Caperucita, Blancanieves, Los tres cerditos o La ratita presumida…, son cuentos tradicionales que todos conocemos y seguimos contando a nuestros hijos. Pero, algunos padres y educadores han llegado a plantearse si los mensajes que guardan son acertados y si pueden considerarse válidos para la sociedad actual debido al bombardeo que sufrimos de ideaologías.
Tanto padres como madres queremos proteger a nuestros hijos por encima de todo y procuramos enseñarles los valores adecuados para que procedan en la vida. Contarles cuentos nos lleva, en ocasiones, a pensar en si lo entenderán o lo malinterpretarán o si incluso, pueden dar validez o aceptar por norma algo que a día de hoy ya no lo es. A continuación, los expertos nos dan su opinión y comentan algo que es importante que conozcamos.
En 2019 un centro educativo de Barcelona retiró 200 obras de su biblioteca infantil, entre ellos, La Bella Durmiente y otros cuentos creados en XVII, XVIII y XIX, por considerar que eran sexistas. Aunque sabemos que en la actualidad la sociedad está más concienciada con evitar educar en estereotipos de género, la solución no es privar a los niños de tan rica y atractiva lectura, sino enseñar y explicar desde la infancia aquellos valores e ideas que queremos que adquieran e interioricen y ser sus modelos.
“Los personajes de los cuentos clásicos tienen muchas cosas buenas que aportar al desarrollo de una autoestima fuerte y saludable de los niños”, comenta Rosa Malospelos, psicóloga experta en relaciones, autoestima y dependencia emocional.
Certifica que por una parte aportan principios positivos, como es el caso de Blancanieves que “muestra la importancia de la bondad y la amistad”. Entonces, añade: “Cuando los niños ven cómo estos personajes triunfan siendo buenas personas, aprenden a valorar esas cualidades en sí mismos y en los demás”.
Los cuentos clásicos también permiten a los niños identificarse con los personajes. “A través de la lectura de Pinocho, pueden desarrollar la empatía y empezar a entender mejor sus propias emociones y las de quienes los rodean, lo cual es esencial para tener buenas relaciones”, revela.
Lo mejor que nos dejan los cuentos
En el caso de los villanos como la madrastra de Cenicienta, para la profesional, también tienen un papel clave: “Enseñan a los niños a diferenciar entre lo bueno y lo malo, a reconocer comportamientos negativos y a entender las consecuencias de las malas acciones. Por otro lado, muestran que en el mundo también hay personas con malas intenciones”.
Los niños necesitan y deben echar a volar la imaginación y ser creativos. Estos relatos posibilitan esto. “Los niños leen historias tan mágicas como Alicia en el País de las Maravillas, liberan todo lo genuino que llevan dentro y se expresan de un modo que ningún otro, algo que los lleva a admirarse de sí mismos”, asevera.
Por supuesto, es importante que los niños conecten con sus raíces, por lo que, si entiende que sus padres y abuelos han crecido con esas historias, adquieren un sentido de pertenencia y continuidad. “Enseñan lecciones de vida”, identifica Malospelos.
Para la experta en autoestima, se pueden enfatizar las cualidades de los personajes femeninos como la valentía y la inteligencia, en lugar de centrarse en los estereotipos de género.
“Muchos cuentos tradicionales enseñan virtudes universales como la bondad, el coraje, la perseverancia y la justicia. Todo esto va más allá de las cuestiones de género y puede ser aplicado positivamente en la vida de cualquier persona, independientemente de su sexo”, confirma.
Para Mar Rey González, maestra de pedagogía terapéutica y audición y lenguaje, considerando que se trata de cuentos que datan de 1697 o 1812, donde había otro modelo de sociedad, resultaría conveniente que, cuando se relatan, los padres o abuelos hiciesen una contextualización de la época.
Que los niños estén alerta
“Cuando yo era pequeña tan sólo existían los clásicos, después pasabas a novelas infantiles y durante muchos años, hasta casi hace poco, no había otra opción de cuentos”, recuerda.
El que hayan perdurado tanto tiempo en la Historia tiene mucho mérito, por lo que sostiene que habría valorarlos como lo que son: “obras de arte y una tradición oral antiquísima y única”.
Rey, que sabe a ciencia cierta que a los niños les pueden llegar mejor algunos conceptos o enseñanzas desde cuentos de animales y niños porque se ven reflejados en ellos, señala que está a favor de una narración de los clásicos bien explicada y recalca que: “Hacer frente al bien, al mal, a malhechores, está muy a la orden del día. Sigue habiendo lobos, brujas y manzanas envenenadas”.
Gracias a estas obras se manda a los menores el mensaje de no encomendarse a cualquiera, que tengan cuidado, que no se vayan de junto a sus padres, ni hablen con desconocidos. “Ha llegado a criticarse la figura del “lobo”, considerando que inculca miedo, pero, también es necesario tener un poco de miedo y no es lo mismo que crecer con miedo. Es crucial que cuando son pequeños tengan claro que no todo ni todos tienen que ser buenos”, dice.
Épocas y pensamientos muy diferentes
Antiguamente la sociedad era más machista y el rol de la mujer era el que reflejan los cuentos. En la actualidad se ve diferente el rol de la mujer que ya no sólo está en casa y se ocupa en exclusividad de las tareas del hogar y los hijos.
“Nos choca a día de hoy ese final feliz de siempre, el ‘se casaron y comieron perdices’, que no tiene por qué suceder en todas las parejas, sin embargo sí puede triunfar el amor cuando las dos partes “hablan el mismo lenguaje”. No sólo el amor, también, podemos ser testigos de la amistad como en el caso de los siete enanitos de Blancanieves, cuando es un dar y recibir, ayuda y consideración mutua”, destaca.
Del papel de educar y cuidar de las madres tampoco se habló mucho, aunque es algo que hemos visto antes y sigue a día de hoy independientemente de las otras actividades que realicen. “No se puede extrapolar ni juzgar algo que es Historia hacia un punto de machismo/feminismo”, subraya la experta. Y continúa: “Cuando los niños son muy pequeños no tienen conciencia de muchas cosas y nuestra labor tiene que ser la de estar presentes y estar conscientes frente a lo que viven a su alrededor y lo que escuchan por otros”.
La figura femenina está y ha estado presente siempre en los cuentos clásicos
Nunca debería suceder que se trampee el relato real a favor de la política imperante y conveniente en ese momento
De las mujeres tampoco ha pasado desapercibida su determinación, poder y fortaleza, tan sólo hay que pensar en las malvadas de La Sirenita o Blancanieves que se imponían ante todos. Recordemos a la mujer del padre de Hansel y Gretel que le ordena abandonar a los niños porque no hay suficiente dinero. No olvidemos cuentos protagonizados por mujeres como Casandra, Sherezade de Las mil y una noches o Blancaflor.
Pero seguro que nadie se olvida de las increíbles anécdotas de Ana de las Tejas Verdes o Pipi Calzaslargas. Lo que nunca debería suceder es que se trampee el relato real a favor de la política imperante y conveniente en ese momento. Hemos de entender que las mujeres siempre han estado y su papel también ha sido el de luchar, tomar decisiones, proteger y apoyar desde su inteligencia y saber estar.
Los cuentos tradicionales se han ido adaptando a los tiempos y aunque hoy se tengan otro tipo de recursos para hablar a los niños, han servido para formar y tratar temas relevantes y han permitido a las familias y los menores, servir de distracción, recoger enseñanzas de vida y ponerse en escenarios donde hay que aprender a tomar la decisión más acertada o de los fallos cometidos.
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