Aunque según el art. 18.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, «toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Este derecho comprende la libertad de manifestar su religión o sus convicciones, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración, las prácticas y la enseñanza», la realidad es que cada día, el uso de esa libertad supone un reto mayor.
¿Podemos celebrar el 75º Aniversario de la Declaración de Derechos Humanos?
Hemos comprobado lo poco, por no decir nada, que se ha hablado de este aniversario, quizás porque haya poco que celebrar a estas alturas, quizás porque los intereses vayan por la vía de no recordarnos lo que nos pertenece por pertenecer al género humano, la capacidad de ser libres, y la autodeterminación nos da alas para elegir lo que pensamos o la fe que profesamos,
El derecho a la libertad de religión, al igual que otros tantos como el derecho a la vida, está cada vez menos protegido y más perseguido, incluso dentro de nuestras fronteras. Hace unos días veíamos como detenían a una mujer por rezar el rosario en la calle en las cercanías de la Calle Ferraz, a lo que se suman las multas a jóvenes por ejercer su derecho a manifestar su religión rezando en público, sea individual o colectivamente, tal y como recoge el artículo 18 antes mencionado. Ellos, en paz, muestran su rosario a la policía.
La libertad religiosa que pretenden estos jóvenes es la misma que tuvo una especial importancia para la redacción hace 75 años, de común acuerdo, de la Declaración de los Derechos humanos, como pone de manifiesto la historia constitucional de Europa y Norteamérica. Consenso al que se llegó al reconocer unos derechos que garantizaran la integridad y dignidad de la humanidad, debido a la degradación de las acciones que había cometido el ser humano. Se dice que el hombre es el único ser que tropieza dos veces con la misma piedra, y en eso andamos.
La libertad para manifestar públicamente las convicciones o la religión se convierte así en una falacia, ya que solo está permitido aquello que no incomoda al orden establecido, ya sea ideológica, o incluso legalmente por el gobierno imperante, que con el aumento actual de medios de presión a través de instituciones supragubernamentales, librar esta batalla es cada vez más difícil.
Es por ello el empeño en hacernos creer que la religión pertenece a la esfera privada de las personas, pero quienes creemos, sabemos que la fe sin obras no vale nada, y como somos seres relacionales e interdependientes, las obras se manifiestan en la esfera pública, en nuestros actos cotidianos en relación a los demás, y que deberían reflejar la coherencia con nuestras creencias.
En muchos lugares del mundo, el solo hecho de creer en Dios ya es un problema, ya que quienes tienen creencias no permitidas pueden ser perseguidos, como sucede en China, o incluso castigados de forma directa o indirecta como en algunos países musulmanes.
Pero la libertad es algo más grande que los imperativos legales, hace trascender a la persona incluso entre rejas, de ahí que sea tan temida.
“En esta situación, la fraternidad que hasta entonces había sido una constante en mi trabajo misionero se desvaneció. La libertad – no solo la física, qu eme permnitíamoverme sin restricciones- se convirtió solo en una palabra, en un inmenso anhelo. Con el paso del tiempo -y tal vez porque había vivido anteriormente, en continuo contacto, cariñoso, respetuoso y amable con personas de toda confesión religiosa y de toda condición-, me di cuenta de no solo había perdido mi propia libertad, sino también mi libertad religiosa: me señalaron, me golpearon, me insultaron por profesar mi fe católica, o al menos por intentarlo”. – Sor Gloria Celia Narváez, secuestrada en Mali el año 2017
La distorsión de los Derechos Humanos
Brett Schaefer, investigador principal de la Heritage Foundation, afirmó hace unos días en la Trasnatlantic Summit New york, lo que no es solo un temor, sino una realidad, que “la Declaración Universal de Derechos humanos está siendo atacada… [por] los llamados defensores de los derechos humanos de la ONU, que pretenden ampliar el número de derechos humanos y distorsionar sus interpretaciones de formas nunca previstas por quienes redactaron la Declaración”.
En un mundo sin criterio, profundamente ideologizado, que desprecia la realidad del ser humano, la defensa e imposición legal de unos supuestos derechos, en contra de los verdaderos derechos a los que se contraponen, está provocando grandes contradicciones legales, de forma que se persigue al que ejerce el derecho que se debería proteger.
Como dice José Luis Bazán, la libertad religiosa (que no se reduce al culto, ya que irradia sobre toda la vida espiritual y práctica), no puede existir sin libertad de pensamiento y de conciencia, ya que estas libertades implican per se una postura sobre la religión, sea de adhesión, rechazo o indiferencia hacia ella. Con sistemas educativos que eliminan la realidad, y leyes que eliminan la ética, no solo la personal sino la profesional, con la pretensión de igualar la legalidad a la moralidad, sufrimos como sociedad un debilitamiento generalizado del pensamiento libre y consciente, de la elección fruto de la libertad y el conocimiento.
¿Qué dice el informe sobre la libertad religiosa en el mundo?
La persecución religiosa en el mundo es cada vez más patente, tal y como pone de manifiesto el Informe sobre la Libertad Religiosa en el mundo realizado cada dos años por Ayuda a la Iglesia Necesitada. Países donde convivían en paz religiones, se han convertido, gracias al auge de posturas extremistas, en observadores de grandes sacrilegios y ataques sociales o personales que llegan incluso a banalizar la muerte. Tal es el caso que no vimos en telediarios, de Deborah Samuel Yakubu, estudiante de Economía en Nigeria, apedreada hasta la muerte por parte de sus compañeros de universidad, a la que acusaban de un mensaje blasfemo por haber escrito un WhatsApp en el grupo de clase quejándose de que se tratasen temas religiosos en un grupo que era para temas académicos.
Durante el período que se estudia el mencionado Informe de ACN, la persecución se ha agudizado y concentrado, al tiempo que ha aumentado la impunidad ante estos hechos.
Esta persecución se ha manifestado en violaciones extremas del artículo 18 de la DUDH de la ONU cuyo aniversario celebramos hoy precisamente: el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión y cuya conclusión se puede concretar en los siguientes puntos:
1. A escala mundial, la retención y consolidación del poder en manos de gobiernos autoritarios y líderes de grupos fundamentalistas ha provocado el aumento de las violaciones de todos los derechos humanos, incluida la libertad religiosa. La combinación de atentados terroristas, destrucción de patrimonio y símbolos religiosos (Turquía, Siria), manipulación del sistema electoral (Nigeria, Irak), vigilancia masiva (China), proliferación de leyes anticonversión y restricciones financieras (sudeste asiático y Oriente Medio) ha aumentado la opresión de todas las comunidades religiosas.
2. Los casos «híbridos» de persecución «educada» y sangrienta se han hecho más frecuentes. Los Gobiernos han aplicado leyes controvertidas que han restringido la libertad de religión o han discriminado a determinadas comunidades religiosas sin que en la mayor parte de las veces se haya producido una protesta (cf. leyes anticonversión). Al mismo tiempo, los ataques violentos contra quienes practican la religión «equivocada» se «han normalizado» y en la mayoría de los casos no se han perseguido (Iberoamérica). Esto también se observa en las naciones occidentales, pero el acceso a la justicia es mejor.
3. Aumento del número de comunidades religiosas mayoritarias que sufren persecución. Hasta la fecha, la mayoría de los grupos confesionales que sufrían persecución pertenecían a comunidades religiosas minoritarias. Cada vez son más las comunidades religiosas mayoritarias que también sufren persecución (Nigeria, Nicaragua).
4. La respuesta cada vez más callada por parte de la comunidad internacional ante las atrocidades cometidas por regímenes autocráticos «estratégicamente importantes» (China, India) ha puesto de manifiesto una creciente cultura de la impunidad. Países clave (Nigeria, Pakistán) han escapado de las sanciones internacionales y otros castigos tras las revelaciones de violaciones de la libertad religiosa contra sus propios ciudadanos.
5. El auge de los «califatos oportunistas». Durante el período estudiado en este Informe, las redes yihadistas transnacionales de África han ido cambiando de táctica. Gradualmente, han pasado de la conquista y defensa de territorios fijos a los ataques de «golpea y huye» dirigidos a provocar el aislamiento de las comunidades (cf. Mozambique) en zonas rurales mal defendidas, preferentemente las que cuentan con recursos minerales (cf. R. D. Congo). Las estrategias tradicionales de matar y saquear han dado paso a una tendencia a imponer impuestos y sistemas de comercio ilegales, lo que ha dado lugar a un estado dentro del Estado. La inseguridad y la falta de control gubernamental han provocado revueltas y golpes militares (dos en Malí y uno en Burkina Faso).
6. Las tendencias divergentes dentro de las comunidades musulmanas se han hecho más visibles. Por un lado, los jóvenes marginados, empobrecidos y frustrados se han sentido cada vez más atraídos por las redes terroristas y delictivas islamistas (África). Por otro lado, encuestas recientes, sobre todo en Irán, han evidenciado que cada vez hay más musulmanes que se identifican como no practicantes.
7. Aumento de la persecución contra los musulmanes, incluso por parte de otros musulmanes. En China ha continuado la brutal persecución contra los uigures, y los musulmanes de India y Myanmar también han sufrido discriminación y persecución. También se han denunciado crecientes incidentes de persecución intramusulmana entre suníes y chiíes (hazaras en Afganistán), entre interpretaciones musulmanas nacionales y «extranjeras», así como entre formas dominantes y las denominadas «desviadas» del islam (ahmadíes en Pakistán).
