Huir de la monotonía y la rutina, abrir la mente y el corazón, aprender y tener ganas de descubrir, curiosear y aprovechar la sensibilidad de niños y adolescentes para ver lo bello que les rodea cada día, puede hacerles comprender que todo puede volverse especial si uno lo desea.
Nos encontramos en la era del feísmo, “también en la del perfeccionismo, junto a la de la inmediatez y a la multitarea”, como añade Mariana Capurro, psicóloga especializada en niños y adolescentes. “Los niños y los adolescentes pasan muchas horas frente a las pantallas viendo y asumiendo ideales de belleza y de vidas irreales y que prácticamente sólo tienen que ver con lo superficial. El descubrir momentos de vida de personas en su mayoría desconocidas, supuestamente felices, les hace que comparen esas vidas idílicas con las propias”.
La profesional indica que el que observen en redes sociales, películas o videojuegos, viajes a sitios remotos, comidas en restaurantes maravillosos, rostros y cuerpos perfectos, compras infinitas y momentos de ensueño que no habituales en la vida normal de cualquier persona, consigue generar un sentimiento de frustración tremendo en los niños pequeños y adolescentes que consumen el contenido.
Padres formados e informados
“Como padres tenemos un papel fundamental en esto, ya que somos los responsables de educar a nuestros hijos, sin apartar su vida digital”, sostiene Capurro, quien afirma que para que esto no se convierta en un problema, los progenitores han de:
- Ser conocedores de lo que consumen los hijos en redes sociales: Pese a que parece casi imposible ponerse al día de todas las aplicaciones, han de responsabilizarse de todos los aspectos de su vida.
- Enseñarles el valor de la privacidad y la seguridad no sólo en relación a lo que ven, sino también a lo que exponen.
- Hablar abiertamente sobre lo que es real y lo que no lo es: Podemos acercarnos a ellos cuando estén consumiendo contenido en Internet y hacerles preguntas de interés, evitando juzgar para que ellos comenten.
- Transmitir el valor de la gratitud: Si somos personas que podemos valorar lo positivo de las situaciones, disfrutar y agradecer lo que tenemos, seguramente lo transmitamos a nuestros hijos.
Hallar la belleza, el placer y la felicidad de otros modos
“Las pantallas están diseñadas para generar adicción y es algo que hemos de tener muy presente, así que aprender a poner límites sobre ello resulta crucial. Tenemos que saber que todas las adicciones en el cerebro funcionan casi de la misma manera y la adicción a las pantallas está siendo cada día un problema más presente en nuestra sociedad”, explica la experta en infancia.
Para esta profesional, con niños y adolescentes que se están desarrollando y buscan el sentimiento de pertenencia y conocerse, todo esto se vuelve más difícil de gestionar.
Los estudios científicos han demostrado que el uso de pantallas hace que el cerebro libere dopamina -una de las denominadas hormonas del placer- que estimula el sistema de recompensa del cerebro. “Creo que es una muy buena idea conseguir eso de una manera más saludable, como dando paseos al aire libre, descansando bien, cooperando con los demás, escuchando la música que nos gusta…, esto es, llevando a cabo los grandes pequeños placeres de la vida. Esos momentos libres de pantalla permitirán vivir una vida real y plena”, subraya Capurro.
Ser curioso, observar y nutrirse de la sabiduría del entorno
Alma García, psicopedagoga especialista en desarrollo infantil, familia y aprendizaje, relata que de niña aprendió el concepto de belleza ejerciéndola: “Mis padres, dos personas con una gran cultura de base, lugar al que iban o experiencia que vivían era explicada como algo excepcional, bello y admirable. Cuando pasábamos por los campos amarillos de Castilla, yo fruncía el ceño, pero ellos pronunciaban la recurrente frase “todos los lugares son bonitos”. Me contaban porqué ese color y se obraba el milagro. Me parecía precioso”.
Sobre cómo aprender el significado de belleza, la profesional declara: “accediendo al mundo humano y natural lo máximo posible desde diferentes vías y modos y a poder ser, armados con herramientas como, la curiosidad, los sentidos al máximo exponente y gente sabia al lado”. García expresa que no habría que renunciar a una excursión en un día de lluvia, sino que puede enriquecer más que un día de sol: “Son importantes los porqués de lo que uno desconoce. Todo eso resulta pura magia”.
Seguidamente, la especialista en aprendizaje identifica que en el hogar deben crearse espacios y momentos para que lo vivido se fije y se relacione con la vida de cada uno. “Esto es muy útil para la transición al colegio. En familia se puede hablar de la excursión que se haya hecho, dibujar lo que se haya visto o incluso relacionarlo con algo que se visione en la televisión”.
García puntualiza que crecer consiguiendo advertir belleza en todos los lugares genera felicidad: “Es un paso para entender que nosotras -como nos dicen tanto- no deLibbemos ponernos guapas, sino que ya lo somos”.
Pérdida de la formación humanística
Javier Mateo Hidalgo, doctor en Bellas Artes y docente, certifica que las personas no podemos rechazar el concepto de belleza, pues está presente en la Naturaleza. “Nosotros formamos parte de ella y tenemos una visión armónica de las cosas. Valoramos el equilibrio, la simetría, el orden y así tratamos de representarlo a través de la capacidad creadora que tenemos. La estética resulta fundamental y, si bien es verdad que en ocasiones se ha apostado por lo contrario, también se debe a nuestra inquietud, deseo de experimentación o capacidad crítica”.
El también escritor refiere que todo esto debe de estar presente en la educación artística y creativa. “Todas las civilizaciones han pasado por ahí y no sólo desde su concepto de arte. Solamente hace falta conocer como la cultura griega o la renacentista buscaban aunar las distintas disciplinas, sumar su conocimiento en busca de recrear lo armónico y lo bello, presente desde la concha de un molusco hasta un templo de Atenas”.
Para el docente, nuestra sociedad atraviesa un momento claro de decadencia y desorientación, en parte por la pérdida de la formación humanística.
Fomentar la libertad creadora y el espíritu crítico en los niños
Como recomendación, manifiesta formar al individuo desde sus primeros años en estas cuestiones tan esenciales y:
- Fomentar su libertad creadora conduciéndole por caminos que de otra forma desconocería, dándole las herramientas para que la persona llegue a sus propias conclusiones.
- Fomentar su espíritu crítico para no dejarse manipular por los estereotipos o por otros valores más de corte ideológico o construidos bajo intereses poco ejemplares.
“Respecto a los cánones de belleza, echar la vista atrás en la historia del arte supone comprender lo artificiosos que son y cómo han cambiado dependiendo de la sociedad del momento”, asevera Mateo.
Como persona especializada en el ámbito cultural y artístico, argumenta que educar en el humanismo que se gesta en el ámbito familiar resulta una ardua y constante tarea, por lo que en muchas ocasiones puede ser más sencillo dejarse llevar por lo que dictan las modas “pasajeras y engañosas”. “Si queremos lograr una sociedad mejor y más humana hemos de continuar con esa labor.»
«A día de hoy, justo cuando la cultura se valora cada vez menos es cuando más hay que apostar por ella para lograr un nuevo ‘renacimiento’.”
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