Cuando permites que las circunstancias determinen tu actitud pierdes el control de tu vida.
En las conversaciones como mentor, procuro ayudar a las personas a que concreten su proyecto personal, que incluya tanto el proyecto profesional como su proyecto de vida. Para conseguir definir esos objetivos vitales y aprender a superar las dificultades, me gusta poner el ejemplo de Viktor Frankl, un psiquiatra judío que estuvo prisionero en los campos de concentración de Auschwitz y Dachau. Allí vio morir a su padre, madre y esposa. Después de vivir una situación tan dolorosa, escribió “El hombre en busca de sentido”, que es uno de los libros más leídos de la historia.
“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino”. Estas palabras de Frankl dejan muy claro la importancia de la actitud ante las circunstancias en las que se desarrolla nuestra vida.
La actitud es un concepto psicológico que se refiere a la predisposición mental y emocional de una persona hacia un objeto, una situación, una persona o una idea. Es la combinación de pensamientos, sentimientos y creencias que influyen en la forma de percibir y reaccionar de una persona ante ciertas situaciones o eventos.
La actitud es la combinación de pensamientos, sentimientos y creencias que influyen en la forma de percibir y reaccionar de una persona ante ciertas situaciones o eventos.
Cuando permites que las circunstancias determinen tu actitud pierdes el control de tu vida. Así lo recuerda Frankl: “Las experiencias de la vida en un campo de concentración demuestran que el hombre tiene capacidad de elección”. Muchos de los prisioneros del campo de concentración creyeron que la oportunidad de vivir ya se les había pasado y, sin embargo, la realidad es que representó una oportunidad y un desafío: que o bien se puede convertir la experiencia en victorias, en un triunfo interno, o bien se puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar como hicieron la mayoría de ellos.
No hay nada en el mundo que capacite tanto a una persona para sobreponerse a las dificultades «externas» y a las limitaciones «internas», como la consciencia de tener un sentido claro en la vida. Por tanto, si queremos y ponemos los medios, podemos cambiar de actitud. Por ejemplo, podemos dejar de infravalorarnos, tener una visión pesimista o negativa de la vida.
Para eso, hay que ejercitar la voluntad, luchar, sacrificarse, buscar ayuda entre las personas que nos conocen o tener un mentor que nos acompañe en el camino para lograr los objetivos realistas y asequibles que nos propongamos.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: