El pasado día 11 de febrero fue el Día Internacional de la Mujer y de la Niña en la Ciencia, declarado bajo ese título por Naciones Unidas.
Más que reivindicar el papel de la misma en este campo, creo que deberíamos declarar ese día como homenaje a todas esas mujeres que, a lo largo de la historia, han trabajado, estudiado y dedicado vidas al estudio de avances científicos, unas veces facilitando el punto de partida que posteriormente propiciaba dichos descubrimientos, y otras realizando ellas mismas los descubrimientos. En la mayoría de los casos a contracorriente y sin ayuda ni reconocimiento.
Si bien es cierto que el acceso a los estudios estuvo vetado a la mujer, también es cierto que tenía cierta influencia el ambiente cultural en el cual se desarrollaba, el apoyo de su familia, el nivel económico, el apoyo de los profesores…pero sobretodo el interés y coraje de ella misma, que no se rendía ante los obstáculos.
La Secretaría de Estado de I+D+I presentó estos días pasados el informe «Científicas en Cifras 2015», según el cual el porcentaje de mujeres investigadoras en España es del 39%, superando a la media de la UE (del 33%). Mientras que en España también se doctoran el mismo número de mujeres que de hombres, sin embargo, el 79% de los cargos de dirección y cátedras de universidades públicas, están ocupados por hombres, mientras que en los centros privados este porcentaje desciende al 57% igualándose al de mujeres.
Pilar López Sancho, presidenta de la Comisión mujeres y ciencia del CSIC, recuerda un estudio reciente de la revista Science, que concluía que los estereotipos sexuales sobre capacidades intelectuales empiezan a partir de los 6 años de edad e influencian los intereses de los niños de ahí en adelante. Sin embargo esto choca frontalmente con los datos anteriores sobre el sexo las personas que se doctoran.
Eran los años 60 cuando el Dartmouth College suavizó sus reglas y consintió que las mujeres ingresar a estudiar en el centro que tenían de ciencias computacionales. Mary Kenneth Keller, que nació entorno al año 1914 en Ohio, fue una de las mujeres que tuvieron esa oportunidad de estudiar allí. Pero el caso de Mary era todavía más espectacular, y prueba de nuestro refrán “el que la sigue…la consigue”. En 1932 había entrado en la congregación religiosa de las hermanas de la caridad, emitiendo sus votos perpetuos en 1940, al tiempo que iniciaba sus estudios de Bachillerato en ciencias y un master de ciencias en matemáticas, estudiando además de en Dartmouth en las universidades de Purdue y Michigan, presentado tras estos estudios su tesis doctoral “La inferencia inductiva de los patrones generados en la computadora”, convirtiéndose en la primera mujer, y la primera moja, en obtener un doctorado en ciencias de la computación, hacia el año 1965.
Fue autora de cuatro libros sobre informática y fundó y dirigió durante más de 20 años el departamento de Ciencias computacionales de la Universidad de Clarke, en Iowa. Años más tarde se bautizaría un departamento con su nombre en dicha universidad: Centro Keller de Computación y Servicios de la Información. Fue así como la hermana Mary Kenneth Keller comenzó a desarrollar el lenguaje de programación que fue llamado BASIC.
De ese periodo corresponden sus palabras en una entrevista: «Por primera vez podemos simular mecánicamente el proceso cognitivo. Podemos hacer estudios sobre la inteligencia artificial. Además de eso, este mecanismo [el ordenador] se puede utilizar para ayudar a los seres humanos en el aprendizaje. Como vamos a tener estudiantes más maduros en mayor número con el tiempo, este tipo de enseñanza, probablemente será cada vez más importante».
Sin ser la mayoría, muchas son las mujeres que han dejado su huella en la historia gracias a su interés y sus descubrimientos. Desde Hipatía de Alejandría (355-418), ejemplo de matemática, astrónoma y filósofa neoplatónica no hay muchas mujeres que trabajen en el terreno científico, sintiendo mayor atracción por las letras. Émilie du Châtelet (1706-1749) tradujo Newton al francés, dedicándose a la difusión de sus teorías, lo que la convirtió en una gran matemática y física. Su padre le dio la misma educación que a sus hermanos hombres, lo que la hizo tener acceso a la cultura, a pesar de no haber podido estudiar en la universidad.
