Los juegos de palabras y los equívocos inocentes me resultan de lo más divertido. No es lo mismo Día del Ming (dicho en andaluz) que Diadermine. Que claro, si lo sueltas en un restaurante japonés uno se puede creer que hablamos de un «día de» cualquiera en vez de la marca de crema que se anuncia con una de la contemporánea voz femenina de doblaje que a mí más bonita me resulta. Anécdotas con el lenguaje tenemos a cientos. Dan tanto de sí que llenan secciones y secciones de programas de radio y televisión como el conocido «Momento Teniente» de El Hormiguero.
Cuando se trata de asuntos banales o de entender «Quiero queso roñoso» en vez de «Maybe get a blister on your thumb» en Money for Nothing (Dire Straits) a una le da igual el uso de las palabras, porque al final te ríes. Pero cuando este juego se sube a los estrados y se instala en las bancadas de quienes nos gobiernan, aquí ya me echo a temblar. Y tiemblo porque ahí entramos todos poco a poco hasta que se pierde conciencia del significado real de las palabras.
Este domingo leía en prensa un muy buen reportaje sobre el aborto en Málaga. Sin embargo me quedó una terrible sensación de cómo cada uno contribuye a la deriva de la sociedad a base de construir eufemismos que maquillan la realidad de los hechos. La interrupción voluntaria del embarazo es la nueva forma de hablar de aborto. Palabras inocentes que en absoluto se identifican con el duro proceso de acabar con la vida de tu propio hijo. Si lo desglosamos entenderemos de lo que hablo, a pesar de que está muy bien escogido:
- Interrupción: No me voy a ir a la RAE para definir esta palabra. Algo más gráfico. Cuando estas estudiando o trabajando y llama a la puerta el repartidor con ese paquete que esperabas. Te interrumpe. Te corta la tarea, pero en cuanto cierras la puerta, continuas por donde lo habías dejado. Pues eso con el aborto no pasa. Cuando terminas con la vida de ese embrión, único e irrepetible, no se puede reanudar en otro momento. Se termina el embarazo. Punto. No hay vuelta atrás, por lo tanto no se interrumpe.
- Voluntaria: Esto es que una mujer decide libremente dar este paso. Y yo esto permíteme lo dude. ¿Qué mujer aborta sin ningún tipo de presión? La mujer siente esa coacción en su entorno; sus padres, su pareja, los amigos, el trabajo, los estudios…, etc. La sociedad te repite hasta la saciedad que tener hijos es una elección, no un regalo. Y claro, si el embarazo no es elegido ni planificado, ¿qué hacemos? La mujer se siente sola, con miedo y sin saber qué hacer. Y la única ayuda que se le ofrece es la opción de abortar. Triste y fuerte a la vez. Me río de lo de sociedad del bienestar.
Si la mujer tuviera apoyo y orientación real en este momento, si la empresa en la que trabaja tuviera alguna ayuda por cada empleada que se queda embarazada o mujer en edad fértil; si ser madre no se castigara socialmente, ¿abortaría la mujer? ¿Acabaría con la vida de su propio hijo? Seguramente no, pero todo por la pasta.
¿Cómo se mueve más rápidamente la economía y algunos se llenan los bolsillos? Pues con quien históricamente ha tenido la decisión de compra: la mujer. Y ahora entran en el mercado los «derechos de la mujer y su libertad sexual»: anticonceptivos, congelación de óvulos, aborto y FIV. ¡Toma ya! Lo más machista que podamos echarnos a la cara. Y encima se nos vende como el feminismo verdadero. «Pabernos matao».
Una vez que nos queda claro que el aborto no es interrupción ni es voluntaria del embarazo, ¿por qué digo que está muy bien escogido? Porque consiguen lo que quieren. Engañar con las palabras. Omitir el deber de socorro que deben cumplir instituciones, entidades y organismos. Obviar la responsabilidad colectiva e individual de nuestras acciones y sus consecuencias definitivas. Dar sensación de falso poder de decisión. A fin de cuentas, dibujar una realidad falsa para el cerebro y el corazón.
Entiendo que anunciar a bombo y platillo medidas por el derecho de la mujer de «matar a su embrión» es fuerte, pero enfrentarse y decidirse a practicar(se) un aborto es realmente un impacto enorme en la vida de una mujer. Sin embargo no se dice. Porque no es lo mismo, es distinto. Me viene ahora la canción de Alejandro Sanz, y qué ciertas sus palabras: Lo importante es la vida, estar unidos aunque intenten dividirnos.
Y para eso hay que ser valiente, coherente y responsable. Llamemos las cosas por su nombre, y si está en nuestra mano, defendamos y protejamos al que no lo puede hacer por sí mismo.
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