“La familia es el primer lugar donde se aprende a escuchar, a compartir, a resistir, a respetar, a ayudar”
Una vez atravesado el Rubicón de la campaña electoral y conocido el resultado de las votaciones, debería suponer el final definitivo de una batalla que ha sacado a flote los sentimientos más negativos que hoy giran alrededor de algunos de nuestros actuales dirigentes políticos: enemistad e intransigencia hacia el contrario; un incontenible ruido de voces y palabras para desacreditar y destruir al adversario o la incapacidad para confrontar ideas de una manera positiva y dialogante.
A pesar del falaz empecinamiento en entorpecer la participación del electorado como consecuencia de la fecha elegida en plena canícula vacacional y la falta de previsión y eficacia del máximo responsable político de Correos para garantizar el voto de los desplazados de su domicilio, la rueda de la democracia, a pesar de los palos que se le ponen en el camino, no se detiene. Millones de españoles deseamos que el día 24 amanezca con la esperanza de un nuevo futuro construido sobre la verdad, la concordia y el sentido común de sus gobernantes.
Pero no ha sido todo tan sombrío en España como el panorama electoral que acabo de describir. Un joven tenista de 20 años, Carlos Alcaraz nacido en El Palmar, pedanía de Murcia, nos ha vuelto a recordar que los españoles somos capaces de pequeñas y grandes hazañas si aprendemos de quienes, como él, saben hacernos disfrutar colectivamente de su éxito personal. Nos ha demostrado lo relevante que es el dominio mental de los sentimientos derrotistas, el respeto al adversario y la fe y confianza en sí mismo y en sus propias capacidades. Todo un ejemplo para el conjunto de la sociedad.
“La preparación empieza desde muy pequeñito», decía Rafa Nadal en una de sus entrevistas, «con los valores que aprendes en tu familia, en tu casa.” Según él mismo comenta, sus padres y su tío no le hubieran permitido romper una raqueta en la pista o chillar y mostrar una conducta inapropiada. Es público y notorio que el “acompañamiento” a Carlos Alcaraz de sus padres, es una manifestación más del gran valor que la familia tiene para alcanzar los éxitos que está logrando al inicio de su joven carrera deportiva. No hay otra mejor escuela de valores y virtudes para nuestros jóvenes que los que se transmiten en el seno de la familia:
“La familia es el primer lugar donde se aprende a escuchar, a compartir, a resistir, a respetar, a ayudar” Papa Francisco.
Pero además de la familia, es necesario saber rodearse de un buen equipo de “confianza”. Saber escuchar y empatizar con quien te ayuda y protege es la clave para alcanzar las metas que te propongas en la vida. Carlos Alcaraz, al igual que Rafa Nadal cuentan con personas que además de la preparación técnica les ayudan anímica y emocionalmente. Con un simple gesto o una mirada son capaces de hacerle revertir las situaciones de más dificultad. Carlitos ha logrado su mejor triunfo en Wimbledon: conquistar el corazón de los españoles.
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