El campo de la astronomía también ha interesado a la mujer, Caroline Herschel (1750-1848) fue otra gran astrónoma alemana que descubrió ocho cometas, de los cuales 6 llevan su nombre. Tampoco fue fácil para Sophie Germán (1776-1831), quién al no poder estudiar en ninguna institución debido a ser mujer, decidió estudiar por su cuenta. Este empeño la llevó a ser una gran matemática, destacando por su aportación a la Teoría de los números y la elasticidad gracias a su contribución a la misma con los números primos.
Augusta Ada King (1815-1852) además de matemática y escritora, también era la condesa de Lovelace e hija del poeta Lord Byron. Se la conoce por su trabajo sobre la máquina analítica y entre sus anotaciones está el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina, pudiéndose decir así que su trabajo fue un punto de partida que dará lugar posteriormente a la programación.
Casi el único nombre que salta a la cabeza cuando se pregunta a las niñas por mujeres investigadoras Marie Curie (1867-1934) y cuya fama precede a la de su marido. Polaca de nacimiento y francesa por casamiento, estudió en la Universidad de la Sorbona, fue la número uno de su promoción de estudios de Física y pionera en el campo de la radioactividad, cuyas secuelas provocadas por los experimentos la llevaron a la muerte. Fue también la primera persona en recibir dos premios Nobel por distintas especialidades, además de ser la primera mujer que ocupaba un puesto en la universidad.
Lise Meitner (1878-1968) formó parte del equipo que descubrió la fusión nuclear, pero en este caso fue su compañero Otto Hahn quién recibió el premio Nobel por dicho descubrimiento.
Albert Einstein o David Hilbert consideraron a Emmy Noether (1882-1935) como la mujer más importante en la historia de la matemática por sus estudios en el campo de la física teórica y el algebra abstracta.
Ida Tacke (1896-1978), descubrió junto a su marido el elemento renio, y fue la primera científica en presentar la idea de fisión nuclear en 1934. Pese a ser nominada para el nobel tres veces, nunca lo consiguió.
Si consiguió el Nobel de Medicina en el año 1983 Barbara McClintock (1902-1992), Científica estadounidense experta en citogenética que descubrió el proceso de transposición de elementos del genoma y lo utilizó para explicar cómo los genes determinan diferentes características físicas.
El permiso para poder estudiar concedido por su escuela británica a Dorothy Crowfoot Hodgkin (1910-1994) , fue sin duda el inicio que posibilitó, junto a su gran labor en investigación, que consiguiera 1964 el Premio Nobel de Química y la prestigiosa Medalla Copley. Pese a ello la prensa tituló la noticia como «Ama de casa de Oxford gana un Nobel».
La contribución de Rosalyn Franklin ( 1920-1958) a la comprensión del ADN, del ARN, de los virus, el carbón y el grafito fue fundamental. Aunque fue quien hizo posible la observación del ADN mediante imágenes tomadas con radios X, su trabajo no fue reconocido de la misma manera que el de sus compañeros hombres.
Esther Lederberg, nació en el Bronx, fue una microbióloga que condujo investigaciones pioneras en el campo de la genética que condujeron al entendimiento de como funcionan los genes. Su trabajo ayudó a que su marido consiguiera el Premio Nobel en 1958, sin embargo a ella nadie la nombró.
Tampoco tuvo reconocimiento Jocelyn Bell Burnell (1943) cuyo Premio Nobel fue otorgado a su tutor, pese a haber descubierto la primera radioseñal de un púlsar, que fue parte de su tesis doctoral.
Hoy día son muchas las mujeres que trabajan en la investigación, María Blasco es la directora del CNIO y su equipo está compuesto por mujeres. Abro Facebook y me encuentro iniciativas promovidas por mujeres…no conocidas ni con renombre… “trabajando 100% en el producto estrella de Sakata 3d..será el mejor filamento conocido hasta el momento…ahora toca sólo trabajar, trabajar y trabajar…con mucha ilusión”.
Y esto…como en muchas otras cosas, es lo único que importa.
Fuentes: R. en Libertad, huffingtonpost, Facebook de Maria Ester García Amezcua