Dentro de una cueva, después de un día duro de trabajo, el “Valiente”, le explicaba al resto de la tribu como había conseguido cazar a un ciervo. Utilizó un arco que él mismo había fabricado, con sus propias manos, como le gustaba recordar a sus compañeros.
El «Valiente” utilizaba una pintura rojiza trazando en algunos casos de forma fina, gruesa e incluso babosa al animal que servía de alimento para los próximos días para su tribu. Probablemente no era consciente que esa imagen fuera a perdurar unos 65.000 años hasta nuestros días. Esa forma de comunicación entre sus compañeros, posiblemente se haya producido en muchos más lugares, sin embargo las condiciones, catástrofes o su pérdida, sean muchos menos los que han viajando en el tiempo hasta nosotros. Esa instantánea del pasado nos ha proporcionado una valiosa información de nuestros antepasados.
Durante el siglo V antes de cristo, Sócrates realizo un filtro para comprobar el interés sobre las partes de algún tipo de información que se desea transmitir:
- Verdad: la información que se desea transmitir es veraz, se puede comprobar con la participación de las partes que es cierta.
- Bondad: la información es beneficiosa para todos. Es decir, no perjudica a nadie, ni tan si quiera al emisor como al receptor.
- Utilidad: es útil la información que se desea transmitir. Sirve para mejorar la vida de cada uno.
Si no se cumple alguno de los tres supuestos, en ese caso, la información que se pretende transmitir no ha superado el filtro. Por tanto, no es necesario transmitirla. Se convertiría en un bulo, un cotilleo, en todo caso en un rumor.
Unos mil años posteriores, en el siglo IV, había unos personajes eruditos, al servicio de los estamentos más poderosos, entre ellos el clero. Eran los encargados de crear copias de los escritos. Esa labor la realizaban con mesura, tediosa calidad, con buenos conocimientos y se trataba de difundir entre un sector muy concreto de la sociedad aquellos escritos y enseñanzas que transmitían las palabras. Los Escribas creaban un número muy limitado de copias, pero con extremo cuidado, proporcionándoles una alta calidad tanto en las formas como en el fondo.
De nuevo, unos mil años después, Gutenberg inventó la imprenta. Aunque hay teorías que se creó con anterioridad, sin embargo, en Europa fue el propulsor de realizar una mayor difusión de la comunicación. Editó libros de forma mecanizada haciendo popular la información. Tal vez, no tenía la misma calidad que la labor de los escribanos, pero permitió llegar a lugares, estratos sociales que hasta entonces sólo había estado al alcance de unos pocos privilegiados.
A finales del siglo XIX, gracias a las nuevas investigaciones en el campo de la termodinámica y al electromagnetismo comprendimos que éramos capaces de mecanizar procesos repetitivos, incluso en algunos casos peligrosos. Surgió la llamada “Revolución Industrial”. Comenzamos a tener prisa. Sin embargo, nos permitió ocuparnos de otras labores que las máquinas no son capaces de realizar.
Marconi en 1897 realizó la primera transmisión por radio y John Logie Baird en 1923 en la ciudad de Hastings en Inglaterra inventó la televisión, pero no se no hizo una emisión hasta el 1926. Estos medios significaron un cambio importante en la forma que los responsables en comunicación pudieron llegar a los hogares. Series, noticias, programas del entretenimiento abrieron un nuevo campo que consiguieron, en algunos casos, acercar de forma significativa la tecnología y la ciencia al gran público.
Ejemplo, podemos recordar la serie “Cosmos”, con el divulgador Carl Sagan. El cual, nos acercó al Universo, con todo su esplendor, nos enseñó la belleza de la física y las matemáticas.
Incluso más cerca, programas de divulgación como “El Hombre y la Tierra”, del fallecido Félix Rodríguez de la Fuente. Con un rigor, buena exposición y un trabajo de campo extenso, nos permitió observar la naturaleza desde un punto de vista que marcó una diferencia.
Durante el siglo XX surgió un movimiento de comunicación que no ha tenido precedentes. Desde los primeros ordenadores personales en el año 1982, con los Sprectrum, MSX y los Amstrad, con memorias que no superaban la capacidad de un archivo de Word actualmente. Comenzó una nueva era en la forma de almacenar y tratar la información.
En los años 90 descubrimos que podíamos comunicarnos de otra forma mucho más masiva. Utilizando redes de conexión comenzamos a relacionarnos evitando distancias e incluso fronteras. Nació las redes de las redes.
Internet nos ha facilitado, en cierta manera, la vida proporcionándonos:
Aunque tuvo unos inicios débiles, tuvo un destacado protagonismo en las Universidades, sobre todo para la transmisión de información entre los físicos de partículas, los cuales generaban una gran cantidad de datos con sus experimentos. Además de entidades gubernamentales como el Pentágono en los Estados Unidos.
A pesar de la crisis “de las punto com” en 1998, el siglo XXI irrumpió con nuevas formas de contacto utilizando Internet y a esto le añadimos el salto tecnológico que supuso los teléfonos inteligentes, tenemos como resultado el marco perfecto para que aparecieran las redes sociales. Lo cual, ha constituido una forma más comunitaria de comunicarnos entre nosotros.
Como cualquier avance, dependiendo de su uso, tiene ventajas e inconvenientes que son relativos a la forma en que se produce la difusión de la información. Apareciendo sus retractores y sus incondicionales. Aunque, no nos debe dejar de sorprender que ha alcanzado unas cuotas de difusión que jamás se habían experimentado, ni tan si quiera con la televisión. el cada vez más ausente control de los contenidos llega hasta afectar incluso, mermando su calidad, en particular en lo que se refiere a la comunicación tanto científica como tecnológica.
La ausencia de control no se transmite en una mejora en los derechos en lo que respecta a la información, puede en algunos casos traducirse precisamente en lo contrario.
La ausencia de control no se transmite en una mejora en los derechos en lo que respecta a la información, puede en algunos casos traducirse precisamente en lo contrario. Es decir, si no hay garantías de que los contenidos sean fiables, la información contrastada y el mensaje neutral, se está violando los derechos a recibir una información de calidad y están siendo afectados mi capacidad para generar una opinión libre y ausente de manipulación. La responsabilidad se ha trasladado al consumidor de contenidos. Proveyéndole de las habilidades necesarias para ser capaz de discernir de los contenidos de calidad en el caso de la comunicación científica y tecnológica.
Sin embargo, este término es una leyenda inviable, porque el consumidor, en la mayoría de los casos, carece de los conocimientos, formación y habilidades necesarias para ejercer una defensa y poder separar los mensajes en función de su autenticidad y calidad.
Precisamente nos aparece una pregunta obvia. Que nos está rondando desde hace décadas y que el periodismo en general, científico y tecnológico en particular, en muchas ocasiones no es capaz de responder:
¿Están justificadas las formas y el fondo en aras de la comunicación independientemente de la calidad de esta?
Tenemos numerosos ejemplos que han coartado el derecho de recibir información de calidad. Y ese es uno de los peligros de las redes sociales. Como podemos asegurarnos que la información que recibimos es de la calidad suficiente, sobre todo en ciencia y tecnología, donde no tenemos los suficientes conocimientos para ser partícipes de discernir eficazmente filtrando lo auténticamente vezar e información de calidad.
No hay que olvidar, que en la actualidad, cualquiera puede crear un soporte suficiente para difundir la información que desee. De tal manera, que parezca que está revestida de cierta calidad. Veamos algunos ejemplos:
El problema, es que en algunos casos son comunidades con cerca de 900.000 seguidores.
Además, normalmente confundimos aspectos esenciales en la transmisión de información. Por ejemplo, la opinión en contra de la comunicación y todas las posibilidades intermedias, tal y como se refleja en la pirámide especulativa:
Últimamente, gracias a las redes sociales, se está mezclando la opinión, con el rumor, el cotilleo y así hasta la comunicación. En algunos casos, es interesante ese ruido mediático para generar confusión, alarma social, en definitiva, sensacionalismo. La actuación del comunicador, el divulgador tecnológico y científico, consiste precisamente en arrojar luz, cordura y templanza en la comunicación, separándose de la especulación, cotilleos, rumores y opiniones. Sobre aspectos científicos no se puede opinar, se puede rebatir, contrastar, comprobar, incluso en algunos momentos intuir, pero jamás opinar, crear un rumor, cotillear, especular ni tan si quiera juzgar.
Para ello se puede utilizar un filtro más avanzado:
Para que una comunicación dentro de la tecnología y la ciencia se pueda considerar como tal, habrá que cumplir cinco características:
- Veraz. Contrastar la información con todas las partes que intervengan. Intentar llegar al origen, a la fuente de la información. Evitando los mediadores. Afortunadamente hay fuentes que gozan no sólo de un prestigio, si no que ellos mismos ya aplican sus controles de calidad para que la comunicación sea de calidad. Dentro del mundo científico, en los grupos de investigación, las universidades, grupos de trabajo, empresas de investigación y desarrollo, tienen importantes protocolos de calidad que filtran, en origen, las investigaciones y avances que se están desarrollando.
- Riguroso. Necesariamente tiene que ser posible de demostrar, comprobar y que sea una información completa. En algunos casos, la rapidez, el poco espacio, la necesidad informativa genera una comunicación parcial e incompleta. Es un error, puesto que puede ocurrir que estemos dejando aspectos importantes tanto para su comprensión como en detrimento de la verdad.
- Objetivo. Tiene que haber una finalidad concreta. Si el avance tecnológico o científico no contempla una finalidad e incluso un beneficio para algún colectivo, individual o en general, no se trata de una comunicación eficaz. Aunque la finalidad principal sería que la comunicación trata simplemente de comunicar, de forma plana, sin generar alarmismos innecesarios ni sensacionalismos.
- Claridad. En este sentido los divulgadores tienen un importante y esencial reto, que consiste en ser sencillo de entender. Aunque el desarrollo sea complejo, el comunicador tiene la labor, siendo rigurosos, de exponer de forma asequible el mensaje de la investigación.
- Útil. Este punto está muy unido al objetivo. Pero es necesario que el avance tanto tecnológico o científico, y su difusión tiene que ser útil. Es decir, si existe un avance, tenemos que ver la necesidad imperiosa de divulgarlo por su utilidad social.
Este filtro tiene dos lecturas en función de su funcionalidad:
- Es útil para considerar la necesidad de divulgar un hecho tecnológica y científico. Paralelamente de las necesidades ideológicas y económicas que en ocasiones lo suscitan.
- Pero también, es atractivo para el receptor de la comunicación y poder discernir de la calidad de la comunicación que está recibiendo. Aplicando el filtro y observando su cumplimiento, en forma de preguntas-respuestas, podremos comprobar si se trata de una comunicación efectiva.
La literatura científica y su divulgación está plagada de ejemplos para poder aplicar el Filtro. Pero, a partir del siglo XXI, acompañado con las redes sociales ha suscitado un importante incremento en la información que plantea la necesidad de comprobar la calidad de esta información.
El 13 de diciembre de 2022 se hizo la siguiente publicación en el periódico “El País” sobre la Fusión Nuclear:
Se puede consultar en el siguiente enlace: https://elpais.com/ciencia/2022-12-13/ee-uu-anuncia-un-logro-cientifico-historico-hacia-la-energia-inagotable-con-la-fusion-nuclear.html
En el artículo se realiza una muestra del funcionamiento de la Fusión Nuclear analizando los resultados obtenidos y las consecuencias en un futuro a medio y largo plazo.
Es una muestra de cómo afrontar un tema controvertido y complicado de divulgar de manera que cumpla nuestro filtro.
El comunicador debe respetar no sólo el contenido y las formas, sino también a las personas implicadas. Se tiene que preocupar de mantener la privacidad si no tiene las autorizaciones obligatorias para desvelar los participantes. Tendrá que ocultar cualquier dato que pueda identificar a los participantes involucrados.
No se podrá utilizar ninguna información que pueda dañar la reputación de los participantes. Manteniendo la finalidad de los datos que fueron recogidos.
En los estudios de investigación, científico o bien estadísticos se obvia cualquier información que pudiera identificar a los participantes que intervienen en el mismo.
En el caso de las imágenes y el sonido, aunque se obtenga la autorización pertinente es conveniente, siempre que sea posible, realizarlas manteniendo la privacidad.
Desde el punto de vista de los contenidos también el comunicador tiene que ser especialmente cuidadoso. Del mismo modo, el consumidor tiene una herramienta de referencia sobre la fiabilidad y autoría de la comunicación.
Es importante, recordar que tanto el divulgador, con su experiencia, formación, capacidad de análisis y conocimientos como el consumidor, que es el destinatario de la comunicación, tienen que ser exigentes.
Exigentes con los contenidos, las formas, con los objetivos de tal manera que el consumidor se sienta seguro y satisfecho con la comunicación.
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