El suicidio, un problema social creciente: 700 personas piden ayuda a diario contra esta lacra, y anualmente se cobra alrededor de 1 millón de vidas en el mundo, por cada persona que lo consigue más de veinte lo intentan. Además, el número de allegados a los que afecta es incontable.
En España los fallecimientos por suicidio se vienen registrando desde 1906. Desde entonces el número de fallecimientos anuales por esta causa ha variado enormemente en nuestro país, llegando a cerca de 4.000 en los años centrales de la pandemia. El nuevo teléfono 024 para la prevención, detección precoz y la atención a personas con pensamientos, ideaciones o planes de conducta suicida, ha recibido en los últimos meses cerca de 700 llamadas diarias, lo que da una idea de la magnitud del problema en nuestro país.
El nuevo teléfono 024 para la prevención, detección precoz y la atención a personas con pensamientos, ideaciones o planes de conducta suicida, ha recibido en los últimos meses cerca de 700 llamadas diarias
Por rango de edad, hay algunos datos sorprendentes: el suicidio es ya la principal causa de muerte en jóvenes en España; contabilizándose cada vez más casos en edades muy tempranas; de hecho, según las últimas estadísticas 14 menores de 15 años (7 niños y 7 niñas) se quitaron la vida. Esta es la mayor tasa de suicidios de menores de 15 años en nuestro país. La crisis ocasionada por la pandemia ha provocado, entre otras muchas cosas, que el número de trastornos mentales y de la conducta entre menores de edad se haya visto triplicado, habiéndose incrementado el número de intentos suicidas en un 250%.
En población adulta la depresión y la ansiedad también se han incrementado: el triple y el cuádruple respectivamente. De hecho, el rango de edad en el que más fallecimientos ocurrieron fue en el de las personas comprendidas entre los 40 y los 59 años. Más de 1.000 personas mayores de 70 años fallecieron por suicidio, habiendo aumentado la cifra, comparando con el año anterior, en un 20%.
«Y estas son las cifras registradas, las que sí conocemos: cuántas personas habrá sin atención especializada, sin diagnóstico, cuántos suicidios se ocultan detrás de otras causas de muerte. Cuántas personas se quedan fuera de estas cifras…», se lamenta Paula Gª Valverde Fonseca, autora de «Prevenir el suicidio» (Arcopress, 2022), una obra con la que esta experta en trastorno mental y especialista en suicidio ha querido dotar a la sociedad de una herramienta hasta ahora inexistente.
La obra se ofrece como una herramienta necesaria para todos, en especial para padres y madres pero también para especialistas en la salud mental y los propios jóvenes. En ella se realiza un completo análisis de las ideaciones y actos suicidas, desde la visión histórica hasta la postvención, convirtiendo un tema complicado en una guía completa y sencilla.
«Nuestra hija Ariadna se suicidó el 24 de enero de 2015. Ni nosotros, ni el psicólogo que la trató los últimos tres meses ni la doctora de Atención Primaria teníamos los conocimientos que aporta esta guía»
«Nuestra hija Ariadna se suicidó el 24 de enero de 2015, no teníamos ninguno de los conocimientos que aporta esta guía, el psicólogo que la trató los últimos tres meses y la doctora de Atención Primaria que la atendió tampoco. Esto nos hizo convertir nuestro duelo en lucha por la prevención», resume en el prólogo del libro José Carlos Soto Madrigal activista por la Prevención del Suicidio, y Codirector del Grupo de Ayuda para Supervivientes de Suicidio de Princesa 81, que añade: «No podemos decir que con este libro lo hubiéramos evitado, pero sí que las herramientas que aporta nos hubieran hecho actuar de una forma mejor».
El libro denuncia el gran silencio que hay en torno al suicidio, y cómo ese silencio dificulta que quien se plantea esa salida como última alternativa encuentre la ayuda que necesita. El estigma asociado a la salud mental, los mitos sobre el suicidio o los tabúes generados en la sociedad son, señala la autora, los culpables de ello.
La obra aboga también por romper esas barreras: hablamos sobre el suicidio para poder prevenirlo. Ya que en un momento dado cualquier persona puede sentirse tan desbordada, abrumada, sola o desesperanzada que le lleve a plantearse una solución trágica.
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