No lo puedo remediar, me gusta el riesgo y vivo al límite. Pero ojo, no nos confundamos, no me refiero a los extreme sports. Que yo el único deporte que considero seguro y sano es el ajedrez; porque la petanca también tiene lo suyo. Una no está pa’ disgustos ni para lesiones por ir dando saltitos por ahí. A mí me dijo el doctor Trujillo que la clave de una vida sana es dar 10.000 pasos al día y cerrar el pico.
Así que ahí vamos, dando vueltas pero lo de callarme aún me cuesta. Sobre todo ahora que como dice el anuncio de Pinypon Action: «Esto se pone feo». Los titulares se llenan de más y más desamor, pero como Spain is different solo vemos que si la foto del despacho, que si el podcast del pelao’, que si patatín, patatán.
Sin embargo hay palabras que retumban en mi cabeza sin cesar: conflicto, guerra, ataque, cazas en las fronteras… Rusia quiere seguir a su aire; y Ucrania, aparentando normalidad, no puede negar que sus habitantes con un miedo desolador solo se sienten seguros cuando se hacen con un rifle por lo que pueda pasar. Aunque sea un niño el que haya adquirido uno. Y yo, ¿qué quieres que te diga? Pues no, esta peli de acción no quiero verla.
Y mientras tanto en Asia, Africa y Latinoamérica siguen igual, sobreviviendo a enfrentamientos, corrupciones, tratas, hambrunas y enfermedades; que lamentablemente nunca dejaron de ser noticia. Pero como eso nos pilla demasiado lejos para qué pensar si quiera en ellos. ¿Y Australia? A lo suyo, a su tenis, su covid cero y sus programas de Aduanas en el aeropuerto. Son una isla.
Pues yo me niego a aislarme de todo esto. Que nadie lo haga. Ya está bien de cortinas de humo en las que nos enredamos mientras nuestros hermanos, los más mayores, viven y mueren solos. Sin permiso de compañía en el hospital, sin que sepamos escuchar su silencio ni tocar sus mejillas arrugadas, sin ver esa media sonrisa de saberse querido y arropado. Mirando para otro lado cuando día tras día se cargan la familia, el respeto, nuestras raíces, la educación y la soberanía doméstica. Pataleta en twitter y listo. Me voy a Instagram, qué cuqui todo; unos bailes en TikTok; y que la fiesta no pare porque soy negativo en autotest de 3 euros, que me los quitan de las manos.
Así estamos. En la más profunda oscuridad, engañados y asolados. Analizando la vida del vecino, tu padre, quien sea. Queriendo soltar el mejor y mayor zasca de todos y ser viral, a ver si así con suerte se sale del ERTE. Pregonando libertad únicamente al dictado de lo que unos pocos quieren. Todo por miedo. El supremacismo de la idiotez y lo absurdo. Y todos aplaudiendo cual focas esperando su ración de pescado.
Necesitamos un gran rescate. De los buenos, de los de verdad. De esos que llegan con un mega foco que todo lo ilumina. ¿Cómo es posible amar entre tanta maldad, dolor y sufrimiento? Y simplemente sucede. En silencio cierro los ojos y abro bien los oídos. Ahí está, directo al alma. Una voz ronca y dulce. Lauren Daigle. Me la quedo y la comparto hoy contigo.
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