Mientras la Corte Suprema de Alabama equiparaba legalmente los embriones congelados con los niños nacidos, prohibiendo su destrucción, al tiempo que establecía serias consecuencias legales si se realizara este acto, Francia celebraba su garantía de homicidio la misma semana que el mundo celebra el día de la mujer. Según palabras del juez Jay Mitchell, uno de los jueces del Tribunal, bajo esta ley todos los niños no nacidos son niños, sin excepciones según su estado de desarrollo, lugar físico donde se encuentren u otras.La conmemoración cada 8 de marzo, antes día de la mujer trabajadora, de la lucha de la mujer por su participación social, la igualdad y el bienestar social se ensombrece este año por el reconocimiento constitucional en el parlamento francés del aborto como derecho.
El derecho de toda madre a matar a su hijo dentro de su vientre tanto si tenemos en cuenta lo dicho por este juez, como lo que reconoce la ciencia, queda constituido, anulando el derecho a cuidar a los indefensos que toda sociedad civilizada debería garantizar, como bienestar, traicionando el principio de igualdad que sí es un derecho constitucional, ya que solo tienen derecho a nacer aquellos niños deseamos por “su madre”.
Hoy llora Francia, lloran el cielo y el mundo, pues ninguna noticia puede ser peor.
Si no has sido deseado, si estas enfermo o tienes algún “condicionante”, no tienes derecho a nacer, a ser querido, atendido, cuidado …a crecer, a aprender a amar, a desarrollar una profesión, incluso a sufrir, porque ya alguien ha decidido que por ti.
Se justifica este derecho en nombre de la libertad de la mujer, pero sin verdad, no hay libertad, y sin realidad, no hay verdad. Una justicia amparada en mentiras y sin garantía de libertad, no es justicia. Fue un francés precisamente, Albert Camus, quien decía que solo había una cosa en el mundo que le pareciera más importante que la justicia: si no la verdad en sí misma, al menos el esfuerzo hacia la verdad.
Patricia Santos, profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad San Pablo CEU, Directora de la oficina internacional CEU en la UE, y Editora jefe de El Debate Bruselas nos recuerda en una entrevista que «la libertad está al servicio de la razón, fuera de la búsqueda de la verdad de las cosas, la libertad se pervierte, porque si va en contra de ella no te hace más libre. Patricia también nos razonaba desde la filosofía política, respecto a la perversión del sistema de los derechos que dejan de ser derechos, un derecho existe porque alguien tiene una obligación, es algo que se debe a otro, hay un juego de equilibrios para saber cual es la cosa justa debida, por tanto un derecho que se sale de ese patrón, que daña a otros derechos, no es en esencia un derecho, es una imposición de alguien. ¿Cómo se justifica que alguien tenga el deber de producir un aborto? Es un derecho que se legitima eliminando la base de todos los demás derechos que es la vida humana, aunque yo siempre digo que la vida humana no es un derecho, es una realidad, tengo derecho a educación, a que todos los demás contribuyan a que esa vida se desarrolle, pero ¿Quién tiene la obligación de realizar el aborto? Además, el derecho surge por la experiencia de la vulnerabilidad, el abogado defiende al débil…en las culturas civilizadas la vulnerabilidad humana ha sido siempre una llamada a la humanidad. El derecho aparece para proteger al concebido no nacido, deberían ser los padres los que le defiendan, y si no hay nadie, debe haber un sistema jurídico que lo haga…el derecho a la vida no comprende el deber de producir la muerte de nadie….Cambia la voluntad de la persona pero el ser humano sigue siendo el mismo».
“La vida humana no es un derecho, es una realidad.” – Patricia Santos
Vemos como este derecho al que aplauden, como si hubieran conseguido subir a la cima del Everest en chanclas, es un derecho inventado, que no hay una obligación de proporcionar a la mujer todos los medios para matar a su hijo, alentándole a hacerlo desde las consultas médicas, en contra del código deontológico de no matar.
De la lucha de clases del marxismo se pasó al enfrentamiento entre sexos, entre el hombre y la mujer, luego lo llamaron género, como si no tuviera que ver con el sexo, y ahora esta lucha se realiza en la mujer contra si misma, contra su propia naturaleza.
