En esta breve reseña histórica podremos ver cómo una personalidad de la política
Esta española, europea e iberoamericana decide dar un cambio rotundo en su vida para dedicarse al mundo del pilates. Para conocer a Guadalupe Ruíz-Giménez (Madrid, 1947) hay que mencionar a su querido padre don Joaquín Ruíz-Giménez, el primer Defensor del Pueblo de España, cuya trayectoria se ha ganado el cariño y admiración de toda la sociedad española. Guadalupe ha sido una de las principales colaboradoras de Adolfo Suárez, presidente de España durante la época de la transición democrática española (1976 – 1981); también ha sido Parlamentaria Europea (1989-1994), fundadora y directora de la Asociación de investigación y especialización en temas iberoamericanos-AIETI (1981-1999), y responsable de coordinación en la Secretaría de Cooperación Iberoamericana (SECIB,1999-2002), entre muchas cosas más. Es así que, conociendo un poco de su trayectoria política, podremos apreciar más aún el giro que dio en su vida para servir e intentar mejorar la sociedad desde otra perspectiva totalmente diferente, tal como ella misma nos lo cuenta en este relato.
“De la política al chándal” fue el titular de una entrevista que me hicieron hace ya casi una década, con el que un amigo periodista quiso sintetizar un gran cambio en mi vida, cuando apenas había cumplido los 50 años y me adentraba en una etapa en la que necesitaba y deseaba vivir en coherencia conmigo misma. Recuerdo haber leído una vez que nuestra vida se divide en tres etapas esenciales: los 25 primeros años que los dedicamos a la formación, los siguientes 25 años donde desarrollamos y consolidamos nuestra vida familiar y profesional, y una tercera en la que nos detenemos (o la vida misma nos detiene) para pasar revista a lo realizado y reflexionar sobre si nos encontramos bien, o no. Pues bien, en esa tercera etapa me encontraba yo.
En ese momento de mi vida creía estar en la culminación de una brillante carrera profesional dedicada a la política activa. Nada más terminar mi licenciatura en Ciencias Políticas, tuve la gran oportunidad de que el entonces joven presidente de nuestro país Adolfo Suárez, artífice de la transición democrática española, me invitara a formar parte del equipo de hombres y mujeres que protagonizarían el importante cambio político que experimentó España entre las décadas 70 y 80. Un cambio pacífico que con la conquista de las libertades y la incorporación a la Unión Europea puso fin a una larga etapa de dictadura y de aislamiento internacional.
Cuando pensé que estaba en la cima de mi carrera profesional, ocupando mi escaño en el Parlamento Europeo, me llegaron señales de que era el momento de hacer un gran cambio en mi vida. Fue, quizás, un cierto sentimiento interior de frustración e impotencia al comprobar que la política de los intereses, carente de valores éticos no era el instrumento más idóneo para acabar con las injusticias y transformar nuestras sociedades. Echaba en falta trabajar en una atmósfera donde prevaleciera una actitud de servicio desinteresado al bien común, ya que considero que esta actitud es un requisito básico que todo servidor público debería ostentar. Este era también el espíritu de trabajo que había aprendido de manos de mis maestros, especialmente de mi padre, que con una larga y ejemplar carrera política y universitaria, me incentivó cada día de mi vida a ser un agente proactivo de cambio de mi entorno.
Entonces, en ese afán en el que me encontraba hace más de una década, el de servir a la sociedad, a pesar de que sentía que nadaba contra la corriente y de que no me sentía bien conmigo misma, el trabajo me fue consumiendo las fuerzas hasta que mi cuerpo somatizó el malestar interior y sufrí una trocanteritis aguda en mi cadera izquierda que me paralizó. Así fue que algo en mi interior me hizo intuir que había llegado el momento de parar, meditar, e interpretar esas señales físicas. En esos momentos es cuando apareció el pilates en mi vida de la mano de una buena amiga que conocía el método a través de una fisioterapeuta italiana, dueña de un estudio en Milán y de una escuela de formación en la que obtendría mi primera certificación como monitora en 2002. Y como siempre que encuentro un filón de gran valor, me sumergí en el mundo del pilates con gran pasión a estudiar e investigar con afán para adquirir conocimiento y desarrollar capacidades.
Necesité poco tiempo de práctica regular de pilates para que mi dolor desapareciera, ya que el origen era más postural que estructural y, según mejoraba, mi interés por profundizar en esta técnica aumentaba. No pasó mucho tiempo hasta que cayeron en mis manos 2 pequeños libros de Joseph. H Pilates: “Tu salud” y “Return to life through Contrology”. Estas obras me impactaron mucho y me identifiqué inmediatamente con la esencia de su mensaje: que vivir la vida con un equilibrio externo e interno y con la responsabilidad que implica hacernos cargo de nuestra propia salud física, mental y espiritual nos conduce hacia una mayor sensación de felicidad. En mi caminar por esta nueva y apasionante senda vital, me fui encontrando con grandes maestros de diferentes escuelas; cada uno de ellos me ha aportado un matiz importante para mi formación profesional. Pero sin duda, mis diez años de experiencia ayudando a mis clientes a practicar la técnica y a mejorar sus vidas, ha sido mi mejor escuela para madurar y profundizar; con cada uno de ellos he podido dar lo mejor de mí y al tiempo he recibido gratitud, fidelidad y cariño.
En esta profesión también he aprendido la importancia del trabajo en equipo, de compartir experiencias y consultar con otros profesionales de pilates y técnicas afines y complementarias enfocadas a mejorar la salud de todos los que acuden a nosotros. He tenido el privilegio de contar siempre con maravillosos profesionales en mi equipo que me han completado en lo que soy menos fuerte; por eso quise tener siempre a mi lado fisioterapeutas, buenos conocedores del cuerpo humano, como Javier Bseiso (que en paz descanse) en mis primeros años y Debora Taddei en la actualidad.
he ido creciendo profesionalmente en el mundo del pilates, convencida ahora de que la mejor forma de contribuir a mejorar el mundo y conservar su equilibrio cósmico, es ayudar a las personas a mejorar sus vidas y a mantener el equilibrio trinitario de cuerpo, mente, y espíritu, la formula mágica de la felicidad que nos legó Joseph H. Pilates.
Esta fue la manera en que dejé la política para dar un gran giro en mi vida, el mismo que mi amigo periodista resumió en su artículo “De la política al chándal”. Pero para ser justa con el verdadero origen de este cambio, me gusta tomar prestado este titular y reemplazar una palabra para reflejar mejor mi trayectoria: “De la política al pilates”. Debo decir también que aunque mi experiencia en esta profesión me ha dado muchas satisfacciones, sigo en proceso de aprendizaje y estoy lista para seguir aprendiendo con el mismo entusiasmo de cuando recibí y di mi primera clase de pilates. Dicen que cuando el alumno está preparado aparece el maestro. Y es aquí y ahora cuando Rael Isacowitz y su gran escuela BASI aparecen en mi vida. Feliz e ilusionada me acerco a la cima de este apasionante “arte de vivir “ de una manera saludable y responsable.
por Guadalupe Ruiz-Giménez Aguilar
www.dartepilates.com