Siempre parece que el tiempo pasa muy deprisa, pero esta vez la respuesta al recurso de inconstitucionalidad de la ley del aborto de la llamada Ley Aído, se ha hecho de rogar.
Trece años, muchos, sin noticias, seguramente estaría guardada en un cajón para que a nadie se le ocurriera sacarla en un momento inoportuno, en el que una respuesta de sentido común hiciera peligrar el esfuerzo de unos cuantos porque prevalezca el mal.
Recuerdo una concentración en la puerta del Congreso pidiendo a Rajoy el recurso que interpuso poco después. Mis hijos eran pequeños, incluso tengo fotos de aquel recuerdo nostálgico. Había cierta esperanza y podíamos confiar en que algo harían los que podían hacerlo.
Pero el tiempo nos demostró justo lo contrario, que los que tenían el poder para hacer el bien eran unos cobardes, o estaban tan desnortados como los otros… y ahora corroboramos la cobardía del partido que la interpuso y que parece que casi aplaude la rápida respuesta del Constitucional, que además de desproteger al inocente, institucionaliza el arrebato de los hijos a la tutela, amor y protección por parte de los padres sobre los hijos fruto del amor ¿Quién sabrá lo qué es mejor para ellos? ¿Quien los trajo al mundo y cuida con amor, o el Estado?
El arrebato del Estado de este derecho a proteger a los hijos por parte de sus propios padres está introduciéndose poco a poco de diversas formas, y la sociedad lo asume impasible. Como decía hace unos días Catherine L’Ecuyer, el Estado es el que está decidiendo que los hijos tengan tablets en su habitación, evidentemente gracias a los colegios que las imponen, erróneamente, como un progreso, con todos los peligros que conlleva a diferentes niveles. Que los padres no puedan proteger a un hijo que tiene dudas sobre su sexo y se le aconseje o induzca a hacer algo erróneo, porque los de fuera no van a sufrir las consecuencias de esa decisión. Que se tengan que tragar una educación sexual ideológica y desvirtuada de la dignidad personal, incluso en edades que no corresponde…
¿Es que no vemos cómo el Estado va cautivando estas decisiones en menos cabo de la unidad familiar, del amor, de la confianza, del respeto en quién quiere lo mejor para ti? ¿Incluso eliminando en la praxis el derecho de los padres a educar a los hijos según sus convicciones?
Rajoy, con poder, no hizo nada más allá de quitar el poder a las adolescentes para decidir torpemente sobre su vida sin que sus padres lo supieran. Pero el aborto es irreversible, y dañará la vida de las personas, no solo minando el derecho a vivir del que ya está en el vientre de su madre, sino de todas las mujeres que sufren las consecuencias del aborto en su corazón durare toda su vida. Algunas valientes, como Leire Navaidas o Esperanza Puente, hablan sin complejos del dolor que le produjo matar a sus hijos y lo que cuesta luego salir del agujero, de cómo intentas engañarte para justificarlo y la necesidad de que te digan la verdad, verdad que ellas airean valientemente.
Es curioso cómo aquellos a los que se les llena la boca de la palabra igualdad y derechos en sus discursos, son precisamente los que crean la desigualdad y anulan los derechos al vaciarles de contenido, dejando a su suerte a las personas más vulnerables con la creación de unas leyes que las dejan desprotegidas, actuando así en contra del verdadero sentido de la justicia y el servicio público hacia ciudadanos que parecen de segunda porque no tienen derecho a vivir, y dañando a la base y origen de la sociedad, que es la familia.
La maldad va tendiendo su sombra y se filtra rápidamente cuando los hombres buenos se quedan quietos.
El caso americano y el auge en esa nación de una oleada de vida, de esperanza y buena voluntad podría haberse contagiado un poco a este lado del océano, sin embargo, la maldad va tendiendo su sombra y se filtra rápidamente cuando los hombres buenos se quedan quietos, y esto es mucho más que una frase, es la realidad.
Creo que el comunicado que ha emitido la CEE sobre el aborto es muy acertado y analiza, de forma clara y concisa, para todas las personas de buena voluntad y sentido común, las terribles consecuencias de la ley, y sentido común, porque el sentido común no depende de la fe.
Algún día lloraremos los millones de víctimas que nunca pudieron siquiera ver la luz ni darnos su luz.
Aclara, que esta decisión permitirá entender el aborto como un derecho, declarando constitucional que haya seres humanos que no tienen derechos, y avalando de este modo una ley ideológica, anticientífica y que promueve la desigualdad.
- Ley ideológica. Esta resolución permitirá determinar, en nombre del materialismo más radical, la eliminación de los seres humanos en la primera etapa de su vida. Es triste que la legislación y la política instauren un darwinismo social al servicio del neocapitalismo más salvaje, en vez de buscar el bien común y la defensa de los más débiles.
- Ley acientífica. Recientemente hemos afirmado en el documento «El Dios fiel mantiene su alianza» que “desde la aprobación del aborto en 1985, los conocimientos sobre el ADN, las ecografías 3D, 4D y 5D permiten afirmar aún con más contundencia que negar que existe una nueva vida en el seno de una mujer embarazada desde la concepción es irracional, y afirmar que un supuesto «derecho a decidir sobre el propio cuerpo», una falacia. Si el mundo sigue profundizando en el paradigma ecológico de los cuidados, algún día lloraremos los millones de víctimas que nunca pudieron siquiera ver la luz ni darnos su luz”.
- Ley que promueve la desigualdad, ya que permite que los Síndrome de Down sean abortados hasta los cinco meses y medio. De este modo, el Tribunal Constitucional, que debería ser el garante último de los derechos fundamentales, permitirá atentar contra la vida humana y contra la igualdad de todos. Ante esta decisión, queremos recordar que la vida humana es un don de Dios, de manera que nadie puede disponer de la vida de otro ser humano. “La vida humana es sagrada e inviolable en cada momento de su existencia, también en el inicial que precede al nacimiento. El hombre, desde el seno materno, pertenece a Dios que lo escruta y conoce todo, que lo forma y lo plasma con sus manos, que lo ve mientras es todavía un pequeño embrión informe y que en él entrevé el adulto de mañana, cuyos días están contados y cuya vocación está ya escrita en el «libro de la vida»” (San Juan Pablo II, Evangelium Vitae nº 61).
Algún día se pedirán responsabilidades por esta matanza y destrucción de los pequeños, porque cómo dice Aleksadr Solzhenitsyn, «escuchamos un clamor constante por derechos, derechos, siempre derechos, pero muy poco sobre responsabilidad». Realmente, no escuchamos nada de la responsabilidad, lo cual indica el nivel ético de las personas que nos gobiernan, tanto directamente como en la sombra, y una sociedad así gobernada, irá a su autodestrucción. Confiemos en que algunos hombres buenos resurjan de las cenizas…
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