Dicen los gurús que las fake news limitan los derechos y libertades fundamentales, o lo que desde hace siglos otro nos dijo: “la verdad os hará libres”.
Hoy me debato entre la ley y la verdad, entre la comunicación y la mentira. Porque cada vez más el uso de esta palabra fake, incluso desplaza a la temida mentira. ¿Es ahora la mentira más usada que hace décadas en la comunicación? Yo diría que internet lo único que ha posibilitado es su rápida viralización y la oportunidad de reconocerla. Por lo que no nos tiremos de los pelos, sino más bien, parémonos a reflexionar en qué decimos cuando no decimos verdad, y lo que sucede en nosotros, en los demás, y en nuestras relaciones con ellos. Independientemente de si nos situamos en una comunicación personal, o profesional, de una de empresa o de un político, de un medio de comunicación o de un grupo de interés cualquiera.
Para comenzar diría que lo más importante para comunicar es conocerse, saber quiénes somos para contarlo luego a los demás. Y como sabemos, uno se conoce en cuanto que se comunica con los demás, somos seres sociales por antonomasia. El primer lugar donde nos comunicamos, relacionamos es en la familia, luego los amigos y poco después llega el trabajo y la comunidad. Y como en todo, aprendemos de lo que vemos y escuchamos, de lo que hacen nuestros mayores. ¿Qué les estamos enseñando a nuestros menores? Que podemos decir tantas mentiras de nosotros mismos como queramos, pues solo importa el cristal con el que se mira, otra mentira.
Me parece imprescindible definir la palabra verdad y la mentira. Si acudimos a la RAE., nos indica que es la conformidad de lo que se dice, con lo que se siente y con lo que se piensa. Y justo lo contrario es la mentira, la expresión en la que las 3 cosas no se dan. Otros lo llamamos coherencia.
¿Qué les estamos enseñando a nuestros menores? Que podemos decir tantas mentiras de nosotros mismos como queramos, pues solo importa el cristal con el que se mira, otra mentira
Y pensaréis, ¿todo esto a donde nos lleva? el camino es claro, hacia la divulgación en redes sociales y en internet de nuestro propio yo diluido en mentiras. Si para nuestro propio perfil mentimos en nombre, edad, e incluso en la imagen con una foto retocada, cuanto no más lo haremos con nuestras empresas, con las marcas, con nuestras ideas, algo que además podemos variar en el tiempo. De ahí que las fake, las mentiras se apoderen de las redes. De que se conviertan en seña de identidad, aunque sea a costa de nuestro propio concepto y el de las futuras generaciones.
Podría parecer que los culpables son los medios tecnológicos, pero veamos sus posibilidades. Nos permiten relacionarnos con mayor número de personas, nos ponen a prueba constante, nos hace reflexionar sobre lo que somos y queremos ser. Nos da a elegir entre tener una identidad líquida o ser auténticos. De mostrarnos tal y cómo somos, valientes, aún a pesar de no gustar a todos. Esto será precisamente lo que nos hará virales, ser capaces de tener criterio, de saber cuándo sí y, cuándo no. Pues es lo que hoy se echa en falta, la actitud crítica, tener un criterio propio, en el que no nos dejamos arrastrar por la corriente, cualquiera que sea.
Para mí, un ejemplo de comunicación empresarial de calidad debe estar basada en la verdad, en la identidad coherente de sus personas, de sus equipos, en los que la huella digital de lo que se haya dicho no es una losa sino un recorrido de coherencia, de la maduración de un ser, de un producto, de una empresa. Como es lógico y sucede en nuestra propia vida, vivimos y aprendemos, nos forjamos en lo que nos sucede. De ahí, que sea muy importante que antes de lanzarnos a comunicar quienes somos, seamos capaces de conocernos, y de igual forma sucede en las empresas. ¿Comunicas sin realizar un DAFO? Pues te aseguro una crisis reputacional.
Y en esto de la comunicación como en todo, hemos de estar dispuestos a rectificar si es que cometemos un error. Para eso hemos de ser conscientes de que no siempre somos perfectos ni los mejores, sino que tenemos defectos y cometemos errores. Si en tu relación personal eres capaz de disculparte con un amigo, por qué no hacerlo como marca. Lo contrario sería poco inteligente todo sea dicho.
No convivir con la mentira en ninguno de los ámbitos de la vida, cosa difícil a día de hoy. Nada más tenemos que pensar en 4 redes sociales y las fotos que hemos puesto de perfil de nuestra propia red. Cierto, podemos ser poliedros, y mostrar una verdad de nosotros, pero, todas ellas compondrán lo que somos. Ojo con siempre ir disfrazados, con careta, porque el día que no te apetezca actuar, o jugar el rol que tú mismo te has creado en la red, en el trabajo, en casa, o allá donde quieras ir. Ese día, comunicarás lo que realmente eres, ese día las expectativas sobre ti cambiarán. Creo que es mucho más liviano mostrarse tal y como uno es, además de más sencillo, que mirar siempre quien debo ser en cada momento, ya sea con mi persona, con mi marca personal, o con lo que muestro de mi empresa. Cuidado con decir que eres capaz de hacer algo como un experto cuando en realidad no tienes ni idea, porque en algún momento el otro lo notará, y ya no creerá nunca más en ti, se llama pérdida de confianza, y está basada en la verdad.
Cuidado con decir que eres capaz de hacer algo como un experto cuando en realidad no tienes ni idea, porque en algún momento el otro lo notará, y ya no creerá nunca más en ti, se llama pérdida de confianza, y está basada en la verdad.
Es lo mejor de la verdad, que siempre sale a flote. Y ello aunque al padre de la mentira le pese y se obstine en eliminar a los que viven en verdad. La recompensa más allá de la libertad es la felicidad, la autenticidad, y el sueño de poder dormir muy tranquilos. Pues no ser éticos solo podrá perjudicarnos a nosotros mismos y lo peor, a nuestras generaciones futuras.
¿De verdad quieres seguir viviendo en la mentira?
Comunica quien eres sin diluirte, siéntete veraz.
Te aseguro que algo cambiará dentro de ti, y a tu alrededor.
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