Esta semana ha sido complicada y parece mentira que después de pasar una pandemia en la que llevamos inmersos ya dos años, la humanidad haya aprendido tan poco. Sea por celebrar el aborto, sea por la invasión de Ucrania, las noticias nos siguen hablando de muerte, y en ambos casos provocada por el hombre, lo cual es más triste.
Hace un mes nos alarmábamos de la loca e incompatible petición de Macron de incluir el aborto en la Declaración de Derechos Humanos en contradicción total con el más básico de los derechos que es el derecho a la vida, porque sin vida no hay nada más. La semana pasada asistíamos a la celebración Colombiana del aborto hasta la semana 24, situación de la que Amnistía Internacional hace apología como “el triunfo de los derechos humanos”. ¿Cuál podrá ser el futuro de una humanidad que considera la muerte de un niño, por decisión de su propia madre, como un triunfo? Algún día sin duda el ser humano despertará y volverá a pedir cuentas de ello.
El daño a la mujer
Pero no solo estamos matando niños, más de 100.000 al año solo en España, que habrían dado un vuelco a nuestra pirámide poblacional invertida, sino que estamos castrando a miles de mujeres. Y digo castrando en el sentido de que estamos dañando el alma, y muchas veces también el cuerpo, de la mujer. Nada se habla de las consecuencias psíquicas y físicas, tapadas y escondidas a propósito, que conlleva la realización del aborto por ejemplo.
Partiendo de esta realidad podría decirse de todas estas políticas que tanto defiende el feminismo van en realidad “contra la mujer”, ya que todo lo que hace daño no puede ir a favor.
La depresión post aborto es una realidad, los cuerpos que, sea por abortos, por años de anticoncepción, por retraso de la maternidad o por mutilaciones transgénero, pierden la capacidad de ser portadores de vida, reflejan otra realidad de la que no se habla.
La mujer no se da cuenta de que está siendo más manipulada que nunca, se quejaba de la falta de oportunidades y derechos a manos del hombre y ahora se somete «libremente» a la dictadura impuesta por una ideología de la que es la primera víctima. Celebra que sea ella quien decida exclusivamente lo que hace con la vida de su hijo, cuya responsabilidad paterna en esta decisión ha sido eliminada por ley, parece ser que esa decisión la hace más libre, que hacer con su cuerpo lo que quiera como si fuera algo ajeno a su persona no empodera como si no pasara factura. Celebra que la ley la proteja en el asesinato del hijo que ya siente en su vientre, pero el derecho no la va a poder proteger de ella misma. ¿A quién recurrirá cuando sufra?
Los enunciados de los mensajes con los que bombardean a la sociedad no corresponden al contenido, y la manipulación del lenguaje que llevamos años sufriendo tristemente a todos los niveles (porque nadie quiere bajarse del carro), lleva a mentes que ya no saben pensar, que se dejan llevar…
«El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca». Lucas 6:45
En los primeros años del acercamiento de la mujer al mercado laboral era habitual que la que había llegado arriba no dejara que las demás lo hicieran, eso cambió afortunadamente, pero vemos como sigue siendo la mujer la que hace daño a la mujer, reivindicando e incluso aprobando leyes que ella nunca usaría. Los hijos de Irene Montero y Pablo Iglesias nacieron en la misma semana de gestación que ella celebra como triunfo para abortar, y ahora además nos quiere imponer que sea práctica “médica obligatoria” en todos los hospitales públicos, destruyendo la buena praxis médica, privando de la ayuda familiar, criterio o acompañamiento a las menores de 16 años para afrontar un momento que marcará toda su vida, y “apremiando” a la mujer para que no reflexione sobre uno de los actos más importantes de su vida y que la marcará para siempre.
Que hablaran con Esperanza Puente y les contase la realidad no estaría de más. Resulta que para elegir una carrera o una universidad, damos miles de vueltas y consultamos todo, y algo tan fundamental se decide de forma tan trivial y rápida: “hazlo y no pienses”, es el mensaje.
En el arte de la guerra puede decirse que si el contrario está desestabilizado, se le puede dominar, así, por mucho que esta decisión se disfrace de cordura y libertad, desestabiliza a la mujer a todos los niveles, y es fácil manejarla, en una justificación de la sociedad de que hace lo correcto. Así la mujer seguirá huyendo de sí misma para no pensar, y como en la guerra, otros toman las riendas de su vida mientras la hacen creer que es ella.
