La historia de esta película empieza como empiezan muchas cosas hoy: por un video viral. En el año 2015, un joven italiano, Giacomo Mazzariol, subió a Youtube un corto en el que recreaba una entrevista de trabajo a su hermano pequeño Giovanni, síndrome de Down.
El video se viralizó rápido y Giacomo decidió contar la historia de su todavía corta vida. Con solo 19 años, Giacomo Mazzariol escribió su primera novela, Mi hermano persigue dinosaurios, un entrañable texto en el que narraba su lucha para desterrar la vergüenza que sentía en su adolescencia por tener un hermano síndrome de Down. Al igual que el video, la novela se convirtió en un best seller, primero en Italia y luego en el resto del mundo. Hoy, después de casi 300.000 ejemplares vendidos, el libro salta a la pantalla grande.
Y lo hace con una película deliciosa dirigida especialmente a los adolescentes pues el punto de vista narrativo es el del propio Giacomo. La cinta arranca con ritmo; con la noticia alegre de un nuevo hermano y con el susto de que el esperado hermano llega con un cromosoma de más. El protagonista de la historia recorre diferentes etapas, que reflejan bien la psicología infantil, hasta llegar a la adolescencia con su propia problemática.
La película es un homenaje a la familia, como oasis donde uno puede ser querido como es, y es también una cerrada defensa a la verdad y la aceptación de la realidad en las relaciones personales
Mi hermano persigue dinosaurios aborda con realismo, sentido del humor y sentido común las dificultades que conlleva, no solo para el protagonista sino para toda la familia, la llegada de un niño Down. Pero al mismo tiempo, no deja de subrayar también las oportunidades y los beneficios que estos niños aportan, no solo al núcleo familiar, sino a toda la sociedad. En ese sentido, la crítica a un mundo que tiende a excluir la diferencia, la discapacidad o el sufrimiento es contundente, aunque venga envuelta en guante de seda.
La película es un homenaje a la familia, como oasis donde uno puede ser querido como es, y es también una cerrada defensa a la verdad y la aceptación de la realidad en las relaciones personales, un mensaje que parece obvio pero no deja de ser exigente en una sociedad como la nuestra, tan dada al postureo y los likes.
Desde el punto de vista cinematográfico, la película puede presumir de casting y de un tono indie que le sienta muy bien a la historia. El joven director Stefano Cipiani tenía claro que lo importante de su película era el fondo y no la forma por eso su propuesta es sencilla pero muy eficaz. “Hay una frase de Henry Matisse –afirma Cipiani- que identifica mi filosofía con este proyecto: No trates de ser original, sé simple”. Una simplicidad que facilita que esta conmovedora historia llegue en directo al corazón del espectador. La meta de la película no es otra.
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