Martes 19 de abril de 2005, en el Balcón central de la Basílica Vaticana aparece el cardenal Ratzinger y dice: “después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones”. Estas palabras son las primeras de Benedicto XVI, un Papa que pasará a la historia por muchos motivos, también porque el 28 de febrero de 2013 presentó su dimisión.
Vale la pena recordar parte de su Declaración del 18 de febrero de ese año, donde comunicaría una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino (…) Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”.
Un retrato humano de Benedicto XVI
Con el título “Emérito, Rebobinando a Ratzinger” (Ed. Palabra) Álvaro Sánchez León ha publicado un libro único, un retrato pintado con palabras, pero realizado con diferentes técnicas periodísticas. Con un estilo propio, Álvaro humaniza a Benedicto XVI utilizando la técnica del collage periodístico. Sobre el lienzo blanco de una vida entera, su autor emplea trazos de entrevistas, crónicas, análisis, citas de biografías, textos del propio Joseph Ratzinger, recortes de prensa, relatos de ficción y fotografías para dibujar, a pinceladas impresionistas, el rostro del papa de la verdad en los arranques de la postverdad.
Con más de 40 testimonios cercanos de colaboradores, amigos, biógrafos de Ratzinger y vaticanistas, Sánchez León rebobina “las raíces, la hojarasca y los frutos que giran en torno a un pontificado polémico para la opinión pública desde la fumata blanca”, analizando los logros y los problemas del 265 sucesor de san Pedro al frente de la Iglesia Católica, explicando su manera de ser y de actuar “que no entendieron muchos medios de comunicación, y sometiendo al paso del tiempo y al juicio de profesionales de la comunicación algunos de los lugares comunes con los que la mala prensa le recibió desde el primer día”, afirma el autor.
Una persona sencilla
Joseph Ratzinger ha sido -¡es!- una persona muy inteligente, muy tímido, sencillo a la que solo han entendido de verdad la gente sencilla, por eso el barrio romano de Borgo Pio, en el que vivió desde que aterrizó en Roma para liderar la Congregación para la Doctrina de la Fe hasta que fue elegido Papa, es la salsa urbana donde conocemos mejor a la persona, sin aditamentos curiales, y sin reconocimientos académicos.
El portero de su edificio en la plaza de Cittá Leonina, el zapatero, el sastre, el panadero o el camarero de enfrente de su casa le recuerdan así, como un sacerdote bueno con alergia a darse importancia. Tímido, pero cercano.
Aunque Ratzinger quiso ser sacerdote desde pequeño y le pedía a los Reyes breviarios infantiles, nunca fue una persona clerical. Entendió perfectamente el papel de los laicos en la Iglesia y dio alas a todos los movimientos que ayudaban a las personas a encontrarse con Dios en medio del mundo.
Un universitario con vocación de profesor
Era un universitario tan todoterreno, que su ministerio sacerdotal era un abrazo a toda la humanidad con los brazos hermanados de la razón y la fe. El Papa emérito pasó muchos años de su vida como profesor universitario y amaba a la Universidad. Así explicaba su concepción de la Universidad: “Pienso que puede decirse que el verdadero e íntimo origen de la Universidad está en el anhelo de conocimiento que es propio del ser humano, que quiere saber qué es todo lo que le rodea. Quiere verdad (…). Es este el impulso con el que ha nacido la Universidad occidental”
Tenia vocación de profesor, pero la Voluntad de Dios le llevó a ser Papa contra su inclinación humana. Para conocerle es imprescindible leer sus libros, sus discursos, encíclicas, etc.
En su testamento espiritual dice que: “Hace ya sesenta años que acompaño el camino de la Teología, en particular de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles, demostrando ser meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la maraña de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo”.
Un homenaje periodístico
El periodismo mundial tiene que hacer un mea culpa porque ha tratado a Ratzinger injustamente. Los medios de comunicación no han querido o no han sabido entenderle. Se merece el homenaje sencillo que con este libro se pretende dar a ese profesor que llegó a ser Papa, y que se ha convertido en una de las personas más influyente, no solo para la Iglesia, sino para el mundo entero.
El autor de este homenaje Álvaro Sánchez León (Sevilla, 1979) es conocido por sus largas entrevistas. Desde José Luis Garci hasta David Gistau han charlado con él. Un par de docenas de estas entrevistas las ha recopilado hace un año en su libro «España En Pause». En 2018 publicó «En la tierra como en el cielo» (Rialp) sobre el madrileño Javier Echevarría (1932–2016). Su último libro es «Emérito. Rebobinando a Ratzinger».
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