Estimada Sra. vicepresidenta segunda:
Acaba de producirse su visita al Santo Padre, como usted bien lo ha denominado, y en relación con la misma me gustaría realizarle 10 consideraciones:
- Como constató usted, el Papa le recibió con afabilidad. Nunca olvide que su visita no era una visita de Dª Yolanda Díaz, sino de una de las vicepresidentas del Gobierno de España, y que en esa condición y representación (la de todos los españoles) fue acogida y recibida.
- La voluntad del Santo Padre, en esta Iglesia abierta y en salida que él tanto propugna, es la de recibir a todos, acoger a todos, como Cristo lo hacía, e intentar tender puentes (“pontífice”) que ayuden al mutuo entendimiento y, cómo no, al respeto. Por su parte (la del Papa), más no puede hacer. La Iglesia no siempre recibe este mismo trato.
- Le llevó usted al Papa, en nombre de alguien de la delegación que le acompañaba, dos rosarios, para que se los bendijera. Benditos sean. Le pido que su Gobierno no persiga nunca a quienes los usen: incluso cuando los emplean para rezar ante centros abortivos (me niego a llamarles clínicas), orando por quien pretende abortar y por quien va a ser troceado, o quemado, eliminado del vientre de su propia madre. Defienda nuestro derecho a orar.
- Defienda la vida. Desde la concepción hasta la muerte natural. No ofrezcan eutanasia a quienes necesitan cuidados paliativos. Impulse, además, la natalidad, y desde su condición de vicepresidenta y de ministra de Trabajo, la conciliación de la vida familiar y laboral. Se lo agradecerán incluso sus votantes.
- Apoye a la familia; a esa familia que en estos tiempos está tan denostada en algunos ámbitos, por el hecho de estar constituida por un padre, una madre y sus hijos, y que facilita la renovación generacional y hasta la sostenibilidad de nuestras pensiones, y es -lo estamos comprobando especialmente en tiempos de pandemia- un verdadero colchón emocional, afectivo, económico y social en España.
- La Iglesia católica, como usted bien sabe, a través de distintas congregaciones u otras entidades, cuenta en España con un buen número de colegios, en una de sus tantas iniciativas sociales. No los persigan. Sabemos que quien puede pagarlos puede elegirlos libremente; haga usted que todas las personas, todas las familias, todos los trabajadores, todos los parados, puedan también escolarizar en ellos a sus hijos, si así lo desean, con total libertad y en igualdad de oportunidades. Fináncienlos adecuadamente, con el dinero que aportamos los ciudadanos.
- Apoye, vicepresidenta, la libertad de las familias de poder elegir la asignatura de religión católica en los colegios; y propicie que se le dé a aquella un trato digno, y horario suficiente para que quien la elija pueda formarse como Dios manda (imagino que entiende la expresión). Le aseguro que desde esa asignatura se trabaja por aportar mejores seres humanos a nuestra sociedad.
- No permita que nadie haga mofa, burla o escarnio de lo más sagrado que tenemos: de nuestro Dios, de su santa Madre, del símbolo de la Cruz -que une el Cielo y la tierra, y a Dios con los hombres, con su palo vertical, y que abraza a los hombres mismos, con su palo horizontal-.
- No discrimine ni deje discriminar a las entidades sociales católicas (ninguna es un chiringuito, se lo aseguro) que se vuelcan en atender a los más necesitados, a los más vulnerables (cada día más), y lo hacen sin preguntarles si son católicos o de otra religión, agnósticos o ateos, ni de dónde vienen, ni a dónde van. Apoye a quienes le apoyan, con Cáritas a la cabeza, en atención económica y social, y a otras entidades que lo hacen en asistencia hospitalaria, residencias de ancianos, etc. Por cierto, facilite que en hospitales y residencias no se obstaculice o menoscabe la labor que realizan nuestros sacerdotes y los sacramentos y el consuelo que ofrecen
- Finalizo esta carta a vuela pluma -en la que seguro olvido muchas cosas- pidiendo que tenga presente al Santo Padre siempre y a quienes con él colaboran (y en concreto, a quienes lo hacen desde España). Cuando crea que estos realicen declaraciones que, de primeras, pueden no agradarle, no esté en actitud de escuchar para responder, sino en la de escuchar para comprender.
Rezo por usted y su labor. No sé si usted reza o no. No dude en ningún caso (dude usted si lo desea, para mí es una convicción) de que más pronto que tarde (la vida vuela) se presentará usted ante un Dios que le ama y la ha creado y que es Misericordia. Y habrá de darle cuenta -como yo, como todos- de qué hizo con los talentos que Él le confió. A Él sí que no le podemos fallar en Sus expectativas.
Un saludo cordial y feliz Navidad,
Publicado en DAME TRES MINUTOS
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