«Una de las misiones de la universidad es enseñar al estudiante a ser un hombre culto y un buen profesional”. – Ortega y Gasset
¿Por qué cada vez más jóvenes (y no tan jóvenes), bien preparados e incluso brillantes, según sugiere su formación académica y su curriculum vitae, tienen dificultades para adaptarse a su puesto de trabajo o incluso fracasan laboralmente? Para David Cerdá, Economista y Doctor en Filosofía, en su libro “El buen profesional” (Rialp, 2019) afirma que el motivo es la falta de profesionalidad. Es una cuestión que no se aborda, o al menos no como se debería, en la formación universitaria. En este sentido, recuerda que no se cumple lo que decía Ortega y Gasset, de que una de las misiones de la universidad es enseñar al estudiante “a ser un hombre culto y un buen profesional”.
Cerdá entiende la profesionalidad como un conjunto de cualidades, “un ethos, un carácter”. Un buen profesional es una persona que posee y pone en práctica un conjunto de virtudes. Y proyectando este concepto sobre las organizaciones, se podrá decir que una organización es profesional si quienes en ella trabajan lo son.
Tras exponer los fundamentos sobre los que se asienta la profesionalidad, el autor expone una serie de actitudes, conceptos y comportamientos básicos que, por descuidados, conviene recuperar. Así, recomienda poner los cinco sentidos y conducirse con la debida prudencia cuando se dan los primeros pasos en el ámbito laboral, cuidando el trato y la comunicación con los compañeros, en cuanto que elementos fundamentales para “saber estar” en el lugar de trabajo. No menos importante, y cuando corresponda, es “saber salir” con elegancia de un puesto de trabajo y de la organización en la que se ha desarrollado.
El ejercicio profesional requiere ser competente, a base de eficacia y eficiencia; y competir “a fondo”, en el sentido de tenacidad, esfuerzo y superación, pero siempre con elegancia y deportividad. Son imprescindibles la responsabilidad y la autoexigencia, procurando la armonía entre dedicación profesional y proyecto vital. El autor también trata aspectos tan importantes como trabajar bien, la honradez, la integridad y la ética.
No cabe considerar como buen profesional a aquel que no tiene conciencia social. Para el autor, “el corazón de la profesionalidad” es entregarse en el trabajo que se desempeña y, a través de él, servir a quienes nos rodean.
Me ha parecido importante este libro, pues mi experiencia corrobora las tesis del autor: el buen profesional es alguien que trata de crecer tanto en lo profesional como en lo personal.
Aconsejo consultar la web de David Cerdá en la que puedes encontrar tanto artículos como vídeos interesantes.
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