«Sí… estos últimos tres años los he pasado viendo cada dos horas u hora y media la cámara del móvil, así seguía el día a día de mi padre. Cuando descansaba, comía, le veía todo el tiempo» (Entrevista en COPE, El partidazo 25 de noviembre)
El gran tenista Roberto Bautista, otro grande salido de las tierras de Levante, –como David Ferrer, Juan Carlos Ferrero–, se ha convertido en el hombre del momento. Los grandes aficionados saben de su enorme categoría profesional, pero los normalitos que no podemos seguir la competición y nos conformamos con ver las grandes finales de domingo, le descubrimos ahora.
Una semana de vértigo. Formas parte de la selección nacional, te avisan que tu padre ha fallecido, te vas. Las invitaciones a la boda enviadas (se ha casado el pasado sábado, 30 de noviembre). Nada más haber enterrado a tu padre, regresas otras vez, y te vemos salir a la pista para ganar uno de los dos partidos clave para que España triunfara y se llevara la Copa Davis ¡Cómo no va a ser el hombre del momento Roberto! Y escuchar aquel «Sólo puede ser porque somos españoles», fue definitivo, Roberto nos conquistó.
Hijo único, su padre, tras un torneo en Rumanía de la Copa Davis hace tres años, tuvo un accidente y quedó tetrapléjico. Su madre falleció de un infarto de forma repentina en mayo de 2018, y este campeón, en silencio, con dolor, lucha interior, siguió adelante, siguió compitiendo.
Cuatro enfermeras han cuidado de su padre estos años y Roberto, día a día, estaba con él en la distancia, con su pequeña cámara, su amor. el deporte, su dolor, la distancia, su fortaleza… ¡Impresionante!
Tres años inimaginables y él ahora se deja querer, entrevistar, se abre con sencillez, sin victimísmo, habla con normalidad del sufrimiento, compañera que nadie desea, pero que a todos nos llega de una u otra manera.
Lo impresionante es que este hombre de Castellón, de 31 años es el número 9 del ranking de la ATP, competición durísima, donde del 1 al 10 podemos hablar de auténticos fenómenos. Y ahí ha llegado, con tesón, sacrificio, sin llamar la atención, con la disciplina de estos deportistas y llorando en cualquier rincón del mundo sin poder compartir con sus padres sus triunfos últimos.
Pero la Providencia así como no le ha dejado casi respirar estos últimos años, de repente le descubre el final del túnel que vislumbra la luz de la esperanza, de la ilusión, del amor, de fundar una familia, esa mujer llamada Ana, que discretamente le decía al morir su padre, «si quieres lo posponemos todo, no hay prisa, lo que tú quieras», y Roberto ha seguido adelante con la vida, con entereza, alegría, dejándose querer y queriéndose dar. Y se casan, y todos sonreímos, nos alegramos de corazón.
¡Qué mérito, Roberto, qué mérito! El mejor resumen son aquellas palabras que dijo Rafa Nadal hace unos días: «Bautista es un ejemplo para el resto de mi vida».
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