Los responsables de la educación de los hijos que han traído al mundo hasta que tengan la madurez para volar son los padres, los que le enseñan a amar, a esforzarse, los que les cuidan y mantienen, los que buscan, con amor, el «bien» del menor, siguen siendo los padres. Los que siempre están cuando el hijo cae, cuando necesita ayuda, cuando está enfermo, capeando cuando quieren caprichos que sabe les harán daño para no dárselos, los que quieren que sus hijos sean buenas personas, fuertes, porque el mundo es duro, personas «de provecho», como se decía antes, y hacen lo posible por ayudar para que no sean personas «blanditas», que no necesiten ayuda toda la vida, son y serán los padres. Y este término entendido como la única forma que debe entenderse, comprende al padre y a la madre.
Sin embargo, con las últimas leyes como la ley de Protección a la infancia, el aborto o la llamada ley trans, la intervención del Estado en la educación de los hijos es digna de un estado totalitario, especialista en imponer a los hijos «de los demás» su ideología, más que de un «Estado de derecho» en el que la protección de las familias y menores debería estar garantizada frente a estas «ideologías» que ahora tienen en su mano las armas para dañar a las personas en lugar de protegerlas de simples modas dañinas, que no hacen sino fomentar conductas sin fundamento, y sin la ayuda correspondiente.
Lejos de ayudar a los padres, les atan de pies y manos.
Pero pasó lo esperado, es decir, que sale el coraje y la necesidad de proteger a los hijos, con cautela, pero determinación, a pesar de los intereses incomprensibles de las instituciones públicas
Amanda es un grupo de apoyo, con vocación apartidista y laica, para madres y padres cuyas hijas o hijos se auto identifican como «trans» o «no binarios». Su objetivo es ayudar a que las madres y los padres respondan de una manera cuidadosa a la búsqueda de autoconocimiento por parte de sus hijas e hijos cuando pueden estar sometidos a la disforia de género de inicio rápido durante los complicados años que dura la adolescencia teniendo cautela ante las soluciones médicas y quirúrgicas irreversibles como respuesta a la disforia de género de inicio rápido, al considerar que explorar su sexualidad y los roles de género forma parte del desarrollo infantil normal.
Ellos nos piden encarecidamente leer y firmar su manifiesto para conseguir que sus hijos puedan vivir su pubertad y adolescencia sin interferencias.
Mensaje para las familias y la sociedad
FIRMA SI ESTÁS DE ACUERDO con nuestro Manifiesto.
Madres, Padres: Necesitamos que leáis esta carta. Es importante, el tiempo se agota. Esta información puede evitar que vuestras hijas e hijos acaben con daños físicos irreparables y con secuelas psicológicas que necesiten terapia durante años. La nueva legislación que se quiere aprobar en España que legimitará la autodeterminación de la identidad de género tendrá consecuencias nefastas para niñas y niños. Somos AMANDA, Agrupación de Madres de Adolescentes y Niñas con Disforia Acelerada y nuestro objetivo con esta carta abierta es dar a conocer a todas las madres y padres la realidad del contagio social de la Disforia de Género de Inicio Rápido (conocida como DGIR) y las terribles consecuencias que su abordaje inadecuado puede provocar en el futuro de aquellos a quienes más queremos. Al mismo tiempo, queremos pedir prudencia y cautela a todos los grupos políticos del arco parlamentario a la hora de legislar, tanto a nivel nacional como autonómico, para evitar que cuestiones acientíficas entren a formar parte del ordenamiento jurídico con consecuencias muy graves para la infancia y la adolescencia. Puede que esto de la DGIR no os diga nada a muchos de vosotras/os o que no hayáis oído hablar nunca de esta forma de disforia de género, aun encontrándonos en medio del debate social sobre el anteproyecto de la llamada “ley Trans”. ¿Qué es la disforia de género? Se define como una fuerte disconformidad de la persona con su sexo biológico, manifestada desde edades muy tempranas. Según datos de American Academy of Pediatrics su incidencia es de alrededor de 0,3 de cada 10.000 mujeres y 1 de cada 10.000 varones. A diferencia de la clásica disforia de género, en los últimos años se ha desarrollado, como fenómeno nuevo, la Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR), producto del contagio social, que se presenta de forma repentina en la pubertad y adolescencia, etapas del desarrollo de la persona que se caracterizan por el descubrimiento, entre otras cuestiones, de su sexualidad y de su lugar en el mundo. Esta forma de disforia de género, insólita hasta hace pocos años, es más frecuente en niñas (7 de cada 10 casos) y en un alto grado suelen tener de fondo problemas subyacentes sin tratar como el autismo, TDAH, TOC, trastornos alimenticios, etc. Las cifras de afectadas/os por DGIR crecen a un ritmo frenético. Por ejemplo, en Madrid, la Unidad de Identidad de Género ha visto un incremento de solicitudes de atención del 500% entre 2017 y 2019, la mayoría de ellas de chicas muy jóvenes. En otros países, como Gran Bretaña, este incremento ha sido del 4000% entre 2009 y 2018.Este aumento se produce a nivel mundial. Diversas voces expertas, en muchos momentos acalladas por intereses políticos y económicos, alertan de que las y los menores son muy influenciados por contenidos de redes sociales, sobre todo Instagram, YouTube y TikTok, con la presencia de personajes creados expresamente en series emitidas en diversas plataformas de streaming y un discurso social dominante en el que la disforia de género es la explicación que se ofrece ante cualquier malestar con el propio cuerpo, con los roles y estereotipos de género asignados por nuestra sociedad a cada sexo y/o con una orientación sexual no heterosexual; disforia de género que requeriría, necesariamente, según dicho discurso, de una transición médica irreversible. Esta influencia es especialmente relevante en adolescentes emocionalmente vulnerables que, como ya hemos comentado, podrían estar atravesando una depresión, algún trastorno sin tratar, alguna patología previa de salud mental, espectro autista, dificultades de integración en el grupo de iguales, etc. Estas/os adolescentes manifiestan este malestar de forma repentina, pretenden obligar a su entorno a llamarles por sus nombres y pronombres elegidos y exigen el comienzo de tratamientos hormonales y quirúrgicos. Aceptar estos cambios, sin más, supondría, no sólo una mutilación, sino también una medicalización de por vida de cuerpos sanos en pleno desarrollo. ¿Sabéis qué es muy relevante y no se nos suele contar a madres y padres? Que la DGIR se supera sin transición médica en la casi totalidad de los casos al finalizar la adolescencia con el adecuado apoyo familiar y profesional. Ya se han aprobado leyes autonómicas, tanto en comunidades autónomas gobernadas por partidos de derechas como por partidos de izquierdas, que dificultan el adecuado apoyo a las y los menores con DGIR, que aceptan el autodiagnóstico de disforia de género por el adolescente de forma incuestionable, dificultando una atención profesional rigurosa a nuestras hijas e hijos, tanto en el ámbito sanitario como en el educativo. También se ha aprobado la conocida como Ley Rhodes o Ley de Protección a la Infancia que, junto a medidas necesarias para la protección de la infancia, ha introducido de forma opaca conceptos de identidad de género sentido avalando las teorías acientíficas de la identidad de género como si realmente protegiera a la infancia en lugar de perjudicarla. Continuar por este camino ya iniciado, con la tramitación del anteproyecto de la ley conocida como “Ley Trans”, pone en peligro incluso la patria potestad por parte de las madres y padres que buscamos acompañar de forma respetuosa a nuestras hijas e hijos con DGIR. Esto es así porque, de acuerdo con lo que recoge el anteproyecto de ley, no atender la voluntad del menor para iniciar el proceso de transición se considerará situación de riesgo con intervención de un defensor judicial ajeno a la familia. No queremos que, dentro de unos años, una vez superada la difícil etapa de la adolescencia, nuestras hijas e hijos descubran que sus familias y la sociedad les fallaron, dañándoles de forma irreversible al aceptar que, a diferencia de cualquier otra circunstancia sanitaria o jurídica, ellas sí podían realizar un autodiagnóstico de disforia y decidir libremente sus propios tratamientos sin respaldo científico: bloqueadores de la pubertad, hormonación cruzada y cirugía. Y que sus madres y padres no pudieron impedirlo bajo amenaza de perder su tutela. Necesitamos, madres y padres, que entendáis la gravedad de la situación. Nos jugamos el derecho a la salud física y mental de las generaciones más jóvenes, a las que profesionales serios de la psicología y la medicina podrían estar ayudando a profundizar en las causas de su malestar en lugar de adoptar medidas irreversibles en un momento vital que se caracteriza por una enorme volubilidad. Necesitamos que nos acompañéis para que el gobierno y todos los partidos políticos escuchen nuestra petición de prudencia y diálogo social a la hora de legislar. Ante la preocupante situación para nuestra infancia y adolescencia: 1. Reclamamos la apertura de un espacio y tiempo de diálogo del Gobierno de España y los distintos grupos políticos con el movimiento feminista, con AMANDA, agrupación de familias de todo el territorio nacional críticas de género y con las entidades representativas de los colectivos profesionales de atención médica, psicológica y social a la infancia. 2. Interpelamos al Defensor del Pueblo para que estudie cómo es posible que, mientras en países de nuestro entorno que llevan años atendiendo a las y los menores desde un enfoque exclusivamente afirmativo están saliendo a la luz múltiples estudios que demuestran lo dañina de esta postura y se están produciendo cambios legislativos para frenar esa tendencia, en España el Ministerio de Igualdad únicamente ve aceptable tomar esta camino que la comunidad científica está comenzando a reconocer equivocado. 3. Demandamos del Ministerio de Educación un acuerdo de mínimos a nivel nacional respecto al contenido de la formación en coeducación igualdad entre hombres y mujeres que se imparte en los centros educativos y la formación exigida a quienes los imparten, no confundiendo formación en igualdad con promoción de la diversidad de identidades de género. 4. Exigimos la adopción de una postura prudente por parte del legislador en lo concerniente a los jóvenes con disforia de género: a) que permita a madres y padres, buscar la mejor atención para sus hijas e hijos, sin miedo a que las instituciones consideren que sus hijas e hijos se encuentran en situación de riesgo por la no aceptación por parte de sus progenitores de su autodiagnóstico b) que permita el desarrollo de una atención con profesionales que no sientan miedo ante la amenaza de ser denunciados si su práctica profesional busca un diagnóstico diferencial que ayude a su paciente, sin aceptar sin más el autodiagnóstico que éste realice; c) que no permita la modificación del sexo registral a menores de 18 años. Entendemos que esta prudencia pasa, necesariamente, tanto por la la revisión crítica del articulado del anteproyecto de la Ley Trans, como por la modificación del articulado tanto de la Ley de Protección a la Infancia, como de diversas leyes autonómicas y protocolos sanitarios y educativos. Por ello, pedimos vuestra firma AQUI
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