Muchos crecimos viendo fotos de la Madre Teresa en periódicos y revistas y hasta en el telediario, tal y como hoy portada inicial su canonización.
Es curioso pensar que ya es Santa, aunque la santidad fue su compañera durante los años que vivió y ya se la consideraba así, la santa de las cloacas la llamaban.
La vida de esta minúscula y sencilla pero gran mujer estuvo a la vista de todos, fue ejemplo de cómo la generosidad, la negación de uno mismo y la entrega a los demás tienen sentido y son necesarios en los tiempos modernos. Hace 19 años que murió y su vida es una invitación actual a ser santo, parece una posibilidad más cercana y no fruto exclusivo de otras épocas. Era ya en vida, prueba palpable de cómo la generosidad, la negación de uno mismo y la entrega a los demás tienen sentido y son necesarios en los tiempos modernos.
Agnes Gonxha Bojaxhiu nació en la hoy Macedonia el 26 de agosto de 1910 , y murió en Calcuta en 1997 como Madre Teresa.
Nació en el seno de una familia católica albanesa, siendo la vocación de misionera cuando tenía 12 años. Conmovida por las crónicas de un misionero cristiano en Bengala, a los dieciocho años abandonó para siempre su ciudad natal y viajó hasta Dublín para profesar en la Congregación de Nuestra Señora de Loreto. Debido a su decisión de ser misionera en la India, embarcó hacia Bengala, donde cursó estudios de magisterio y eligió el nombre de Teresa para profesar.
“ No se trata de cuánto hacemos, sino de cuanto amor ponemos en lo que hacemos”. Madre Teresa
Durante casi veinte años ejerció como maestra en la St. Mary’s High School de Calcuta. Sin embargo, la profunda impresión que le causó la miseria que observaba en las calles de la ciudad la movió a solicitar a Pío XII la licencia para vivir fuera de la escuela y entregarse por completo a la causa de los “más pobres entre los pobres”. Enérgica y decidida en sus propósitos, Teresa de Calcuta pronunció por entonces el que sería el principio fundamental de su mensaje y de su acción: «Quiero llevar el amor de Dios a los pobres más pobres; quiero demostrarles que Dios ama el mundo y que les ama a ellos«.
“Muchos grandes santos han guiado nuestro destino, pero a mi me gustan los más sencillos, como Santa Teresa de Lisieux, Teresita del Niño Jesús. Elegí su nombre para mí porque realizaba cosas ordinarias con un amor extraordinario” dice en Camino de Sencillez.
En 1948, poco después de proclamada la independencia de la India, obtuvo la autorización de Roma para dedicarse al apostolado en favor de los pobres. Mientras estudiaba enfermería con las Hermanas Misioneras Médicas de Patna, Teresa de Calcuta abrió su primer centro de acogida de niños. En 1949 adopta la nacionalidad india y en 1950 funda la congregación de las Misioneras de la Caridad, cuyo pleno reconocimiento encontraría numerosos obstáculos antes de que Pablo VI lo hiciera efectivo en 1965, si bien para esa época ya habían abierto 25 casas en la India.
Abría centros en diversas ciudades del mundo, incluida la Rusia del telón de acero, la Alemania recién caída el muro e incluso China. Atendía a miles de desheredados y moribundos sin importarle a qué religión pertenecían:
«Para nosotras no tiene la menor importancia la fe que profesan las personas a las que prestamos asistencia. Nuestro criterio de ayuda no son las creencias, sino la necesidad. Jamás permitimos que alguien se aleje de nosotras sin sentirse mejor y más feliz, pues hay en el mundo otra pobreza peor que la material: el desprecio que los marginados reciben de la sociedad, que es la más insoportable de las pobrezas.»
La autoridad moral que consiguió la Madre Teresa por su en favor de «los pobres más pobres» llevó a la Santa Sede a designarla representante ante la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas celebrada en México en 1975 con ocasión del Año Internacional de la Mujer, donde formuló su ideario basado en la acción por encima de las organizaciones.
Posteriormente, este ejemplo de entrega tuvo el reconocimiento mundial de gobiernos e instituciones a su labor al recibir el Premio Nobel de la paz en 1979.
Cinco años después de su muerte, el Papa Juan Pablo II, gran amigo de la santa, acepta un primer milagro: la curación de la mujer bengalí Mónica Besra de un tumor abdominal, concluyendo que esta fue resultado de su intervención sobrenatural.
“Todos hemos sido creados para cosas más elevadas: amar y ser amados. El amor es amor; amar a una persona sin condiciones, sin esperar nada a cambio. Las obras del amor son obras de paz y pureza. Las obras del amor son un medio para acercarse más a Dios, por tanto cuanto más nos ayudemos uno a otro, más y mejor querremos realmente a Dios. Jesús nos dijo claramente:” Amaos los unos a los otros como yo os he amado.” El amor en acción es lo que nos da la gracia. Recemos y, si somos capaces de amar con todo el corazón, veremos su necesidad. Los no amados, los rechazados y los abandonados se transforman en desechos para la sociedad; por eso debemos hacer que todos se sientan amados” . Madre Teresa.
David Willey corresponsal de la BBC en el Vaticano durante más de tres décadas, recuerda hoy en un artículo su entrevista en el aeropuerto de Fiumicino con la Madre Teresa,
“La monja era una figura pequeñita y su cara ya se veía algo marchita». David Willey
«La reconocí de inmediato, cuando emergió sola de las puertas de llegada abrazando una pequeña bolsa de tela blanca, vestida en el sari indio de algodón blanco con rayas azules y el velo que había adoptado como uniforme para los miembros de su su orden misionera».
«¿Tiene que recoger maleta aunque esté en tránsito?», le pregunté, sintiéndome algo tonto por sugerir que una santa viviente podría perder su etiqueta de equipaje.
«No», contestó. «Todo lo que poseo en este mundo lo llevo conmigo en esta pequeña bolsa. ¡Mis necesidades personales son muy simples!».”
«Nuestra misión era cuidar a los hambrientos, los desnudos, los indigentes, los discapacitados, los ciegos, los leprosos, todas esas personas que se sienten indeseadas, no amadas, abandonadas por toda la sociedad, aquellas que se han convertido en una carga para la sociedad y son apartadas por todos«.
Cuando anunciaron su vuelo a Toronto, caminamos juntos hacia la sala de salidas. Ella desapareció detrás de las puertas automáticas, abrazando su pequeña bolsa de tela y pasó sin ser reconocida, o al menos eso me pareció, entre las multitudes de pasajeros que avanzaban por la zona de tránsito».
Supe que había conocido a una santa viva, había tocado mi corazón, me había transmitido un sentimiento de alegría de vivir y también me había hecho reír. “
Fuentes: Camino de Sencillez, Madre Teresa. BBC, artículo de David Willey