«Hay demasiadas traiciones; la atmósfera
predominante es de oprobio intelectual».
Stephen Spencer, Un mundo dentro del mundo
Lo que está pasando en Madrid podría ser digno de un estudio sociológico. Tras años de políticas (o directrices, consignas) determinadas por los partidos según el viento que sopla, y de candidatos que no se salían de la foto para que el partido no les cortara alas, surge una “mujer”, periodista, que se lanzó a la aventura política con el objetivo de ayudar, simplemente ayudar, a su país, y en este caso a su comunidad (o autonomía).
La aspiración de la inmensa mayoría de políticos de llegar al poder, para otros, los menos, es sencillamente llegar a un cargo de ”responsabilidad social”. Es decir, llegar a un puesto donde puedo hacer cosas por los demás adquiriendo un compromiso con aquellas personas que forman parte de la comunidad, con todas, para su mayor bienestar. Y el compromiso significa, responsabilidad y coherencia.
Isabel no es perfecta, pero está dando un claro ejemplo de que lo importante siguen siendo las personas, por encima de todo, y que para defender a las personas, hace falta ser valiente.
Esta responsabilidad es precisamente lo que caracteriza la verdadera vocación política, diferenciando de forma tajante a la vocación de servicio de aquellos que pretenden hacer de la política su forma de vida. En este perfil solo hablamos de personas, con independencia de la ideología, como se debería presuponer, porque la coherencia es personal, se tiene o no se tiene, y nunca te la da el partido.
Con el apoyo de otro grupo político, nuestra protagonista consigue llegar a un puesto de responsabilidad, de esos puestos desde los que se pueden hacer cosas por la gente, y lejos de amilanarse, dimite para que no se la jueguen, no a ella, sino a las personas que forman parte de la comunidad a la que servía, salvándoles así de otro pacto bochornoso y antidemocrático.
Hace falta recordar para continuar con la historia, que los votantes no votamos pactos, sino políticas, y menos a mentirosos que dicen que nunca van a pactar (aunque muchos tengan memoria de pez). El incumplimiento de los compromisos que los partidos declaran en sus campañas electorales debería ser suficiente para que se invalidaran tantos pactos que han llevado al “poder” a ciertos partidos o a personas. Y esto, aunque actualmente es más que bochornoso, es lo que ha ido desprestigiando a los políticos a lo largo de años, llevándoles a la pérdida de confianza de sus votantes y a la apatía de la población. Si todos actúan igual, ¿quién se va a preocupar de los verdaderos problemas? ¿para qué votar?
Isabel Díaz- Ayuso y su equipo nos está recodando en qué consiste el verdadero liderazgo, eso que ya muchos pensábamos no existía, y que no habría nadie a quien no le importara salirse de la foto. Ya dice el dicho que cuando te ataquen es señal de que lo estás haciendo bien, por lo menos intentándolo.
La presidenta de la Comunidad de Madrid no era profesional de la política, pero ha decidido estar al servicio de la gente y eso la ha puesto en el centro de la fotografía. Tanto hablar de que liderar es servir y qué poco se lo aplican algunos.
La prioridad hoy día es la salud de las personas y la economía para que muchas familias no pasen el umbral de la pobreza, sin embargo esto no parece ser lo prioritario. Leyes contra natura y contra la profesión médica, grandes apoyos económico a ideologías que hacen daño, frente a la ausencia de ayudas a la investigación que salva vidas. Incoherencia, incoherencia y una gran responsabilidad.
Isabel no es perfecta, pero está dando un claro ejemplo de que lo importante siguen siendo las personas, por encima de todo, y que para defender a las personas, hace falta ser valiente. La valentía siempre se ve.
Si defender la dignidad de las personas, y por tanto su vida, es el mayor acto de libertad hoy día, es casi heroico, ser auténtico y coherente también… ¿quién se atreve?
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