"El alumno encargado de leer un artículo de la Constitución española con la megafonía del centro dirigido a todo el alumnado que había salido al pasillo para este acto, se salió del guión acordado entre todos y bajo mi supervisión añadiendo una frase por su cuenta aprovechándose de un espacio común destinado a una actividad del centro con un contenido concreto para lanzar su mensaje particular".
Este es el comentario con el que usted, profesora Ana Isabel Muñoz, del Instituto Guadaiza de Marbella, sancionó a un alumno hace unos días por exclamar ¡Viva España! en un acto conmemorativo por la fiesta del 6 de diciembre en su centro escolar.
Su comentario lo hemos transcrito tal cual, la ausencia de comas que faciliten la lectura, entendemos que será por la prisa o el nerviosismo en el momento de relatar los hechos.
Que su alumno de 2º de Bachillerato pudo pecar de espontáneo, sí, puede ser. Quizá se excedió en un entusiasmo poco habitual por nuestra Constitución entre los jóvenes, también pudiera ocurrir. A lo mejor es un niño al que le gusta llamar la atención y tuvo su momento de gloria, puede ser, no nos aventuramos a afirmar nada sin conocer al chaval. Usted que es su profesora le conocerá mejor que nosotros.
Lo cierto es que usted, profesora Muñoz, denota cierta rigidez ante un hecho en sí mismo positivo, dentro del contexto de una celebración del aniversario de nuestra Carta Magna.
Poniéndonos en su lugar, nos gustaría saber si tras la salida de tono, a su juicio, del alumno, se acercó a él y con sentido pedagógico le tanteó un poco: «Fulanito, ¿qué ha pasado, por qué has soltado ese grito? ¿Has visto a algún otro compañero hacerlo? Qué te ha movido a ello, venga, cuéntamelo». Y dejar que el niño se explayara, y así, sólo así poder valorar la escena.
Pensamos en una aproximación llena de cercanía, no podemos imaginar que a usted le pudiera molestar la espontaneidad de su alumno, sería lo más lógico. El buen maestro trata de forma personal al alumno y sabe aprovechar los momentos que ellos, jóvenes impulsivos y no acartonados, nos ofrecen a los adultos.
Desconocemos si usted habrá actuado así.
No sabemos si escribió en «el parte de convivencia» la falta leve de su alumno, de inmediato, sin hablar con él. Tampoco sabemos si la masa estudiantil de su Instituto tras la arenga del bachiller, se sublevó contra la dirección o espontáneamente respondió a coro con un ¡Viva! ¡Viva! y aplausos.
El hecho real es que para cualquier padre español normal que un hijo suelte ¡Viva España! debería ser motivo de orgullo, no de preocupación al enterarse de que su hijo ha sido sancionado.
Profesora Muñoz, su reacción no denota otra cosa que esa España rancia, rígida, subyugada a lo políticamente correcto, al complejo ante el orgullo por lo propio y a promover cualquier cosa, menos amor por tu nación, por la patria común de todos.
De su comentario se deduce por esta frase: «Se salió del guión acordado entre todos y bajo mi supervisión», lo contrario a como los profesores actuaban en tiempos no muy lejanos, con autoridad y sin menos miramientos «democráticos» con los escolares.
En esos tiempos que le comentamos, los profesores organizaban y el alumno obedecía, «niños, tal día haremos esto por este motivo, será un rato de reflexión para celebrar el aniversario de la Constitución, iremos pasando por cursos para leer los artículos de la Constitución, etc.». El guión lo imagina el profesorado, lo explica el profesorado y el alumno se suma, punto.
Nuestro deseo es que el próximo curso vuelvan a conmemorar el aniversario de nuestra Constitución española, y lo culminen con vítores por España y por el Rey. Y si algún alumno se anticipa tras leer el artículo mostrando su entusiasmo, déjele, exclamar ¡Viva España! nunca es malo, siempre será bueno y positivo.
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