En los últimos años se ha ido normalizando hablar de un tema que se ha mantenido como silenciado: la salud mental. Un tabú todavía mayor en algunos ámbitos, como en el deporte de alta competición. Aunque son numerosos los deportistas famosos que han confesado los diversos problemas psicológicos y trastornos mentales derivados de su profesión, como el nadador estadounidense Michael Phelps, quien confesó haber sufrido graves depresiones, o en nuestro país, Andrés Iniesta, entre otros ejemplos, la relevancia del cuidado de la salud mental en el deporte profesional sigue sin tener la relevancia y visibilidad que merece. Por ello, en el 2021 el equipo médico del Comité Olímpico Internacional (COI) desarrolló una guía sobre los cuidados de la salud mental en atletas de élite.
Si bien la evidencia científica ha demostrado que la actividad física se asocia con mejoras en el bienestar físico y mental, diversos estudios muestran que los atletas de élite pueden experimentar trastornos de salud mental, destacando entre los problemas más comunes el burnout, la angustia, la ansiedad, la depresión, los trastornos de la conducta alimentaria, el insomnio y el abuso de alcohol o drogas.
De acuerdo con los resultados de una metanálisis publicado en el 2019 en el British Journal Sports Medicine que estudió a más de 3.000 atletas de élite en activo, la prevalencia de síntomas y trastornos de salud mental oscilaba entre el 19 % para el abuso de alcohol y el 34 % para la ansiedad y la depresión. El trabajo, que también hizo un seguimiento de más de 1.500 deportistas retirados, arrojó, por otro lado, que la prevalencia de síntomas y trastornos de salud mental oscilaba entre el 16 % para la angustia y el 26 % para la ansiedad/depresión.
Conclusiones similares a las que llegó otro trabajo publicado en el 2021 por investigadores de la Universidad de Toronto. Según su estudio, publicado en la revista Psychology of Sport and Exercise, los atletas de élite son más propensos a experimentar trastornos de salud mental: enfrentarse a la cantidad de estrés y presión que supone el deporte de élite, el cual predispone al deportista a sufrir un impacto en su bienestar emocional.
El trabajo concluyó que el 31,7 % de los atletas reportaron síntomas de depresión, el 18,8 % de ansiedad general de moderada, 12,9 %, a severa, 5,9 %, y el 8,6 % reportaron puntajes que indicaban un alto riesgo de sufrir algún trastorno de la conducta alimentaria.
De acuerdo con una declaración de consenso realizada en el 2020 por un grupo de especialistas en salud mental en atletas que fueron invitados por la Sociedad Internacional de Psicología del Deporte, en base a las experiencias abstraídas del trabajo con atletas dentro de un entorno olímpico, todavía se necesitan más iniciativas para mejorar la seguridad psicológica de los entornos de alto rendimiento antes, durante y después de los Juegos, reducir el estrés innecesario, optimizar la recuperación, desestigmatizar los problemas de salud mental y aumentar la búsqueda de ayuda.
En la misma línea, investigadores que llevaron a cabo una revisión sistemática sobre las barreras e influencias para los atletas de élite que buscan tratamiento de salud mental, concluyeron la necesidad existente de estrategias más efectivas para superar el estigma que rodea a las enfermedades mentales, aumentar la alfabetización sobre salud mental en la comunidad de atletas y entrenadores y abordar las barreras específicas de los atletas para buscar tratamiento para enfermedades mentales. Entre las estrategias identificadas, los autores destacaron a los entrenadores como actores fundamentales para promover una cultura dentro de los entornos de los atletas de élite que los anime a buscar tratamiento.
Artículo publicado anteriormente en univadis.es por Medscape
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