Don Aurelio López, presidente de la Asociación TOC Granada, centro instaurado en 2012, nos responde muy amablemente al teléfono. Es agosto y se encuentra en la playa con usuarios de su asociación y nos ofrece hablar con una de ellas. No puede tocar el móvil de Aurelio, así que es necesario contactar con ella a través del suyo. Ha sido máxima la repercusión y el interés que en estos meses ha suscitado el trastorno obsesivo compulsivo o TOC. También así la incidencia que ha tenido respecto a la covid-19 que sufrimos.
Son muchos los medios de comunicación que se han hecho eco del estado de las personas que muestran estados compulsivos respecto a la higiene. En la actualidad muchas personas sin TOC tienen un constante recelo con la higiene y limpieza. “Creo que ya no nos ven tanto como bichos raros. Ahora con la covid-19, la gente se lava las manos constantemente. Supongo que pueden llegar a entendernos más. Nadie quiere contagiarse y nosotros sentimos precisamente eso. Yo vivo desde hace 30 años con esa sensación. Ahora lo padecen -de un modo diferente- otros”, asegura Alicia García Moya, 43 años y usuaria del centro de Granada.
Para algunas personas con TOC, el confinamiento no ha sido tan duro como puede parecer. “Nuestros usuarios nos explican que ha sido bastante llevadero y añaden que están acostumbrados a vivir con muchísima ansiedad”, expresa Nieves Álvarez, psicóloga que colaboradora en la Asociación TOC Madrid. “El hecho de haber estado en casa les proporcionaba seguridad y les evitaba enfrentarse a estímulos ansiógenos”, relata.
Hablemos del TOC
Las personas con TOC refieren generalmente síntomas depresivos. “Para ubicarnos con el diagnóstico debemos remitirnos a dos conceptos claves”, declara Maria Romero, psicóloga experta en este trastorno:
- Las obsesiones: Son pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes experimentadas como inapropiados y causantes de ansiedad o malestar. Las personas intentan ignorarlos, suprimirlos o neutralizarlos.
- Las compulsiones: Resultan los comportamientos o actos mentales repetitivos. Las personas se ven obligadas a realizarlas para prevenir o reducir el malestar de algún acontecimiento o situación adversa.
Hay personas diagnosticas con TOC, que durante el confinamiento redujeron sus síntomas. “En mi consulta tuve a un paciente, que cuando se inició la covid-19 y estuvo confinado en casa tuvo menos compulsiones y pensamientos obsesivos. Su compulsión consistía en tocar todas las puertas y paredes cuando salía de casa. En el momento en que se pudo volver a salir a la calle, regresaron”, manifiesta Maria Romero.
La familia debe estar al lado de la persona y no tratarla como a un niño. Debe hacerle saber que se valora su sentido del orden y sus progresos, apoyarla y hacerle críticas constructivas. “La persona con TOC necesita hacer frente a tareas, donde sus “errores” sean sus mejores cualidades y ella lo vea así”, refiere Maria. “Deben comprender de dónde proceden sus pensamientos. Y en muchos casos se produce a raíz de situaciones estresantes, como lo es en estos momentos el tema de la covid-19”, expone la experta. Maria habla de la idoneidad de las rutinas y actividades constantes para no pensar en exceso. Explica que en su gremio se utiliza el concepto “fusión-pensamiento-acción”. Es decir, estas personas “creen que por tener un pensamiento lo van a lograr y no hacerlo les hace sufrir”, argumenta.
La ansiedad tras el confinamiento
Según Alicia en el centro de Granada algunos de sus compañeros lo han pasado bastante mal y su estado ha empeorado: “Han cogido más miedo por infectarse y sus conductas han aumentado. Cierto es que con la covid-19 nos lavamos más las manos”. A continuación, explica su situación: “Mi caso se trata de un TOC por contaminación. Es mágico, no físico. Tuve malos tratos en la infancia y rehúyo de mi madre y de la ciudad donde lo sufrí, de ciertos lugares. Pienso que todo está contaminado. No quiero contaminarme. Me pongo peor si veo algo que me recuerda a la ciudad donde lo pasé tan mal, que olvidarme por unos instantes de ponerme la mascarilla”, explica Alicia.
La ansiedad de personas de asociaciones y centros para responder ante el TOC durante la pandemia con la covid-19 permanece. La usuaria me habla de diferentes técnicas que ayudan a mitigar la sensación de angustia: “Asistimos a talleres de mindfulness (trabajar el aquí y el ahora), que permite modificar las obsesiones en algo más positivo. También se nos enseñan técnicas de respiración y participamos en talleres de yoga, necesarios para la preparación del presente”.
En el caso de los usuarios de la Asociación TOC Madrid y en declaraciones de Nieves: “La desescalada y la nueva normalidad han provocado el empeoramiento de la mayoría, incluso ha agravado casos que antes no resultaban preocupantes. Por otro lado, han hecho que el trastorno apareciese en usuarios subclínicos”. Para la psicóloga, su labor ahora continúa y se centra en afrontarlo y superarlo con la terapia cognitivo conductual.
La gente consigue empatizar
“Desearía que no hubiese tanto estigma respecto al TOC. No somos raros, solamente más sensibles y perfeccionistas”, solicita Alicia. Y se ve muy capaz y válida a nivel laboral. “He trabajado mucho en comercio y sé hacerlo muy bien. Pongo mucha pasión en realizar actividades convenientemente y me involucro con seriedad y profesionalidad. Sin embargo, necesitamos oportunidades y confianza de los demás”.
No sucede en todos los casos, sin embargo, sí existen “casos severos, alrededor del 20%, donde las obsesiones y compulsiones pueden ocupar el día entero”. En estas personas sí podría hablarse de “una profunda limitación en todas las áreas de la persona, esto es, en el trabajo, con la familia o en el entorno social”, asegura Maria Romero.
Romero da un testimonio anónimo de una de sus pacientes con TOC en estos difíciles meses de coronavirus: “Mi fobia al asco es tan grande que no puedo coger una bayeta para limpiar y cada vez tengo más asco. Con la covid-19 estoy más relajada, porque mis rituales de limpieza ya no se ven tan exagerados ante los demás. Sé que es raro, pero mi TOC me impide coger una bayeta para limpiar, pero me “ayuda” a hacer frente a la covid-19”.
Es precisa una mayor empatía. De poco sirve juzgar y cuestionar a personas que en un momento dado pueden convertirse en el propio reflejo, como ocurre en días difíciles de pandemia.
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