La melodía del almendro vuelve todos los años recordando con añoranza aquella infancia en la que la escuchábamos una y otra vez en la tele, mientras que algunos de nosotros escribíamos la carta a los Reyes Magos comiendo turrón.
Los abrazos y la sorpresa de los padres que esperan se repiten cada año por estas fechas con ilusión, la ilusión de disfrutar unos días en familia, en armonía, como el recordatorio de lo que debería ser la armonía de la humanidad, algo que a veces parece casi una utopía.
Me viene a la mente el anuncio del farero, en aquella época no podía imaginar que alguna vez yo sería ese farero que espera la llegada de sus hijos, sin faro pero con GPS.
La luz del faro ilumina la entrada en el puerto cuando no se ve, al igual que la familia ilumina, su luz atrae y muestra el camino para volver, incluso si eres un hijo pródigo, siempre habrá alguien esperando.
En estos días de confusión deberíamos volver a lo auténtico, a la familia, a las raíces, a la esencia de la humanidad, incluso podríamos atrevernos a enfrentarnos a nosotros mismos, a meditar sobre nuestras acciones, y a recordar el por qué de la Navidad. Este el es regalo que nos trae la “vuelta” del Niño Jesús por estas fechas, es la luz que orienta nuestro norte y que nunca se apagará.
La familia, a pesar de los 16 tipos de relaciones que aspiran a serlo sin éxito, sigue siendo referente cuando uno se pierde y necesita encontrar el camino, repostar gasolina, dialogar, o simplemente atracar, estar y descansar, sin temor a ser juzgados sabiendo que el amor ronda en el aire. Las tradiciones nos dan estabilidad, nos recuerdan lo importante de la vida. Si a ello le espolvoreamos amor y buena voluntad, el cóctel estará completo, y la felicidad servida.
Volver a la familia es volver a lo auténtico, al amor incondicional, y la Navidad, como cada año, nos pone en nuestro sitio, en el camino de lo que siempre anhela el hombre.
¡Dios que suerte tengo! Es más que un #, es la suerte de saberse querido por Dios y tener la esperanza en un mundo mejor, y en esta esperanza vivimos todos, especialmente los enfermos y los pobres y necesitados, quienes sin duda están mas cercanos a la familia de Nazaret.
«Amar es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad”. Gottfried Leibniz
Muchas son las recetas sobre la búsqueda de la felicidad que no son sino remixes del mensaje de Jesús, cuyo nacimiento ahora celebramos:
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Gracias Señor por nacer, por haberte hecho hombre y quedarte para siempre con nosotros.
Celebremos estos días que traerán la noticia de nuestra salvación… ¡Feliz Navidad a todos!
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: