Cuando pensamos en personajes históricos, siempre me detengo en una idea además de su obra, su actividad o la dedicación artística, profesional o científica. Me gustaría saber más sobre algo que actualmente nos puede resultar sencillo. Sin embargo, cuando son anteriores al boom tecnológico, como post internet, en ambos casos, carecemos de suficiente información para determinar cómo fueron sus vidas, sus debilidades y sus miedos, su cotidianidad en definitiva.
En el segundo caso, es decir los posts internet, tenemos una sobre excitación informativa, que hace que el mismo ruido no nos permite ver la esencia de lo importante, lo útil, o aquello que posee un trasfondo de calado. Estamos más entretenidos en plasmar nuestras opiniones, supliendo nuestra ignorancia supina sobre cualquier tema. esto ya es reconocido como la hipertrofia crítica. Es más importante no estar callado, a expensas de soltar la mayor burrada que se nos haya pasado por la cabeza.
En el primer caso, cuando el personaje pertenece a una época más allá de la avalancha informativa, antes del temeroso Siglo XX, antes de la dependencia intrínseca de un artefacto celular, en esa época, nos cuesta encontrar información fehaciente de las incursiones cotidianas de los personajes que marcaron de alguna forma un estilo, dejando una huella perenne en la historia.
En definitiva, el conocimiento no es directamente proporcional a la cantidad de información recibida, por dos motivos:
- Tenemos un límite en cuanto a la recepción de la información, llegando a la saturación. Es decir, la cantidad de información por tiempo recibida, necesitamos un tiempo para poder procesarla, digerirla y hacer propia con ciertas garantías.
- La calidad de la información es fundamental para el conocimiento. Importa mucho no sólo el contenido, la forma y por supuesto el origen para saber qué cumple unos criterios mínimos de calidad.
Así que vivimos una época de un gran batiburrillo de información, pero no por eso de conocimiento. Además, hay que tener en cuenta, que ser un docto en muchas disciplinas diferentes cada vez es más complicado, por la densidad mayor de los contenidos, pero además, porque esa capacidad de comprender varias disciplinas está vetada no sólo a una época, si no también a unos pocos individuos en la historia.
Probablemente no lo tuvieron fácil. Ser una mente preclara significa navegar contra corriente durante toda su intensa vida, generando envidias, discrepancias por supuesto, y además, y posiblemente sus coetáneos no estaban aún preparados para entender sus avances.
Desde el inicio del Renacimiento y en los tres siglos sucesivos, podemos encontrar una serie de personajes que cumplen esa directriz de ser una persona multidisciplinar. Podríamos pensar en Leonardo, Miguel Ángel, y posteriormente en Isaac Newton. Pero si tenemos que considerar el galardón de ser uno de los pioneros del renacimiento abordando diferentes especialidades, en algunos casos sin ninguna relación debemos tener presente a Leonardo Da Vinci.
Leonardo se interesó, investigó y creó corrientes nuevas en disciplinas como en el vuelo de las aves, experimentando con máquinas de volar. También se interesó por la botánica, por la luz, el sonido y los efectos atmosféricos. Dedicó su tiempo en investigar temas relacionados con la ingeniería, estudiando las poleas, y cómo mejorar la eficacia para trabajar con materiales pesados. Hizo estudios de urbanismo, y la anatomía fue una de sus grandes pasiones, la cual se refleja no sólo en el estudio puramente científico, sino que además lo aplicó dotando de gran realismo a sus pinturas. Su intención era reflejar la naturaleza humana realista, plasmándola en el lienzo.
Su intuición le llevó lo suficientemente lejos como para establecer principios naturales más de doscientos años antes de tiempo como la Tercera Ley de Newton, mejor conocida como la “Ley de Acción y Reacción”. Estableció que, durante el vuelo de las aves, éstas ejercían una fuerza sobre el aire de la misma magnitud que el aire ejercía la misma fuerza sobre ellas. Además del estudio de las poleas para minimizar los esfuerzos para levantar objetos pesados. Las cuales fueron utilizadas también por Newton donde se puede hacer una aplicación directa de la Segunda Ley de la Dinámica.
Su gran intuición le llevó a entender muy diferentes aspectos de la naturaleza, organizando las ideas con una anticipación cronológica: “El hombre y los animales son un medio para el tránsito y la conducción de los nutrientes”, preludio de lo que hoy conocemos como cadenas alimentarias y ciclos tróficos. O cómo el cuerpo de cualquier ser vivo, muere y renace.
Tal vez, a Leonardo le podríamos atribuir una serie de características que se nos presenta en algunos de los grandes genios de la historia en diferentes materias, sólo que él era capaz de aglutinar varias disciplinas en una sola persona gracias a ciertas características:
- Intuición. Esencial para poder ver los mensajes que hay entrelíneas dentro de la dinámica, el intercambio y la esencia de la naturaleza. Mirar con ojos de ver, inocentes, abierto a la sorpresa que nos ofrece el mundo que nos rodea. Ávido de curiosidad sin descanso.
- Voluntad. Es la base del trabajo, la constancia, el compromiso con los propios ideales llevados hasta el extremo si fuera necesario. La defensa de sus creencias, los principios establecidos por su intuición.
- Humildad. En ocasiones, se puede vislumbrar un desmesurado orgullo o altivez, pero realmente se trata de una percepción errónea del resto, confundida por el arrojo y el desparpajo que pueden demostrar en ocasiones defendiendo sus ideales. Puesto que es necesario establecer esa humildad para poder avanzar y mejorar en las técnicas, los desarrollos que investiga.
Otro detalle para tener en cuenta es que probablemente no lo tuvieron fácil. Ser una mente preclara significa navegar contra corriente durante toda su intensa vida, generando envidias, discrepancias por supuesto, y además, y posiblemente sus coetáneos no estaban aún preparados para entender sus avances. De igual manera que provoca admiración, también provoca rechazo o abandono. Muchos de ellos transitaban irremediablemente por la pobreza, la desidia y la incomprensión.
Especial atención requiere el silencio de la ausencia impuesta a las mujeres investigadoras, artistas, personajes que destacaron, pero que por decreto establecido no podían o no debían aparecer en ninguna reseña. A pesar de realizar labores, al menos igual de importante que sus colegas masculinos, con un sobre esfuerzo añadido para poder destacar y superar las tradicionales tareas atribuidas a su condición por su género, fueron desposeídas de su buen merecido reconocimiento. Afortunadamente, aunque con retraso, estamos asistiendo a un resurgimiento destacando la importancia de ser tratadas por igual, independientemente de su sexo, teniendo en cuenta sus aportaciones.
Simplemente, no podemos continuar desaprovechando esa energía, intuición, voluntad y por supuesto humildad, siempre que vaya en post del avance y las mejoras, traducido en un mayor bienestar para la humanidad. Podríamos considerar que estamos asistiendo a un nuevo Renacimiento, donde lo importante no es el género, si no las consecuencias que se desprenden de reconocer a todos por igual, atendiendo únicamente a los resultados.
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