Mar López, pediatra, autora y divulgadora, que cuenta con una gran comunidad de seguidores en las redes sociales, habla en su cuento «El monstruo de los abrazos» de la necesidad de que los niños sepan poner límites
Mar López Sureda (Palma de Mallorca, 47 años), madre y pediatra de Atención Primaria en Mallorca, con un máster en Pediatría de Atención Primaria y otro en Nutrición Infantil, se encuentra en excedencia de su plaza e implicada en su consulta online proclamando información de salud infantil, también mediante talleres.
Su álbum ilustrado por Black Ramu, El monstruo de los abrazos. Mi cuerpo es solo mío (Beascoa, 2024) para niños de 4 años en adelante y sus familias, contiene actividades y una guía al final para aprender y detectar el abuso sexual infantil y prevenirlo. Además, se acompañan recursos y teléfonos para las familias. También contiene la canción “Solo mío” que se puede escuchar gracias a un código QR; de igual modo se puede hacer para descargar algunos dibujos.
Muchos hemos vivido eso de “dale un beso” y si no lo hacías ya eras un “niño maleducado”, para que esto no siga así, la autora considera imprescindible que las familias entiendan lo que supone que el niño decida sobre su cuerpo porque efectivamente es suyo y de nadie más y no se les puede obligar a nada.
“Los niños ya nacen sabiendo si necesitan o les apetece un contacto físico o no y nosotros al final los confundimos haciéndoles sentir que lo que piensan o sienten no es lo correcto. Les hacemos sentir que están obligados a ese contacto físico que no les apetece, por educación. Si crecen entendiendo eso y en un juego, por ejemplo, el de la botella, en la adolescencia, hacen algo por el grupo, por quedar bien ante otros, se promueve que no estén conectados con lo que sienten en realidad, incluso si llega a darse algún tipo de abuso, pueden pensar que es normal”, dice.
También para ella existe falta de naturalidad y tabú porque a los padres les cuesta explicar y dar los nombres adecuados por vergüenza a las partes íntimas, como al pene o la vulva, pero no se confunden y conocen bien otras partes del cuerpo. “Los niños se cortan más para sacar estos temas con sus padres”, confirma.
Woman Essentia.- El pediatra, los padres, ¿deben pedir permiso al niño antes de observarlo en consulta o ayudarle en su higiene o cuidado personal?
Mar López.- Por supuesto. La pediatra, el profesor… han de pedir permiso a los niños. Por ejemplo, en el caso del médico puede decirle: “Está tu madre contigo, no voy a hacerte daño” o “Voy a revisar que todo está bien”. Si el niño no quiere en ese momento, habrá que hacerlo en otra consulta.
WE.- ¿Cómo se le puede explicar al menor lo importante de decir “no” o “no me apetece” sin que tenga un sentimiento de culpa?
M.L.- No hay que explicarles, ellos saben decir perfectamente que no, es lo primero que aprenden cuando son bebés. También nos oyen mucho a los adultos decirlo. Un buen ejemplo es poner límites a nuestros hijos y a los demás, así ellos lo ven y aprenden de nosotros. La otra manera es lo que dijimos antes, no confundirles. Parece que hay veces que queremos mandar en todo y claro que tiene que haber límites, rutinas, horarios, pero, también dejarlos que tomen decisiones desde pequeños.
W.E.- Cuando el niño se ha sentido incómodo con el contacto físico (beso, abrazo, caricias…) con otra persona, ¿Qué recomendaciones daría a las familias para que sepan cómo proceder?
M.L.- Si no ha estado cómodo está bien decirle “Eso no te ha gustado, ¿no?, pues hay que decir que no, que no te ha gustado y no quieres que te lo hagan otra vez”. Con cualquier contacto, por ejemplo, un amigo que se acerca y lo empuja, o le pega o le muerde, es importante validar a ambos, pero en este caso, que el niño al que han empujado pueda expresarlo, decirle al otro que no y ponerle límites.
En un caso más grave, si cuenta que alguien le ha tocado o abrazado y no le gustó, conviene preguntar sin indagar demasiado, grabarle y buscar ayuda para protegerlo. Hay veces que habrá que ir al hospital, otras a la policía en función de cuál es la situación y cómo se encuentra el menor. Muy importante es no volver a dejar que esa persona vea al menor ni esté con él o ella y desde luego que no se queden a solas.
No olvidemos agradecerle que nos lo hayan contado y decirle que lo vamos a proteger.
W.E.- En el caso de abuso sexual y pese a lo que se cree, ¿Quién suele ser el agresor? ¿De qué modo suele actuar con la víctima?
M.L.- Suele ser un varón heterosexual, sin perfil psicológico concreto y suele pertenecer al entorno, como: un entrenador, un profesor, el padre de un amigo o alguien de la familia.
Normalmente el agresor se gana la confianza de la víctima con juegos normales, luego con juegos con algo más de contacto (cosquillas, perseguir…) y ese contacto va aumentando hasta que el niño se ve involucrado en una situación en la que no está a gusto o a veces no le molesta tanto o está confundido y luego se da cuenta de que no está bien y ya es tarde.
W.E.- ¿En qué casos la familia puede sospechar que su hijo está sufriendo abuso sexual?
M.L.- Normalmente el niño está más retraído y es menos él mismo, se le ve más raro, está más apático o triste, no quiere jugar tanto y en ocasiones, tienen sueños, pesadillas, miedos, regresiones, infecciones o heridas en los genitales.
W.E.- ¿Es importante hablar claramente al niño de sus partes íntimas y permitirles hablar de un modo abierto de todo y responder a sus cuestiones de índole sexual? ¿Cuál es la edad idónea?
M.L.- Es muy importante hablarles sobre sus genitales o de cualquier otra parte del cuerpo y explicarle lo que es normal y lo que no, por ejemplo: “No es normal que un adulto te pida que le toques sus genitales o que te pida tocar los tuyos”; “No es normal que te pida desnudarte delante de él” o similar, y “Sí es normal que tu profe te cambien el pañal” o “Es normal que te ayude a limpiarte la caca en el cole si no puedes solo y todavía necesitas ayuda”.
Asimismo, hay que decirles que serán ellos quienes pidan al adulto esa ayuda y no al revés y que los adultos les pedirán permiso antes de hacer algo y no les harán daño.
En casa hay que promover un ambiente en el que se pueda hablar contando intimidades, también nosotros como padres a los niños: “Hoy me ha pasado esto y me he sentido así…”. Debemos contar para que nos cuenten.
En cuanto a si preguntan por el sexo, los genitales, el amor…, hemos de darles una respuesta adaptada a su edad, esto es, cuando estén preparados para tener más información, pues más y cuando no, no contarles una historia que no tiene nada que ver, como de cigüeñas…, para que luego cuando sepan la verdad se queden extrañados o se sientan engañados.
No hay una edad idónea, desde que nacen hay que hablarles con naturalidad. No se trata de no contarles nada y de repente con cuatro años, todo a la vez.
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