8. En Occidente han aumentado las denuncias por agresiones contra la comunidad judía después de los confinamientos por la COVID-19. Los delitos de odio antisemita denunciados en los países de la OSCE aumentaron de 582 en 2019 a 1367 en 2021.
9. Los secuestros, la violencia sexual, incluida la esclavitud sexual, y la conversión religiosa forzada no solo no han disminuido, sino que han quedado en gran medida impunes (África Occidental, Pakistán). Los secuestros y la trata de personas se han visto alimentados por el agravamiento de la pobreza y el aumento de los conflictos armados. En decenas de países, las mujeres y niñas de minorías religiosas sufren especialmente esta forma de violencia.
10. Inflar el número de fieles como medio de mantener el poder político. En algunos casos, para preservar su estatus político, religioso y social, las comunidades confesionales han exagerado el número de fieles dando datos religiosos engañosos al inscribir oficialmente a los niños, o aplazando indefinidamente los censos de población (Líbano, India, Malasia).
11. El aumento del control, incluida la vigilancia masiva, ha afectado a los grupos religiosos. En Occidente, las redes sociales se han utilizado para marginar y atacar a grupos religiosos. Estos hechos socavaron las libertades fundamentales, como la libertad de conciencia, pensamiento, religión, expresión, circulación y reunión.
12. En Occidente, la «cultura de la cancelación», que incluye un «discurso obligatorio», ha evolucionado desde el acoso (verbal) a individuos que, por motivos religiosos, defienden opiniones diferentes, hasta llegar a las amenazas legales y la pérdida de oportunidades laborales. Se ha amenazado con sanciones legales a personas que, debido a su fe, no han defendido posturas que respalden claramente opiniones acordes con las exigencias ideológicas imperantes («cultura de la cancelación»). Las redes sociales han constituido un factor importante para impulsar esta tendencia.
13. En los libros de texto escolares (India, Pakistán) se incluyen contenidos despectivos sobre las confesiones minoritarias, con consecuencias potencialmente importantes para el futuro de las relaciones interconfesionales.
14. Proliferación de leyes anticonversión, así como de iniciativas de reconversión que ofrecen beneficios económicos a quienes se unen a la religión mayoritaria o regresan a ella (Asia, Norte de África). Las pruebas revelan que se han promulgado nuevas leyes anticonversión y se ha endurecido la aplicación de las existentes allí donde la mayoría religiosa pretendía afianzar su poder político. Para favorecer la reconversión, se han ofrecido ventajas económicas a los miembros que se convirtieran. A la inversa, estos beneficios se retiraron a los conversos, comprometiendo el bienestar de toda la familia en las zonas afectadas por la pobreza.
15. Aumento de los ataques contra líderes religiosos y otras personas dedicadas a las Iglesias por parte de grupos delictivos organizados (Iberoamérica). Representantes religiosos, defensores de los migrantes y otras comunidades desfavorecidas han sido objeto de ataques (secuestros e incluso asesinatos) por denunciar a las bandas de delincuentes y tomar medidas para detenerlas.
16. Récord de participación en celebraciones religiosas populares tras los confinamientos por la COVID-19. Después de tres años de suspensión y restricciones del culto en la mayoría de las regiones del mundo, el regreso de las grandes fiestas religiosas (expresiones públicas de religiosidad popular) atrajo a millones de fieles (cf. el caso ilustrativo sobre celebraciones religiosas).
17. Aumento de las iniciativas de diálogo interreligioso. El papa Francisco y otros líderes eclesiásticos de todo el mundo han ampliado sus contactos con otras comunidades religiosas. Los líderes religiosos de Indonesia, a través de la organización islámica Nahdlatul Ulama, han incrementado el diálogo con sus homólogos hindúes, y en el G20 crearon un grupo permanente sobre religión, en el que participan otras comunidades religiosas importantes.
“De mi trabajo de misión en un entorno musulmán y compartiendo buena parte de mi cautiverio con dos mujeres, una musulmana y otra protestante, he aprendido que si nos amamos, aceptamos y respetamos unos a otros podemos vivir como hermanos, y que l aceptación no significa renunciar a las propias creencias, pues el verdadero respeto consiste en escuchar, acoger y agradecer a cada uno por ser quien es”. – Sor Gloria Celia Narváez
Ojalá se despierten las conciencias y estemos a tiempo de remediar la marcha atrás que parece inevitable ya que, porque como pidió José Antonio Kast al concluir la Cumbre de Nueva York, el optimismo es necesario para defender la interpretación original de la DUDH: “Tenemos que ser positivos. No estamos en las trincheras. Estamos en campo abierto proclamando buenas ideas y buenas noticias”.
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