Me ocurre muchas veces que, en cuanto preguntan aquello de «¿a qué te dedicas?», surge la expresión de sorpresa ante una respuesta inesperada: «mejoro la imagen de otras personas». A unos les provoca fascinación y a otros cierta alergia ante lo que consideran frívolo, pero es curioso… pocos entienden lo que realmente significa la imagen personal.
Es muy respetable que una persona busque ganar seguridad en sí misma y quiera proyectar sus logros en los demás, sea en la forma que sea, como un valor añadido.Unos invertirán en clases de inglés, otros en clases de cocina y otros optarán por invertir en su imagen personal, en cualquiera de sus categorías, según necesidad.
De inmediato salta la alarma, en aquellos que piensan que todos los que se dedican a esto de preocuparse por su físico y demás son seres superficiales, e igualmente están los que creen con cierta fascinación, que los asesores de imagen debemos de andar todo el día entre ropa de firma, saraos y que tenemos suerte de que nos paguen por decirle a otros cómo deberían vestir o asistir a determinados lugares según el caso. Luego están las personas que consumen estos servicios, los cuales son nuestros mejores prescriptores. A todos, con simpatía y gran respeto les digo que ciertamente es una dedicación muy satisfactoria y también compleja.
Pero, más allá de todo lo que piensen unos u otros, tener buena imagen personal implica una serie de valores que, si los implementamos y llevamos a la práctica, provocarán que todo aquel que nos mire y nos escuche se lleve una grata impresión sobre nosotros. Cuidar la imagen personal es una forma de expresión y de comportamiento en sociedad.
Al trabajar con las personas, ciertamente, están las que quieren proyectar la mejor versión de sí mismas, que aunque ya disponen de una imagen estupenda, buscan la forma de transmitir valores que implicarán dar el gran salto, un paso más hacia el éxito, cada cual en el ámbito buscado, laboral, personal o social, porque buscan transmitir el mensaje correcto, a través de la ropa, los colores o su forma de actuación, imprimiendo en los demás una imagen renovada o porque simplemente les apetece verse diferente y necesitan un cambio de aires, totalmente respetable.
Aparte de esto, que para algunos podría resultar la parte más frívola, están aquellas personas que no saben cómo acertar, ya sea al vestir o al asistir a algún evento, historias de personas en las que se detecta que algo les está causando cierta inseguridad y por lo tanto no les permite avanzar en su camino, sea el que sea, que es suyo, con lo cual debemos actuar con discreción, confidente de sus preocupaciones, sus circunstancias y sus anhelos.
¿Y qué hay de malo en buscar una mejor versión de nosotros mismos? como decía Tom Ford «Vestir bien es un acto de buena educación y respeto, ante los demás y hacia ti mismo».
¡Qué más da el motivo por el cual queramos vernos mejor! porque lejos de verter prejuicios sobre alguien que se cuida y esfuerza por causarnos buena impresión, ésta debería ser admirada.
Lo más importante es que hallemos la clave que nos haga sentir bien con nosotros mismos, que nos definan como persona y que implique no ir disfrazados de alguien que no somos. Solo así, reconoceremos que nos gustamos, que nos queremos y que deseamos, con la mejor intención, dar lo mejor de nosotros ante el mundo.
Mimarnos mucho.