Hoy es un día para recordar a todas esas mujeres que ya no están, pero con su lucha cambiaron el rumbo de la historia. Las que desataron cuerdas, quemaron leyes, o rompieron barrotes y cadenas. Porque gracias a ellas, hoy las mujeres podemos estudiar, trabajar, votar, opinar y en definitiva, ser un poco más libres.
Hoy es un día para agradecer, pese a todo, el hecho de ser mujer. Para celebrar los pasos que hemos dado y todo lo que hemos avanzado. Pero también para reivindicar lo que todavía queda por hacer:
-Que la igualdad de derechos entre hombres y mujeres no sea una quimera, sino una certeza.
-Que se valore el trabajo invisible del hogar y los cuidados, aunque no sean remunerados.
-Que la mujer no tenga que renunciar a su carrera, por formar la familia que quiera.
-Que se valore y apoye la maternidad, como lo que es, un bien para la sociedad.
-Que se resuelva el problema de la conciliación personal y laboral, como un tema social.
-Que las mujeres no se sientan culpables por sus carencias y busquen su verdadera esencia.
-Que toda mujer se sienta plena por lo que desea y no por lo que los demás esperan de ella.
-Que ninguna mujer sufra o muera a causa de la violencia, el abuso o la guerra.
Hoy mi corazón está con todas las Mujeres de Ucrania, desesperadas por tener que abandonar su país, separarse de sus hijos o empuñar un arma.
No se vosotras, pero yo hoy me siento como esta mujer con sombrero, enfundada en su abrigo rojo. No le veo la cara, pero me la imagino llorando, mordiéndose los labios y apretando los puños dentro de los bolsillos, porque no entiende ver tanta sangre derramada. La observo de espaldas a la sinrazón y la barbarie. Agradecida de tener un abrigo para cobijarse del invierno. Pero triste e impotente de no poder hacer mucho por evitar tanto dolor, más que enviar ropa de abrigo, comida… seguir escribiendo y adentrarse en el bosque para calmar su ira.
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