Pedro Olla (Asturias 1966) es escritor, profesor, traductor, fotógrafo y cineasta. Sus obras literarias y audiovisuales han ganado el reconocimiento del público y de prestigiosas instituciones como el Premio Artes y Letras de la Academia de Atenas, la Fundación A.S. Onassis o la Universidad de Harvard. Por su extensa obra y por su esfuerzo en la promoción de la cultura griega ha recibido, entre otros importantes reconocimientos, el título de Embajador del Helenismo.
Hace más de diez años que escuché por primera el nombre de Pedro Olalla. Lo hice a través de uno de mis oyentes que amablemente me envió el extracto de una de las conferencias que este experto helenista impartía en España. Recuerdo que era el comienzo de la crisis económica y social en Grecia y que a la par iba despertando la incertidumbre en nuestro país.
Escuché aquella conferencia, admiré desde el primer instante la valentía con la que analizaba la crisis en el país griego al que conoce muy bien. Pese a su apretado calendario de compromisos, Pedro Olalla tuvo la gentileza de concederme una de esas entrevistas que dejan de serlo cuando se convierten en charlas sin guion previo, sin censura. Recuerdo muy bien el recibimiento – en directo -de los oyentes y su inmediato abordaje de visitas en la web. Creo que la curiosidad que sembró en la audiencia fue muy importante. De hecho sus seguidores en las redes sociales así lo demuestran.
Desde entonces hemos envejecido todos, también Europa ha cambiado mucho; el mundo lo ha hecho y los periodistas seguimos entrevistando a Pedro Olalla con la admiración y el respeto que se merece. Creo que debe ser así cuando él aporta en todos los campos de la creatividad – literatura, fotografía, teatro, cine, televisión – mucho más que puntos de vista afines con las estadísticas y líneas oficiales.
Siempre con ideas, aportaciones ético- políticas que nos espabilan, nos recuerdan de dónde venimos, nuestros valores ancestrales. En sus conversaciones suele recordar el legado de los Clásicos. Aportaciones inteligentes, documentadas, salpicadas de citas en las que parecen atrincherarse las pautas que hemos de seguir – pero que al parecer no somos capaces de reconocer – hacia el Bien Común y solidario.
La visión de Pedro Olalla es siempre muy personal, uno de sus últimos libros “Grecia en el aire” es un claro ejemplo. Texto del que en breve realizará una versión audiovisual sobre los escenarios de la democracia en Atenas. Por eso, no nos resistimos de compartir con ustedes este párrafo que a bien seguro escucharemos en su próximo film: “Ante la fuerza se cede por debilidad, por necesidad, acaso por prudencia, pero nunca por voluntad o por convicción”.
Localizamos a Pedro Olalla recién regresado a Grecia y echamos la vista atrás con él. Queremos volver a la línea de salida de la Crisis (esa que aún se nos permite escribir con mayúscula). Le formulamos la regresión, sentimos que sonríe al teléfono y nos dice: “Para mí ha sido muy importante por un lado toda la operación general – amparada en la crisis- de acoso y derribo a muchos valores humanistas. Y por otro la respuesta política y social que ha tenido. Ha servido para dinamizar a un cierto sector de la sociedad; pero aún estoy desilusionado porque permanecemos atorados ante las soluciones que se salen de la doctrina del único camino”.
Siempre he afirmado que de las entrevistas con Pedro Olalla se entresacan muy buenas frases para convertirlas en interesantes titulares de prensa. Tiro de hemeroteca y escojo el que dice: “Quien siembra guerras, recoge refugiados”. Me escucha y añade: “Lo malo es que los responsables de esta penosa situación, los que siembran las guerras, no los recogen ni en su casa ni en su cama. Se está actuando en contra del Derecho Internacional en materia de refugiados; en contra de la Democracia porque tenemos más de 160 millones de refugiados errantes por el mundo. Nuestro grado de responsabilidad histórica no es conocido y por tanto el compromiso de Occidente quedará en entredicho para las generaciones futuras “
Le escuchamos atentamente y repasamos a la vez algunos de los conceptos que hemos apuntado durante la entrevista con Pedro Olalla. Los dos coincidimos que el poder de la palabra es muy importante y que las ideas convertidas en palabras pueden hacer mucho bien , pero también establecer muchos obstáculos .
Entre estas palabras y además en femenino, escogemos “sociedad “
¿Cuál es la sociedad que desea Pedro Olalla? La respuesta es inmediata:” Aquella que nos permitiera realizarnos como seres sociales, participar en el bien común, el ideal de la Democracia. En la que seamos seres políticos, pero desgraciadamente estamos muy lejos de conseguirlo”.
Seguimos charlando, sobre la familia y los nuevos retos que se nos están planteando para los que hemos alcanzado la cincuentena. Nuevos retos a los que habrá que unir la alimentación intergeneracional, la conservación de la memoria viva.
Y damos el salto: de la familia a lo femenino. Creo que es interesante hablar con hombres inteligentes y creativos, como Pedro Olalla, sobre su parte femenina. “Yo – nos dice – defiendo la igualdad. Siempre he disfrutado de la compañía de mujeres valiosas. Creo que las virtudes de una mujer son las mismas que las de un hombre. Las virtudes no tienen género. Aunque tendamos a vincular a algunas de ellas preferentemente a lo femenino. Me refiero, por ejemplo, a la sensibilidad, la intuición y el amor filial. Pero sostengo que deberíamos hacer una reflexión mucho más individual porque la virtud poética descansa igualmente en una mujer y en un hombre que escriban poesías. Al igual que virtud política acompaña de igual forma a un hombre y una mujer si escogen manejar la tolerancia o la preponderancia en su caso. No creo que nada haga necesario que los hombres se comporten como mujeres o que las mujeres se comporten como hombres para reconocer en unos y otros la presencia de todas las virtudes. Estimo que hay que remitirlo más a la esfera individual. Por esta razón, cuando me siento intuitivo o sensible no me siento femenino especialmente. Creo que va más allá de una cuestión de género “
La palabra hablada con Pedro Olalla es siempre reflexiva: “Existen los estereotipos – añade- entorno a lo que estamos hablando. Aún hay quien piensa que los hombres no lloran o al menos no deben llorar y que las mujeres son sensibles por su naturaleza. Pero, como todos los estereotipos, tratan de generalizar al conjunto de la comunidad determinados rasgos individuales. Prefiero asumir el riesgo de equivocarnos diciendo que no son cuestiones de género que el riesgo de equivocarnos afirmando que se debe – precisamente – a la diferencia de géneros. Me parece que la segunda equivocación – atribuir las virtudes o los defectos a la diferencia de géneros –nos puede llevar a los derroteros sociales más retrógrados y peligrosos”