Escucho en una tertulia a mi apreciado periodista Alfonso Merlos. Se discutía sobre el uso del móvil en colegios: ¿Es buena la prohibición total? ¿Es mala? En general, la opinión era favorable a la prohibición. Nuestra última encuesta arroja el siguiente resultado: Un 86 % está a favor de prohibir el móvil en los colegios, incluido el recreo. Y el 14 % también, pero con la salvedad de dejarlo al criterio del profesor cuando fuera necesario.
Hubo algo en la tertulia que me llamó la atención. Mi apreciado Alfonso, a quien tuve el gusto de conocer hace unos años, afirmaba que no se debía usar en clase «el móvil ha de quedar en la mochila», sin embargo, sí ve bien que los niños lo tuvieran durante el recreo.
Personalmente pienso que es una contradicción. Veré si logro convencer a Alfonso de los beneficios de no usar el móvil durante los recreos. Amén de hacer mío el argumento del Presidente Macron cuando dijo: «Es hora de volver a escuchar el ruido de los niños en los recreos«. Hace años viví en un segundo piso que colindaba con un colegio. Se veía el patio del recreo y admito que el ruido del recreo es de los más alegres, naturales y que curiosamente no molestan al adulto. Se escuchaban gritos, botes de pelotas, risas, etc. y de repente ¡Catapún! Silencio absoluto. Sin darte cuenta ya estaban dentro de las aulas.
Un recreo es para que el niño vaya corriendo al profesor y chivarse que «Perenganito está cogiendo lagartijas y tiene una navaja y les está sacando las tripas»
Beneficios palpables
El porqué del recreo y su importancia a nadie se le escapa. Despejar la mente, favorecer la convivencia, tomar el aire, el bocado a media mañana. En definitiva un rato de expansión que grandes y pequeños necesitamos en medio de jornadas donde suponemos que impera una disciplina de horarios, hábitos, silencio, estudio, atención, etc.
Un recreo es para que el niño vaya corriendo al profesor y chivarse que «Perenganito está cogiendo lagartijas y tiene una navaja y les está sacando las tripas». O para que rápidamente nada más salir por la puerta se organicen (a gritos) grupos para jugar a las canicas, al voley, al baloncesto o echar un rápido partido de ‘futbito’, o a la cuerda, al píter o a la goma.
En los recreos debe ser habitual detectar grupos conspiradores planeando qué hacer al salir de clase, o bien planear una incursión por los lugares prohibidos del cole –algo muy típico en colegios de monjas–, siempre hay áreas… limitadas al alumno aventurero y curioso.
El rato del recreo también sirve para detectar qué niños pudieran tener algún problema de sociabilidad, o de psicomotricidad, por ejemplo. También para que ellos mismos se enfrenten a la ardua tarea de comenzar a conocerse a sí mismos, el juego siempre evidencia al niño hábil y bien dotado por naturaleza, y al niño más torpe. Ah, entonces surgen las envidias, o el tratar de emular al líder, o el retraimiento, o cómo el niño inseguro se arrima al fuerte. En fin tantas cosas que conforman a la persona. Y un buen profesor, si lo detecta, puede hablar con los padres y poner remedio.
También el recreo puede suponer el fastidio para el niño apuntado al coro del colegio o al grupo de teatro, porque habrá épocas en que los profes sacrificarán el tiempo del recreo para aprovechar ensayos de última hora. Y cuando el clima impida que los niños salgan al patio del colegio, también será muy oportuno que conozcan la adaptación ante la adversidad. Pasar incómodos el rato en pasillos, o en el gimnasio, o quedarse en clase.
El uso del móvil queda fuera de lugar para que los recreos sigan siendo eso, recreos, donde los niños griten, corran, compitan, salten, se caigan, lloren, canten y convivan
Perjuicios del uso del móvil
No veo necesario entrar a valorar las desagradables situaciones a que los niños de hoy se enfrentan, a diferencia de los de antaño, quienes vivimos felices la EGB. Nomofobia, el acoso entre alumnos (bullying), etc. Y recientemente, la alerta de expertos sobre el aumento de menores que toman ansiolíticos. Terrible.
La imagen de niños con móviles durante el recreo es triste, patética y que imprime una atmósfera llena de desazón. Niños con la cabeza gacha centrados en la pantalla, niños que no se hablan entre sí, solamente comparten espacio físico. Niños aburridos, amén de estar gastando dinero ¡La conexión de datos implica gastos!
El uso del móvil queda fuera de lugar para que los recreos sigan siendo eso, recreos, donde los niños griten, corran, compitan, salten, se caigan, lloren, canten y convivan.
Concluyo echando mano de la maravillosa entrevista aquí publicada al psicólogo italiano Ezio Aceti. Resume mejor que yo cualquier idea en favor del bien de los niños: «Creo que el futuro estará aquí: en el uso de las emociones. Es por ello que considero sumamente importante restaurar el valor y el espacio para el descubrimiento de las emociones en la educación infantil. Los niños experimentan muchas emociones a lo largo del día, si logran identificarlas, las conocerán mejor y podrán dominarlas y hacer un uso apropiado de ellas».
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