Con la taquillera Un monstruo viene a verme coincide en la cartelera La llegada. Este relato de ciencia ficción dirigido por el canadiense Dennis Villeneuve (Prisoners, Sicario) cuenta la aparición de doce naves espaciales en diferentes partes del mundo y el papel que desempeña una experta lingüista para tratar de ponerse en contacto con los extraterrestres.
La llegada ha sido acogida con entusiasmo por parte de la crítica. Y se entiende. Estamos ante una película formalmente excelente y visualmente apabullante. La nave, los extraterrestres, la atmósfera que rodea las diferentes conversaciones con los aliens… Todo habla de cine de altos vuelos, de una de esas cintas que se fija en la retina y en el cerebro. Pero, además, La llegada encierra dos interesantes reflexiones: la primera sobre la importancia vital de la lengua para establecer puentes, para aceptar al ajeno y, en el fondo, para conseguir una paz y entendimiento mutuo. La segunda, es una original visión de la maternidad. No puedo alargarme para no caer en el spoiler pero, ante una sociedad que trata de evitar a toda costa que maternidad y riesgo se conjuguen en la misma frase (cosa imposible porque ser madre siempre conlleva riesgos), sorprende mucho la apuesta de la película: una oda a la maternidad capaz de pactar no solo con el riesgo sino con la pérdida. Un mensaje duro, pero bellísimo. Como la propia película.