Afirmar de forma tajante como dice la ley que una mujer trans (persona de sexo masculino) es una mujer nos recuerda a la paradoja que Magrit representó en el cuadro de la pipa: “Esto es la representación de una pipa, no es una pipa”.
Si hacemos un breve repaso histórico vemos como la maximización de la libertad de la mujer, aspiración de la revolución sexual de mayo del 68 a través del pretendido dominio de sus cuerpos, enfrentaba al hombre y la mujer. La mujer quería ser hombre, pero ser hombre es dejar de ser mujer, la igualdad implica que no hay diferencias, y obviar las diferencias cuando sí las hay, no ayuda al desarrollo personal de cada uno, por mucho que se publique en Nature. El feminismo radical empezó tomando fuerza por medio de la repetición de ideas. Simone de Beauvoir, decía que la mujer es un hombre en un cuerpo molesto, y esta frase no nos inspira ningún feminismo, sino todo lo contrario. Evelyne Sullerot también tenía una idea curiosa ya que argumentaba que el hombre era una idea histórica y no el origen de una especie natural, siendo las diferencias entre hombres y mujeres pequeñas y no inmutables. La mujer estaba sujeta a una definición, a un acto de elección y de interpretación social, se convierte así en una cuestión política y no biológica, no real, sino que somos individuos con múltiples formas sexuales. La ideología feminista amparada por una filosofía voluntarista y utilitarista, en la que la mujer es dueña de su cuerpo oponiéndose a su propia naturaleza. Pero también hay voces ya del feminismo posmoderno como Donna Haraway, quien defenderá el carácter fluido y fluctuante del sexo que llega a la indiferencia sexual, criticando los ideales de objetividad, racionalidad, neutralidad y universalidad, y recurriendo al cyborg que supera al sexo ya que no tiene género ni le importa. Este es el ciberfeminismo totalmente desvinculado de la biología. Para Rosi Braidotti, otro ejemplo de este postfeminsimo, somos sujetos en construcción. Y ahí andan…buscando de la mano de la tecnociencia múltiples identidades para enfrentarse al heteropatriarcado como culpable de todas sus desgracias.
Del enfrentamiento con el hombre, pasaron al deseo de ser hombre y terminarán con la total desaparición del ser humano por los datos de natalidad que tenemos.
Es curioso como los autores de Planeta Vacío, Canadienses, muestran el modelo de España como fracaso poblacional, sometido a las medidas antinatalistas de las políticas feministas como el aborto. A pesar de ello, y cómo no podía ser de otra forma, no habían pasado ni 24 horas desde que Francia aprobara este sinsentido, cuando “Sumar” reivindicaba también incluir el aborto en la Constitución española, sumándose así a la causa francesa. Los que se creen modernos y progresistas, van en contra de lo que significa el nombre de su propio partido, ya que el aborto no suma, resta. Los que se creen modernos y progresistas desconocen que fue en la década de los 60 cuando las corrientes de pensamiento, cuyo único fin es eliminar a la mujer, y con ella a la humanidad, toman ya la forma que actualmente tienen. «No hay nada nuevo ni progresista en el aborto», así nos dice Alicia Latorre, presidenta de la Federación Española de Asociaciones Provida, tristemente, «la situación de hecho es muy similar ya que junto a un artículo que defiende la vida se considera constitucional el derecho a quitarla, tanto al principio como al final de su existencia. Por tanto en esto somos compañeros de miseria y de luto.
Desgraciadamente los horrores se dan en todos los rincones, pero hay repulsa y dolor ante ellos. Sin embargo, aquí se defiende la muerte con un corazón de hielo: se puede -y se celebra- destrozar la vida de los más inocentes e indefensos, es un derecho hacerlo. No hay cosa peor que presentar el mal como bien, pervertir o anestesiar las conciencias y ahogar ese grito silencioso que clama desgarrador y nos pide no bajar los brazos».
Mientras tanto vemos como tristemente desde Naciones Unidas, lejos de un trabajo serio, sigue potenciando con sus medidas la discriminación positiva de la mujer, o el género, potenciando la implementación de activismo y políticas de género, que lejos de llegar a la igualdad y ayuda efectiva a la mujer, dirigen a algunos a seguir viviendo de los chiringuitos feministas.
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