Iniciamos el año 2022 con muchas emociones encontradas. Por un lado el júbilo de estrenar nuevos propósitos, de volver a ver amigos y vivir un poco más serenos tras meses de forzados distanciamientos. Por otro lado, las dudas y los miedos, los escenarios inciertos que surgen al imaginar los meses por venir. Y luego, las reglas. Muchas normas y restricciones, algunas claras, otras un poco menos.
La verdad es que entre anhelos, temores e incertidumbres siempre hay historias que inspiran y nos abren a la esperanza. Personas que, adoptan una actitud dinámica, con expectativas mucho más positivas con respecto al entorno, con un plan de trabajo proactivo y estructurado y en función de prioridades.
Y he aquí un caso de estos, una persona a quien le viene diagnosticada “una enfermedad que afecta a grandes hombres como Leonardo Da Vinci, Cassius Clay, Juan Pablo II y Paolo Puppo”, el protagonista de nuestra historia.
Paolo Puppo es italiano con casi 60 años de edad. Se distingue por su personalidad brillante y alta espiritualidad. Es socio de la firma de consultores laborales Lupi&Puppo y miembro del Consejo Nacional de Consultores laborales. Colabora activamente con el Movimiento Político por la Unidad promovido por los Focolares.
Y para no hacer más extensa esta introducción mejor dejamos espacio a las palabras de Paolo que en su inicio fueron dirigidas como un saludo a sus colegas ante su reelección en el Consejo Nacional de Consultores. Mensaje que esclarece que no es tan dramático lo que sucede en la vida de cada uno de nosotros, sino cómo lo interpretamos y lo reintegramos en nuestro caminar hacia el ideal que motiva nuestra existencia…
“La vida nos depara sorpresas y pruebas de las que muchas veces queremos prescindir. Pero el dolor ciertamente ayuda a que algunos de nosotros seamos mejores que otros. Y creo que esto te ha pasado y que tienes la capacidad de mirar con el corazón y ver con el alma”.
Ofrecemos también el video del mensaje en lengua italiana el cual fue trasmitido por la Web televisión de los consultores laborales en el programa Diciottominuti.
“Era el verano de 2004, tenía 42 años y estaba jugando voleibol de playa, cuando un amigo mío me dijo "¿por qué no mueves el brazo izquierdo? y de inmediato pensé "no sé, tal vez me lastimé durante uno de los tantos deportes que he practicado en ese periodo: fútbol, tenis, golf” así que cuando volví de vacaciones comencé las distintas visitas medicas hasta que se descubrió que lo mío no era un problema de extremidades sino que el problema era neurológico. El diagnóstico fue una forma temprana de una enfermedad que afecta a grandes hombres: Leonardo da Vinci, Cassius Clay, Juan Pablo II y Paolo Puppo… Yo tenía Parkinson. Una enfermedad neurodegenerativa en la que las células del cerebro ya no producen dopamina, la sustancia que le dice a los músculos que se muevan. En fin, todos los movimientos que una persona normal hace sin pensar como: caminar, comer, hablar o abotonarse la camisa o anudarse la corbata se vuelven para mí como una montaña por escalar. Es una enfermedad lenta y progresiva para la que aún no existe cura, solo existen fármacos que reducen sus efectos. También hay una operación cerebral llamada DBS o estimulación cerebral profunda a la que me sometí en 2013. Consistió en implantarme unos electrodos en el cerebro controlados por un estimulador que me hacen, todavía hoy, parecer una especie de Robocop. Os cuento un episodio para explicaros como trato de afrontar la enfermedad: apenas terminó la operación, yo aun me encontraba en quirófano, cuando el neurólogo se me acerca y me dice "su mujer esta afuera esperando ¿qué le podemos decir?" y yo respondí"por favor dile, tú que lo has visto, que a diferencia de lo que ella piensa, ¡yo tengo cerebro!”… Era una respuesta cargada de humorismo para explicar que tanto la vida como la enfermedad hay que vivirla de una forma más liviana. A veces la risa ayuda más que un antidepresivo. El Parkinson es una enfermedad progresiva por lo que trato de no pensar en el futuro y me ayuda a centrarme en el presente sin pensar en lo que pude hacer ayer y lo que no podré hacer mañana. Me concentro en lo que tengo que hacer hoy: Pienso en mi familia, y tengo que agradecer a mi esposa y a mis tres hijos que siempre me alientan. Pienso en mi trabajo, mi profesión, mi estudio y agradezco a mis socios y a mis empleados que me ayudan mucho y aguantan mis ausencias. Entre las ausencias también están mis viajes a Roma por los compromisos relacionados con el Consejo Nacional y la Fundación de Estudios y aquí me gustaría explicar la decisión de aplicar a pesar de la enfermedad y me gustaría aclarar que tal vez el entorno de nuestra gestión, para quien no lo conozca, puede parecer elitista y competitivo. Nada más lejos de la realidad, las habilidades están ahí y son profundas y arraigadas, pero sobre todo en Roma he encontrado gente con auténticos valores humanos, he encontrado muchos amigos, con los que tengo lazos profundos empezando por mis dos presidentes Marina Calderone y Rosario Deluca. Cuando en 2019 tocó decidir si volver a aplicar o no como miembro del consejo, le escribí un mensaje a nuestra Presidenta y me gustaría leerle unas frases de su respuesta que refleja para mí el camino principal de mi compromiso. “La vida nos depara sorpresas y pruebas de las que muchas veces queremos prescindir. Pero el dolor ciertamente ayuda a que algunos de nosotros seamos mejores que otros. Y creo que esto te ha pasado y que tienes la capacidad de mirar con el corazón y ver con el alma”. Un fuerte abrazo.
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