Una chica. Jovencísima. Listísima. Usted le va a poner a prueba con una especie de no-contrato apenas remunerado, que se alargará hasta que considere rentable ofrecerle otras condiciones. La ha sacado de algún máster que le inspira confianza; hay que minimizar el riesgo antes incluso de que llegue a serlo.
Empieza la fase de crianza. Tiene talento, se esfuerza, desarrolla un sentido de compromiso con la empresa; encuentra más que un sueldo a fin de mes, una causa, tal vez, un valor en el que cree. Ha hallado la clave para hacer bien su trabajo: el gusto al realizarlo. Pero cuidado, porque puede perderla: si la cuida en exceso, cabe la posibilidad de que empiece a hacer una vida aparte gracias a un buen salario. O a tener preocupaciones que considere más importantes que su productividad laboral. A tener tiempo para pensar o, aún peor, para reflexionar sobre el sentido de su rol en el tablero de juego. Quizá se dé cuenta de que el dinero que va a ganar vale mucho menos que el tiempo que va a invertir en ganarlo.
Para evitarlo, usted deberá, en primera instancia, ahogarla con problemas. Bueno, problemas no, formularlo así es un error, no los llamemos así, pues la chica podría sospechar que dichos problemas no tienen nada que ver con su felicidad ni con su valía. Llámelos, mejor, retos. Esto es: relacione cualquier problema que le apetezca y su resolución directamente con la capacidad de su chica. Ponga en un compromiso su amor propio. Pínchela con refuerzos positivo-pasivo-agresivos. Y no tema, no se le va a rebelar, pues le han grabado a fuego, desde los cinco años, que debe ser capaz de todo. De todo lo que se proponga y de todo lo que le propongan. Está firmemente instruida, como todas las chicas, en el arte de ser perfecta. Por dentro, por fuera, por los cuatro costados.
Una mujer de hoy, si pudiera, se abriría en canal para comprobar que sus órganos son perfectos. Sería otra razón por la que sentirse segura de que nadie puede herirla, poner en duda su capacidad, quitarle la razón y otras muchas cosas de las que las mujeres están cansadas de lidiar por sistema. La combinación mujer-reto es una fórmula infalible; le aseguro que su chica hará un trabajo espectacular. Así, al plantearle retos numerosos y muy complejos, irá coleccionando para usted tal cantidad de trabajo bien hecho que no habrá marcha atrás; su chica se sentirá en deuda consigo misma y cada esfuerzo irá alimentando su compromiso con la empresa. Irá adoptando el papel que le satisface, sentirá que es especial, que es buena; no, muy buena en su trabajo, y que, aunque a veces lo pase mal, merece la pena sentirse LA MEJOR al resolver algún desafío complicado.
Es fundamental que esta valiosa chica en edad fértil (¡peligro!) y con toda su vida por delante (¡peligro!), considere que el trabajo lo es todo, que los proyectos de la empresa son también suyos y, por supuesto, suyos de forma muy personal. Hágale tener esperanza en un futuro en el que le pagarán por expedir decisiones, un futuro en el que contará con tiempo y dinero para emprender su verdadero proyecto vital, sea el que sea. Al menos por ahora, es necesaria esa esperanza para que ese proyecto llegue a ser, si todo va como queremos, llenar las arcas de la empresa en pos de algún mito motivacional, como la realización personal, objetivos de productividad, coaching profesional o alguno de esos paliativos que usamos para no pensar que nos sentamos ocho horas al día a hacer cosas que lamentaríamos si mañana nos dijeran que nos queda un mes de vida. Para evitar tal desastre, consiga que su chica priorice a favor de su empresa, que articule sus deseos en torno a los planes de su corporación. Consiga que anteponga su trabajo a ella misma, que ella misma se considere una representación de su trabajo, compromiso, capacidades y talento. Para terminar, es fundamental que le guste más esa representación que cualquier otra. Si ya lo ha conseguido, puedo decirle que es casi suya, porque aún no hemos terminado; es complicado alienar a alguien del todo.
Cuando no haya universo que pueda competir con el que usted le ha creado a cuenta de horas y horas de trabajo, esfuerzo y sudor, habrá conseguido que su chica consagre su vida a la empresa, más allá del salario, de cubrir sus necesidades básicas y algunos lujos.
Para tener la tranquilidad absoluta de que usted no está asumiendo riesgo alguno y de que las posibilidades de retorno de su inversión son seguras, debe ir comiéndole poco a poco su intimidad, para conquistar su universo entero. Remodele sus sueños e intereses. Convénzala de que hay tiempo para todo: cólmela con ocupaciones, experiencias y objetivos (formaciones, másteres, cursos, mindfulness profesional, cualquier-idiotez-en-inglés… Hay multitud de herramientas en el mercado) que le faciliten ser la persona que quiera usted que sea. Incentive y premie su trabajo con más responsabilidades, con más trabajo y con más difícil trabajo. No vaya usted a reírse si le digo que su chica se sentirá la reina del mundo, una mujer fuerte e independiente, el reclamo publicitario que nos mantiene los yates a flote.
Cuando la tenga completamente abducida, cuando esté usted seguro de que a la talentosa chica ni se le pasa por la cabeza echar a perder su gloriosa carrera por un proyecto vital que venga a incordiar a la empresa con la dichosa conciliación familia-trabajo, excusas que moralmente usted no podrá tildar de excusas, permisos por maternidad, preocupaciones ajenas al trabajo, fatiga mental, trastornos ansioso-depresivos, obstáculos en esa cuidadosa jerarquía que usted ha construido, múltiples zancadillas a una actividad productiva agotadora… Cuando la tenga completamente abducida, se lo garantizo: su negocio prosperará hasta cotas inimaginables.
Cuando no haya universo que pueda competir con el que usted le ha creado a cuenta de horas y horas de trabajo, esfuerzo y sudor, habrá conseguido que su chica consagre su vida a la empresa, más allá del salario, de cubrir sus necesidades básicas y algunos lujos (esto también tendrá encadenada a su chica; se acostumbrará a pagar necesidades cada vez más nimias, que para ella serán necesidades indispensables). Entonces y sólo entonces, hágale un contrato fijo con sueldo y condiciones a la altura de su talento, instale a su empleada en un buen despacho, regálele una plantita de interior y váyase tranquilo a las Bahamas, porque habrá hecho una excelente inversión.
VIII Edición de Excelencia Literaria
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