Poner normas, reprender o solicitar que no se haga algo porque es considerado poco conveniente o perjudicial suele darse por parte de los padres a los niños, pero habitualmente los adultos no lo aplican para sí mismos
Normas, normas y más normas. No se trata de eso en absoluto, pero los niños necesitan sentirse contenidos y la mejor manera es acompañarlos y decirles qué está bien y qué no, pero para ello, bastaría con exponer algunas pautas para que el pequeño lo comprenda, lo acate y no se sienta abrumado.
También resulta relevante que, de estar los dos progenitores, remen en la misma dirección, se comuniquen y estén de acuerdo en lo que se establezca de cara a beneficiar al hijo. Los padres deben ser cabales en lo que comunican y mantenerse firmes sin cambiar de opinión en castigos o negativas para algo.
“Algo que se conoce en Psicología y popularmente es, que la mejor manera de enseñar es dando ejemplo”, considera Elena Tirado, psicóloga general sanitaria, quien explica que, para los niños, resulta incongruente en su estructura mental que sus principales modelos de referencia (los padres) realicen conductas y a ellos no se les permita imitarlas o se les castigue por hacerlo.
Como indica la profesional, el aprendizaje vicario (el que se da a través de la observación de los demás) enunciado por el psicólogo Albert Bandura, es un aprendizaje social muy marcado en la infancia, por esto, con frecuencia, puede visualizarse a menores con actitudes comunes en sus padres.
Los hijos observan a sus referentes y relacionan
Tal y como señala Tirado, si un niño ve a diario a sus padres usar el móvil lo deseará, del mismo modo que si escucha a menudo gritos en casa, los repetirá. “Los pequeños sienten que es injusto cuando se les niega algo, se frustran y comienzan las rabietas. Tampoco resulta el procurar explicarles razones de por qué a ellos se les exige un tipo de comportamiento que a los padres o adultos no”.
“Por el aprendizaje vicario u observacional los niños normalizan y relacionan conductas como coger el móvil con acciones que deben repetirse. Los niños ven a sus padres o entorno cercano hacerlo y entiende que el que ellos lo hagan está bien”, comenta esta psicóloga.
Para que el niño no copie aquello que no consideramos correcto, la experta subraya que la psicoeducación es determinante. “Los niños desconocen patrones de conducta que a los adultos nos resultan obvios. No saben comportarse, hay que guiarles, mostrarles y explicarles qué está permitido, qué no y los motivos”.
La reflexión de la profesional es que: “los padres recuerden que sus hijos aprenden de ellos de una manera silenciosa para después reproducir verbal y comportamentalmente”.
Normas, límites más una aclaración
Resulta adecuado que los progenitores apliquen normas y límites añadiendo una explicación para el hijo, teniendo en cuenta su edad y su etapa madurativa. “El ‘porque sí’ limita bastante el cumplimiento”, afirma Delfina Stieger, psicóloga y sexóloga.
Asimismo, comparte que sería adecuado que los progenitores actuasen con más coherencia y responsabilidad y que expongan motivos e información clara para que no les queden dudas de por qué se les pide que no actúen como ellos en ciertas circunstancias. “La coherencia en la conducta por parte de los padres resulta del todo positiva, sobre todo, cuando los niños son más pequeños, ya que es cuando más aprenden por modelado”.
Stieger expresa que es precisa la flexibilidad en las normas en función de la edad, máxime cuando lo niños son mayores y tienen más capacidad de entender el porqué de las mismas y de regular su conducta en base a ello.
María Ramos Escamilla, psicóloga y directora de Destino Kink, sostiene que, dado que los niños son grandes observadores y están en un momento de investigación, si los padres no siguen sus propias condiciones y mandatos, los menores pueden sentir confusión y desobedecer. No obstante, el facilitarles datos más concretos al respecto puede ayudarles a encontrar la lógica que demandan.
Resulta conveniente no esquivar hablar con el hijo, tener en cuenta sus emociones, preguntarle y hacerle sentir cómodo. “La comunicación abierta y la etapa o momento evolutivo del hijo también influyen en su capacidad para entender y seguir las normas en casa”, especifica la también sexóloga y terapeuta de parejas.
Padres, ¿cómo adecuar vuestro comportamiento?
“Las madres y los padres son sólidos ejemplos en la etapa infantil y ocupan un rol principal en el proceso de educación y aprendizaje”, asegura Rubén Pérez Pérez, psicólogo general sanitario.
En el caso de que al hijo se le den orientaciones de no usar el móvil en las comidas, pero las figuras de referencia (padre/madre) lo hace…, ¿qué sucede? El director de Clínica de Luria Psicología explica que:
- En los casos que haya ausencia de coherencia entre lo ‘dicho’ y lo ‘hecho’ es probable que los niños hagan lo que ven y no sigan la instrucción, sobre todo, cuando tiene que ver con acciones que a ellos les generan bienestar.
- Que el menor perciba congruencia entre la norma expresada por el adulto sobre lo que se le pide hacer y su comportamiento potencia, por un lado, el convertirse en modelos de comportamiento para hijos e hijas y, por otro lado, que adquieran la capacidad de adecuar su comportamiento al seguimiento por reglas. Esto facilita que en el futuro explicitar una norma o pauta sea percibida como útil para ellos pudiendo ajustar su comportamiento a la instrucción que le hemos dado.
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