«La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto, porque el aborto es hacer la guerra al niño, al niño inocente que muere a manos de su propia madre”, Madre Teresa de Calcuta
La mujer no es libre porque aborte, no es libre porque es una decisión que se toma por y con falta de información en muchos sentidos: sus consecuencias, cómo se va a realizar ese aborto, si van a succionar a su hijo después de haberle diseccionado, o lo van a quemar vivo con sal. No es libre porque ha sido abrumadoramente sometida a los mensajes de que no pasa nada, y que seguirá viviendo como si no hubiera pasado nada cuando no es así. No es libre porque en la mayoría de los casos está sola y abandonada por su pareja que no quiere afrontar la situación. No es libre porque muchas veces lo primero que oye cuando va a un centro de salud es que no tiene que tener ese hijo. No es libre porque no se educa en afrontar las consecuencias de los actos. No es libre porque otra vez ha sido engañada con que el sexo es una cosa y amar es otra, y que la vida que crece dentro la pertenece. No es libre porque está nerviosa y no puede pensar. No es libre porque hay una sociedad egoísta que no ayuda y presiona para no tener que dar esa ayuda, porque no reconoce el valor de la maternidad.
Pero es la tristeza la que acompaña al triunfo de la muerte sobre la vida, es triste la sociedad que disfraza de derecho al asesinato, es triste ver a tantas mujeres confundidas que celebran como una liberación lo que será su drama, hay tristeza en pensar en tantos niños que no nacerán, que no podrán disfrutar la playa o la navidad, de las risas que no sonarán nunca, de los cumpleaños bañados de dolor que nunca de celebrarán…
Cada paso que vamos dando en las legislaciones se aleja más de la Declaración de los Derechos humanos, los derechos que se establecieron para proteger a la humanidad de las barbaries que se realizaron en el siglo pasado, para proteger al hombre del hombre, y supuestamente inviolables, ya no por imposición, sino por convicción, como es el derecho a la vida.
Pero la tristeza necesita esperanza, esperanza en que seamos capaces de defender a los débiles otra vez y de que el hombre no se erija en dueño de la vida de nadie, porque no le pertenece ni siquiera su propia vida, incluyendo en esto…a la del país vecino también.
La madre Teresa y los niños
Merece la pena rescatar un fragmento del discurso provida de la Madre Teresa de Calcuta cuando recibió el Premio Nobel de la Paz en el año 1979, mucho antes de que se aprobara en España el aborto.
«No los matéis, dádmelos a mí». «Quiero compartir una cosa con todos ustedes: el gran destructor de la paz hoy es el crimen del niño inocente no nacido, si una madre puede asesinar a su propio hijo en su seno, ¿qué impedirá que nos matemos unos a otros? En las escrituras está escrito: “aunque una madre se olvidase de su hijo, yo no me olvidaré de ti, te llevo grabado en la palma de mi mano”. “Aunque una madre se olvidase de su hijo…” Pero hoy, ¡millones de niños no nacidos son asesinados! ¡Y no decimos nada! En los periódicos leemos números de este o aquel fue matado pero nadie habla de los millones de pequeños que han sido concebidos para la misma vida que tú y yo, la vida de Dios. Y no decimos nada, no lo permitamos. Para mí, las naciones que han legalizado el aborto son las naciones más pobres, tienen miedo de los pequeños, tienen miedo de los niños no nacidos, y el niño debe morir porque no quieren alimentar un niño más, no quieren educar a un niño más, el niño debe morir. Y aquí os pido, en el nombre de estos pequeños, porque fue un niño no nacido el que reconoció la presencia de Jesús, cuando María vino a visitar a su prima Isabel, como leemos en el Evangelio, en el momento en que María entró en la casa, el pequeño, en el seno de su madre, exultó de alegría. ¡Reconoció al príncipe de la paz! Y hoy tomemos aquí una sólida resolución: salvemos a cada niño pequeño, a cada niño no nacido, dándole la posibilidad de nacer. ¿Y qué estamos haciendo? Estamos combatiendo el aborto con la adopción, y el buen Dios ha bendecido el trabajo que realizamos de modo maravilloso, que hemos salvado la vida de miles de niños y han encontrado un hogar donde son amados, queridos y protegidos. hemos traído tanta alegría a los hogares donde no había un niño, y por eso hoy les pido, en presencia de su majestad, y ante todos ustedes que venís de diferentes países, oremos para tener el valir de ponernos de parte de los niños no nacidos y dar al niño la oportunidad de amar y ser amado, y creo que con la gracia de Dios, podremos llevar paz al mundo».
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