Diferente. Tras el transcurso de esta Semana de Pasión malagueña distinta a las que he vivido hasta la fecha, llego a este punto emotivo en el camino de Semana Santa que es el Viernes de Dolores. Hoy.
Y es diferente en las formas, pero no en su esencia, en ese fondo verdadero que avala las creencias y acuna la espiritualidad de quienes hemos crecido en esta tradición, en esta cultura del pueblo, que es tener a Nuestra Madre siempre en la mente y a su Hijo siempre en el corazón. Viernes de Dolores atípico en las formas, pero no en el fondo.
Con olor a azahar que hoy no alcanzo a localizar por ninguna parte, con la tibieza del sol que hoy baña calles casi desiertas y nos seduce tras los cristales de la ventana.
Hoy la Virgen Mediadora de la Salvación quedará recogida y conmovida con la certeza de que su hijo, Jesús Nazareno Redentor del Mundo nos ampara y aquieta, nos provee de dulce esperanza en Él y en la vida, y nos encamina a resistir lo que haga falta porque todo esto también pasará. Como su particular calvario, pasará.
Desde aquel lugar de sus dolores y castigos, una Virgen vela desde su atalaya por todas y todos nosotros. Hoy no bajará entre pinos por la vereda sinuosa del Monte Calvario camino de su barrio de la Victoria, de su ciudad, sencillamente porque desde su morada, que es la de todos nosotros, vela, acuna y consuela a quienes afligidos, pasan sus peores horas en estos días. Madre, vela por nosotros hoy, y acoge a quienes después de la lucha, parten a tu encuentro.
Hoy la Virgen Mediadora de la Salvación quedará recogida y conmovida con la certeza de que su hijo, Jesús Nazareno Redentor del Mundo nos ampara y aquieta, nos provee de dulce esperanza en Él y en la vida, y nos encamina a resistir lo que haga falta porque todo esto también pasará.
Otra Madre plagada de angustia presencia cómo su hijo desciende de aquella cruz con la que la ignorancia deshumanizada lo castigó hasta hace escasos segundos. Ya no está, seguro que se encamina, gozoso por el encuentro, hacia esas Alturas desde las que se aprecia claramente desde las más humildes casillas de los confines de Huelin hasta las hileras de jábegas dispuestas en la orilla al pie de Pedregalejo, sintiendo también el pulso de la vida desde las cañadas de Los Montes hasta el eco marengo de pescadería, allá por El Perchel entrañable y marinero, pasando por esa morada que a tantas personas acogió entre sus muros, el Hospital Noble. Descendimiento para poder elevarse al amparo de lo eterno.
Recogido entre los muros de San Felipe Neri, el Nazareno de Salutación mantiene su pulso al dolor y al sufrimiento de la gente que lucha por salir hoy adelante manteniendo firme el semblante dolorido por los injustos castigos, por el desamparo de sus hijos, por la tremenda confabulación para intentar destronarlo.
Pero no, es Rey y Señor de las almas nobles y puras, que lo son todas, aunque algunas queden desencaminadas, pero es tanto su Amor, que acoge saludando con ternura a quienes, descarriados de su rumbo, llegan a Él. Hoy no podré verte entre el aroma intenso del incienso en tu parroquia, pero cerrando los ojos me bastará para sentirte.
Jesús Nazareno de Viñeros y Su Madre del Traslado y Soledad, Cristo del Perdón, de la Redención, de la Esperanza en su Buen Amor, Señora de la Soledad Coronada, Cristo del Santo Traslado, Virgen de la Soledad, Santo Traslado… Hoy miraremos buscando el recuerdo de otros Viernes de Dolores acompañando vuestra ida, vuestro inicio de camino preparando ya la salida procesional que en unos días, podríamos estar sintiendo. Pero no, no será posible.
Diferente, esa es la palabra de esta Semana de Pasión, que nos remite a una Semana Santa también distinta en las formas, pero bien sabéis que el fondo es igual, el mismo, intenso, sentido y empático, repleto de signos y evidencias de que la vida aflora y se ofrece como siempre, porque el amor verdadero llega incluso en la distancia. Cala y ahonda en los corazones de quienes creyendo o no, sienten la vida en cada paso, en cada esfuerzo por seguir, en cada instante de resistencia o de claudicación. Afrontar, aceptar, y seguir.
Llego ya a la plazuela de San Pedro, y por momentos, con el corazón desbocado y el pulso intenso, siento incluso el empedrado de otros tiempos, las casas, los comercios que engalanaban mi barrio humilde y sencillo, sentido y sincero. Oigo las voces alegres de chiquillas y chiquillos jugando; están Juanito, Marcos, Mari Quiqui, Isabelita, Pepito, Paquita, hasta la niña chica sonríe en los brazos de su madre Isabel mientras el abuelo Juan pasea por la acera del polvero con su perrillo Panchito cogido entre su pecho y su brazo derecho con esa ternura de quien se siente feliz, pleno, a gusto con la vida aunque hubiese que lidiar a diario con las penas del destino y las dificultades de quienes poco tienen. Mi barrio, mi familia. Os quiero.
Y no, no lloro de pena, sino de pura alegría; nuestra Madre de los Dolores Coronada ampara bajo su manto a millones de almas que ayer y hoy lucharon y lucharán contra la enfermedad, contra el desamparo de las circunstancias de la vida. La mar (porque la mar es siempre en femenino, madre y señora de marineros y pescadores, de quienes vivieron a su orilla y sintieron ese vínculo especial por el rebalaje malagueño de jábegas y jabegotes, de artes copo y redes de cerco) trae olores familiares desde pescadería, hoy, bajo el solecillo de un abril diferente que nos regala los tesoros de vida de siempre.
Hoy no saldrás tras tu Hijo, Virgen de los Dolores Coronada; no habrá que darse prisa para coger sitio en tu Casa y verte salir tras la misa. Hoy tu Hijo mantiene el pulso, firme y decidido, en espera de la verdadera Vida que espera tras su Expiración, y afligidos y con el pecho latiendo a paso de tambor de guerra, malagueños y malagueñas elevarán su mirada hoy en el ensueño para buscarlo en su cruz a hombros de valientes vestidas y vestidos de verde, pidiendo compasión y entregando esa humanidad compartida que en el fondo nos une.
Diferente. Sí, pero tal vez en las formas, que el fondo es el mismo. Viernes de Dolores sentido, cercano, entrañable de recuerdos y experiencias intensas vividas, y que bajo el sol de este día luminoso y malagueño, nos invita a la paciencia, sabedores de que esto también pasará, y que tarde o temprano, las petaladas a la Virgen y a Su Hijo regresarán a balcones y lucirán el recorrido de nuestra tradición, aunque esa petaladas de amor, hoy, y durante todavía muchos días, vuelan desde las manos que con sus aplausos de cada tarde, son testigo del mejor mensaje divino: es el amor, el AMOR, así con mayúsculas, lo único que tiene sentido.
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