El término «padres helicóptero» del inglés «parenting helicopter» sobrevolaba (nunca mejor dicho) en el imaginario social bastantes años atrás y hace referencia a los progenitores que acechan/controlan a sus hijos.
Fue Haim G. Ginott, psicólogo infantil, psicoterapeuta y educador, quien dio forma al concepto tras la publicación de su obra “Entre padres y adolescentes” (Círculo de lectores, 1971). Es sobre los 90 cuando la idea se asienta con más fuerza debido a ciertos comentarios que vertían administradores de universidades inglesas considerando que los padres de algunos alumnos se inmiscuían en procesos de evaluación y otras puntuaciones.
“Te hago yo el dibujo que a ti no te sale”; “Te aseo yo que lo hago mejor y acabamos antes”; “Quédate cerca de mí que te puedes hacer daño” … Expresiones así son utilizadas por este tipo de progenitores; creen poder lograr el poder, dando lugar a la sobreprotección. Los profesionales destacan que conviene actuar en proporciones razonables.
Padres y madres amamos a nuestros hijos por encima de todo y pretendemos dirigirles o asesorarles para que logren algo mejor o en menor tiempo, pero si nos excedemos en esas determinaciones, les impediremos desarrollarse adecuadamente y no aprenderán por sí mismos. Revisar y adelantarse a acciones de los hijos les obstruye para ser, relacionarse sanamente y vivir su vida. La cuestión es: ¿Qué pasará cuando no estemos? ¿Sabrán solucionarlo?
Padres se anteponen frecuentemente a posibles peligros
Carmen Esteban, psicóloga infantil, autora de “¡Bienvenida adolescencia!” (Anaya Multimedia, 2022) y “Educar con paciencia” (Espasa Libros, 2023) recuerda que, en el siglo XX, expertos en educación hablaban de cuatro estilos de parentalidad: el estilo autoritario, permisivo, democrático y negligente. En el Siglo XXI, refirieron uno nuevo: Padres helicóptero, esto es, hipervigilantes.
La profesional, que, el 10 de enero publicó un nuevo cuento «Con sentimiento», obra para fortalecer a niños y niñas y comunicar cuando algo no les parece bien, comparte: “De forma inconsciente se impide el desarrollo de la autonomía física, social y emocional del niño”.
Añade que se trata de familias que pese a querer a sus hijos sienten mucha ansiedad cuando pierden el mando de lo que hacen sus hijos y que constantemente piensan que los niños están expuestos a peligros. “Esto lleva a los padres a poner demasiados límites con el objetivo de evitar que algo malo les pase”.
Permitir a nuestros hijos errar y resolver por sí mismos
Esta psicóloga, que recuerda que, en la adolescencia los hijos pueden sentirse muy frustrados al ver que sus necesidades de socializar se ven limitadas por la intranquilidad de sus progenitores, expone unos puntos básicos para proceder óptimamente en la educación de los hijos:
- Educar para la autonomía: El ser humano esta evolutivamente diseñado para ser independiente y para garantizar su supervivencia.
- Pensamiento crítico: Educarles en esto es regalar a los hijos una herramienta muy poderosa ante situaciones, especialmente para la etapa de la adolescencia en la que la presión social puede exponerles a riesgos. Esto implica escuchar bien a los hijos y mostrar empatía a la hora de entender su punto de vista.
- Acompañar a los hijos en las adversidades: No es lo mismo que solucionarles el problema. Si ante el mínimo problema el maestro toma el control del coche cuando estás en prácticas, se tardaría mucho en aprender a conducir o tal vez nunca porque nos asustaría no saber hacerlo.
- Permitirles cometer errores que no supongan un riesgo grande: Como padres debemos hacer una evaluación de riesgo y valorar las consecuencias. Si el riesgo no es alto, protegerlos significa permitirles equivocarse para que puedan entrenar estrategias de resolución de conflictos. Si consigue hacer algo bien estará logrando autonomía.
- Educar en la reflexión: Equivocarse es fácil, lo difícil es reconocer que nos hemos equivocado y asumir responsabilidad sobre el error. Esta es una de las formas más potentes de desarrollo y aprendizaje. Por eso, ante un problema o error que haya cometido nuestro hijo lo mejor que podemos hacer es preguntarles por los motivos de haberlo hecho así, las consecuencias y qué podría haber hecho diferente.
- Quererlos siempre, más aún cuando se equivocan: Significa poder mostrarle tu enfado o desaprobación, pero también tu cariño y apoyo.
Proporcionarles seguridad
Para la experta, la clave para una crianza conveniente y sin un control excesivo, podría resumirse en las “5 C’s de la crianza respetuosa”:
1) Cariño: El amor incondicional ante tu hijo. Si me enfado o dejo de hablarle, lo único que conseguiré es que cuando mi hijo vuelva a equivocarse (que lo hará), no me lo dirá.
2) Comprender el desarrollo evolutivo de los niños: Los niños son niños y se comportan como tal. Esto conlleva entender sus necesidades como pueden ser la necesidad de autonomía y la de socialización.
3) Consistencia en los límites: Proporcionan seguridad a los hijos cuando son consistentes. Imagínate que mi hija me pide una piruleta y yo le digo que no, tiene una pataleta y termino cediendo, ¿sabéis lo que pasará la próxima vez? Efectivamente, volverá a tener esa pataleta y seguramente con mayor intensidad para ver si surte efecto. En psicología se conoce como “refuerzo intermitente”, unas veces cedo y otras veces no. Hay que saber elegir batallas porque si intentamos pelearlas todas, terminaremos quemados.
4) Confianza: Supervisar significa permitirles espacios de confianza que sean adecuados para su nivel de desarrollo físico, social y emocional. Si tú confías en tu hijo, ellos confiarán en ti, pero también en sí mismos.
5) Comunicación: La comunicación respetuosa se consigue a través de: escucha activa, empatía y asertividad. Es decir, escucho lo que dices y cómo te sientes, valido tu emoción y entiendo tu punto de vista y si en algo no estoy de acuerdo, lo expreso desde el respeto.
Las familias españolas se involucran en la educación de sus hijos
En algunos estudios se evidencia que las familias españolas somos unas de las que más se preocupan por la educación de nuestros hijos de Europa, por ejemplo, en el Indicador de Participación de los Padres en la Enseñanza Obligatoria (IPPE) llevado a cabo por el consorcio de universidades y organizaciones. También en un estudio mundial a 42 países realizado el mes pasado por NovaKid a 5000 padres, incluía que esa implicación nos situaba a la cabeza por causas de agotamiento. Los progenitores de niños de entre 4-12 años encuestados se enorgullecían de su modo de enseñar.
Hemos de permitir a nuestros hijos ser autosuficientes para abordar otros momentos alejados de la infancia, como la adolescencia y adultez en diferentes áreas. En el caso de que los padres sientan que no pueden hacerse cargo de sus miedos deberán buscar ayuda profesional para no ser la losa que socave el bienestar de sus hijos a los que tanto quieren y procuran cuidar.
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