Abro el correo y veo una petición de Amnistía Internacional. Son muchas las peticiones de firmas relacionadas con países árabes, pero esta afecta a una de las muchas madres que se encuentran en esta situación. El precio por la libertad sigue siendo muy caro en algunos países. Narges Mohammadi es presa de conciencia en Irán, gran defensora de los derechos humanos quién a consecuencia de su trabajo se enfrenta a dos condenas, una de 6 años, y otra de 16. No podía ver a sus hijos gemelos de 8 años por que su padre se los había llevado fuera del país, pero como castigo no la dejaban hablar con ellos tampoco, hasta que decidió hacer huelga de hambre en junio. Consiguió que la dejaran hablar con ellos y la partir de ahí lo hiciera una vez a la semana. Sin embargo la huelga de hambre le ha provocado una embolia pulmonar y un trastorno neurológico. Necesitaría salir de la cárcel para poder ser atendida médicamente.
A este respecto vienen a la mente las penalidades adicionales que sufren las presas políticas y las presas de conciencia. El ala de mujeres de la prisión de Evin tiene prohibido tener teléfono, pese a que de las 27 presas, 17 son madres y 4 tienen hijos de corta edad.
Carta de Narges Mohammadi desde la cárcel, julio 2016.
En mi último viaje a París hondeaba la foto de Asia Bibi en la puerta del Ayuntamiento. Asia Bibi (Asia Noreen) lleva ya 6 años en la cárcel, y se teme por su deteriorado estado de salud. Esta campesina Pakistaní, madre de cuatro hijos, fue condenada a muerte por beber agua de un pozo, contaminándolo de esta forma por el hecho de ser cristiana. Allí ser cristiano es ser impuro. La única solución era su conversión al Islam, a lo que ella se negó. En el año 2010 fue condenada a muerte por un supuesto delito contra la Ley Antiblasfemia por un tribunal local, dicha condena fue ratificada en el año 2014 por el alto tribunal de Pakistán, y su última audiencia tendrá lugar durante la segunda semana de este mes ante la Corte Suprema. El Gobernador de Punjab, Salman Taseer, fue asesinado en enero del año 2011, cuando salía de visitarla en la cárcel, por defenderla y oponerse a dicha Ley. En ese mismo año también murió asesinado el Ministro para las minorías, Shahbaz Bhatti, que era cristiano, por su oposición a la misma Ley.
El triste espectáculo que supuso hace unos años la lapidación Du’a Khalil Asward una chica iraquí de origen kurdo de 17 años, asesinada por enamorarse, dio la vuelta al mundo. Quería casarse con su novio musulmán de rama sunita, así que se escapó por miedo al castigo y su familia la engañó diciendo que la perdonaban. A su vuelta, no era su familia quién la esperaba, sino que fue recibida por hombres que la apedreaban con bloques de hormigón, además de grabar con sus teléfonos dichos actos.
Farzana Parveen murió lapidada por unas 20 personas cuando tenía 25 años. Estaba embarazada de tres meses. Entre los atacantes estaban su padre, hermanos y primos y según informó la CNN, fue un miembro de la familia quien ató a su cuello un nudo de tela para sujetarla mientras le daban golpes con ladrillos en el cráneo. Su crimen fue negarse a casarse con un primo elegido por la familia y elegir a otra persona.
Farkhunda tenía 27 años cuando fue linchada y quemada viva hace un año por una turba de hombres enfurecidos que la acusaban de haber quemado un ejemplar del Corán. No puedo repetir las atrocidades que hicieron con su cuerpo, imagino inerte y como una marioneta hasta que la tiraron al cauce seco del río Kabul ante la impasibilidad de decenas de hombres que volvían otra vez a usar los móviles para las grabaciones e incluso de la policía. Las mujeres rompieron la tradición afgana y llevaron el féretro a cuestas, entre gritos y sollozos, en protesta por su muerte. Muchos hombres hicieron una cadena para proteger a las mujeres que habían asistido. Esta muerte levantó grandes protestas en su país.
Mariam, la joven sudanesa casada con un cristiano fue condenada a muerte por un tribunal de Sudán por este simple hecho. Su padre, de religión musulmana, la había abandonado siendo niña con su madre, habiendo así profesado siempre el cristianismo. Sin embargo fue sentenciada por apostasía.
Su salvación vino gracias a la indignación de la comunidad internacional, pero tuvo que parir a su hija pequeña en la celda y atada por los tobillos con grilletes, por suerte es médico.
Aqsa Avez vivía con su familia en Canadá, tenía 16 años cuando fue estrangulada por su padre por negarse a llevar el velo islámico.
Zamar Zeidán también fue estrangulada por su padre con un cable de acero or faltar a la moral al ser violada por un hombre borracho que se coló en su casa.
La madre de Zamar, en el valle de Ebrón, mató a su hija de 21 años después de que fuera violada por un grupo de hombres desconocidos. Zamar era discapacitada.
Se han denunciado los suicidios en masa de niñas que han sufrido violaciones por miembros de Daesh, los matrimonios forzosos de niñas en Pakistán obligadas a casarse con musulmanes mediante amenazas y presiones siendo la mayoría menores de edad, secuestradas muchas veces y entregadas en matrimonios a sus secuestradores. En caso de denuncia de su familia, al permanecer en custodia de sus secuestradores, estas chicas estas sufren traumas y violencia de todo tipo y si volvieran a su religión se les amenaza con el castigo de apostasía que consiste en la muerte.
La lista de mujeres encarceladas o asesinadas por una razón u otra, por ser libres, elegir a su pareja, su religión o incluso por haber sido ultrajadas… es muy larga ya. Sólo en el año 2013 se cometieron 869 asesinatos impunes bajo el amparo de crímenes de honor del Tribunal de justicia de Lahor.
A esta se le unen las valientes mujeres encarceladas por la defensa de la libertad. Luchar y trabajar para que otras puedan tener opciones aunque tú las pierdas es un compromiso duro y real. Los discursos desde estrados en la ONU son poco ejemplares, tienen buena intención, pero sólo muestran eso: buenas intenciones. El compromiso implica acción, como las pérdidas de Narges: libertad, familia, salud.
Emma Watson comentaba en una entrevista a Elle “me encanta construir nidos. Dedico mucho tiempo a crear un sitio donde sentirme segura y cuidar de mí misma”, efectivamente un discurso en la ONU es mucho más seguro que una cárcel pakistaní. Y que el hecho elogiable sea pedir con tu firma una estatua de homenaje a las sufragistas en la Plaza del Parlamento, tampoco supone un gran riesgo.
Fuentes: Amnistía Internacional, Alfa y Omega, Unitedexplanations.org y Aciprensa, El Mundo