No es cuestión de ahora que los padres se las ingenien cada día para compaginar la crianza de los hijos con la vida laboral o lo que es lo mismo procurar una conciliación familiar. Lo que desde hace años muchas personas venían afrontando llegó a instaurarse como algo normal, algo que debía ser de ese modo.
“Si algo ha puesto en evidencia esta pandemia es la falsa conciliación familiar de la que muchos hablan. Finalmente el confinamiento ha podido mostrar sin pudor carencias y limitaciones en ese sentido. Madres y padres se encuentran agotados. Las madres escuchan como se las comienza a tener en consideración o alabar por su modo de sobrellevar el momento. No obstante, aún cuando se sienten fuertes y logran expresar sus emociones, lo hacen bajo la culpa o la vergüenza por no ser capaces de hacerlo todo. Pero ellas, los padres…, como el resto del mundo, también sienten miedo e incertidumbre”, inicia Belén Álvarez Sande, sanitaria.
En ningún momento nadie se paró a pensar que probablemente algo debía cambiarse para beneficiar no solo a los adultos, también a los niños. “Llega un día, de la noche a la mañana, en que te ves en casa con tus hijos, sin colegio, ejerciendo tu profesión a distancia y con horarios para poder salir a la calle. Ir al supermercado supone un caos. Los niños no saben qué hacer durante tantas horas, no quieren colaborar en casa ni hacer los deberes y la mujer -quien tenía todo organizado-, comienza a ver como se desmorona el castillo de naipes”, asevera Chelo Gandía, psicóloga.
La conciliación familiar: un grave problema social
En este momento las cosas están peor que antes. Ahora no hay conciliación, pero tampoco la había antes. Se había mandado ese embellecido mensaje, pero la práctica diaria era otra. Al contrario que otros países, en España no se permite permanecer por derecho con el hijo en casa ni su primer año de vida. No se da tampoco la opción de decidir como prioridad: vida profesional o hijos y el tiempo que dedicar a cada parte. Urge centrarse en otorgar a las familias recursos y soluciones óptimas para poder continuar realizando la actividad laboral y atendiendo a sus hijos.
Hay empleos que lo permiten con mayor facilidad, pero en lo extenso de las profesiones, una de las dos partes de la pareja debe renunciar o perderse algo. Queda ahora pensar en septiembre y en la difícil situación que llega”, Belén Álvarez
En la presente realidad, cuando se buscan constantemente momentos para acabar las tareas laborales, resulta la antítesis de la conciliación familiar. Lo que se pretende es sobrevivir como buenamente se puede, pero importan ambas parcelas. “El trabajo (en el sentido de profesión) da esa condición de felicidad en el ser humano”, refería el gran novelista ruso, Tolstói. Pero para ello, es necesario el pase para disfrutar de todo.
La “conciliación familiar” apunta a la posibilidad de que el trabajo a desempeñar que no tiene que ver con el hogar, permita cuidar a otras personas y hacerse cargo de otras responsabilidades. Hablamos mucho de padres y madres que llegan a la extenuación durante el confinamiento para organizarse. Cada cual con su parte de obligación, sin entrar en quién hace más y quién menos, todos nos encontramos sumergidos en la vorágine de la desestructuración y la falta de orden de otros.
Resulta un quiero y no lo consigo que va perjudicando la salud mental, que rinde una vez cesa la jornada. Tantas horas y horas en el día y se llega a la noche para en lugar de descansar plácidamente, buscar instantes para finalizar algún tema no resuelto y desvelarse en continuas ocasiones. Seguimos comprobando la falta de acuerdo entre los mandatarios de este país, aun encontrándonos en momentos donde la efectividad es esencial.
Se destapa el engaño
“No hay héroes con capa y superpoderes, aunque nos los hayan adjudicado. Nunca hemos podido hacer todo a la vez e impecable. Nadie podría. Ni la perfección ni el empoderamiento deben imponerse. En la pareja es necesaria más comunicación y respeto, transmitiendo las necesidades de cada uno, colaborando y construyendo algo juntos. Es preciso establecer límites y elaborar acuerdos. Para lograr la conciliación familiar es necesario el apoyo real de la pareja y de la sociedad en general. No basta con una mera intención”, argumenta Chelo.
“Sale a la luz otra materia pendiente: la escasa importancia que se le da a la salud mental materna. Para una madre, darse permiso para sentir, para expresar y disponer de un “espacio” (físico o virtual) en que no se vea juzgada, no sea objeto de crítica, se perciba cuidada y apoyada, se convierte en algo fundamental de cara al cambio que esta pandemia suscita. Hablar con otras mujeres le genera un sentimiento de protección sano. Queda un arduo trabajo. El sistema que teníamos no sirve, sino que requiere una modificación estructural profunda”, destaca Belén.
Ya en el siglo XIX, Elizabeth Cady Stanton pronunciaba que la maternidad es la más importante de todas las profesiones. “Exige más conocimientos que cualquier otro asunto relacionado con el hombre”, refería la activista feminista. Y por supuesto, requiere de tiempo y dedicación.
Esa exigencia social de hacer todo y bien, y así calificar con buena nota a los padres, sobrecarga el cerebro y contractura la espalda. No provoca solo cansancio emocional, también físico. En cada casa se encuentran personas que hacen su papel de padres, familiares inquietos, educadores y gente de negocios.
¿Puede hacerse algo para mejorar el problema?
Es necesario un pensamiento más en favor del trabajador y más que nunca en esta cruda situación, teniendo en cuenta su parte personal y dejando de lado números, beneficios y comparaciones. Cada ser humano se encuentra inmerso en algo que requiere de compromiso y de unas medidas diferentes. Hay que estudiar cada caso y valorar esa conciliación familiar, al menos intentarlo. Pueden preverse horarios más flexibles o reducir la jornada laboral, incluso remunerar al trabajador por sus logros.
Nuestro ritmo de vida es frenético y en muchas ocasiones nos vemos obligados a elegir criar a nuestros hijos o dedicar tiempo a nuestra profesión y aspiraciones laborales. La sociedad está muy individualizada. Hijos y ancianos pueden llegar a “molestar”. Sin apoyo social a la paternidad/maternidad, la lucha caerá en el olvido”. Chelo Gandía
“Poder conciliar la vida familiar (el trabajo no remunerado, los hijos…) con la laboral exige esfuerzo y flexibilidad. Implica cambiar creencias erróneas instauradas con el tiempo. Lo que sí estaba antes eran los abuelos, los colegios, las vecinas que te hacen favores, las niñeras… Hay que empezar a relativizar y no dar tanta importancia al “qué dirán”. Nuestro ritmo de vida es frenético y en muchas ocasiones nos vemos obligados a elegir criar a nuestros hijos o dedicar tiempo a nuestra profesión y aspiraciones laborales. La sociedad está muy individualizada. Hijos y ancianos pueden llegar a “molestar”. Sin apoyo social a la paternidad/maternidad, la lucha caerá en el olvido”, declara Chelo.
“La actitud del Gobierno ante la conciliación familiar me recuerda a aquellos que consideran que las tareas de casa o el cuidado de los niños se hacen por arte de magia. Urge centrarse en otorgar a las familias recursos y soluciones óptimas para poder continuar realizando la actividad laboral y atendiendo a sus hijos. Hay empleos que lo permiten con mayor facilidad, pero en lo extenso de las profesiones, una de las dos partes de la pareja debe renunciar o perderse algo. Queda ahora pensar en septiembre y en la difícil situación que llega”, concluye Belén. ¿Estaremos preparados y tomaremos como padres la decisión más conveniente?
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