia Forestal de Japón.
La sesión consiste en dos horas de paseo relajado por el bosque, con ejercicios de respiración dirigidos por monitores. El fenómeno ya se está extendiendo a otras ciudades del mundo, aunque no deberíamos tomarlo como una moda o un negocio, sino como una actividad frecuente e integrada en nuestras vidas.
Estudios científicos avalan los beneficios de esta terapia forestal, ya que la exposición a la naturaleza tiene un efecto positivo sobre el sistema nervioso, además de aumentar el nivel de adiponectina. Cuando esta hormona está presente en concentraciones bajas, puede estar unida a patologías como: obesidad, diabetes, enfermedad cardiovascular y síndrome metabólico. Otros estudios demuestran que esta técnica terapéutica, reduce la tensión arterial, la ira, la ansiedad, la depresión y el insomnio.
Otra de las técnicas en auge relacionadas con la naturaleza es el ‘Grounding’, que no es más que volver a ponernos en conexión con la tierra. Esto no es nada nuevo, ya que desde pequeños, nuestro instinto nos empuja a tumbarnos al sol, respirar hondo cuando estamos en una montaña, caminar descalzo sobre la hierba mojada o pasear por la arena de la playa. Pero a veces se nos olvida pararnos y tomarnos unos minutos para “volver a poner los pies en la tierra”…
Según el Dr. Oschman, investigador experto en biología celular y bioenergética “Nuestra piel es un excelente conductor. Podemos conectar cualquier parte de la piel a la Tierra, pero la zona de nuestro cuerpo que se conecta más profundamente son los pies. La falta de este contacto tiene mucho que ver con el surgimiento de las enfermedades modernas“.
La destrucción del medio ambiente
Pero hay algo que va más allá de nuestro alejamiento de la naturaleza: su destrucción. Hace unos meses moría Polly Higgins. La abogada británica, intentó que la destrucción del medio ambiente, fuera considerada un “Ecocidio” o crimen internacional. Quizá el término es algo extremo, pero no somos conscientes de que se está envenenando el entorno que nos da de comer, por tierra, mar y aire, con el consumismo masivo, el exceso de residuos, la contaminación… Lo bueno es que su lucha sigue viva.
Un ejemplo reciente es de la Reina Sofía y su proyecto «Lemon», estos días la vemos subida a un barco por la toma de conciencia ante la urgencia de limpiar nuestros mares de plásticos.
El agotamiento de los recursos naturales, sigue provocando guerras. Por no hablar de las toneladas de CO2 que fábricas energéticas y textiles emiten a la atmósfera. Y el consumismo tampoco se queda corto: sólo en EE.UU. “donde se compra mucho porque es muy barato”, se desecha una media de 40 kg de ropa por persona al año.
El pasado 8 de junio celebramos el Día de los Océanos con una mala noticia: el 71 % de la superficie de los océanos está llena de microplásticos que quedan depositados en los peces, la sal y el agua que ingerimos.
La industria cosmética está empezando a utilizar cáscaras de semillas y envases biodegradables y ya existen varias iniciativas en supermercados, tiendas y particulares para reducir el consumo de plástico. Pero no es suficiente. Sin oxígeno no hay bosques, ni agua… ni vida.
Activismo en favor del medio ambiente
Afortunadamente, las nuevas generaciones a las que acusamos a veces de no involucrarse en política, sí lo están haciendo por la defensa del medio ambiente.
Un ejemplo (discutible para unos, alentador para otros) es el de Greta Thunberg, una estudiante y activista sueca de 16 años. Su autismo y TDAH no impidieron que insistiera a su familia en que se volviera vegana y dejara de volar para reducir su huella de carbono.
Más tarde, el 20 de agosto de 2018, Thunberg decidió no asistir a la escuela hasta las elecciones generales de Suecia que se celebraron el 9 de septiembre. Quería que el gobierno sueco redujera las emisiones de carbono en base a lo establecido en el Acuerdo de París. Decidió protestar sentándose todos los días durante la jornada escolar, frente al Parlamento Sueco, con un cartel que decía: “Huelga escolar por el clima”.
Thunberg continuó protestando cada viernes después de las elecciones, inspirando a miles de estudiantes a realizar manifestaciones en más de 270 ciudades de todo el mundo.
En noviembre de 2018, habló en TEDx Estocolmo e inició el movimiento “Juventud por el clima”, y en diciembre de 2018, realizó un discurso ante la “XIV Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas”.
El 15 de marzo de 2019, millones de personas en todo el mundo realizaron una huelga, como rechazo a la pasividad de los gobiernos por no aplicar políticas y leyes que velen por el medio ambiente y hacer caso omiso a los efectos que está provocando el cambio climático.
La huelga fue ideada y encabezada por el movimiento “Fridays For Future”, bajo el liderazgo de Greta Thunberg, con el apoyo de miles de científicos y personalidades de todo el mundo.
Viajemos al centro de la tierra, con consciencia y con firmeza. Amemos y reconozcamos el valor de la naturaleza, hoy más que nunca, porque sin ella no podemos seguir viviendo y para salvaguardar las especies y las generaciones futuras.
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