Son muchos los casos de personas canceladas por expresar la indiscutible verdad de la naturaleza de que sólo hay dos sexos: varón y mujer. Estas personas son tachadas de insensibles y denunciadas por no respetar los derechos de quienes se auto perciben de otra manera a la que la realidad objetiva manifiesta. Por ejemplo, el año pasado en Francia, un varón trans denunció a un ginecólogo por no querer atenderlo, el médico alegó no tener competencia para ello, expresando que “científicamente un varón sigue siendo varón aunque se considere mujer”. Asimismo, un profesor español fue suspendido por decir que sólo existen dos sexos. Ojalá fueran meras noticias falsas y escasas como se esperaría por su grado de ridiculez pero no, estamos en tiempos en que el pasto pretende dejar de serlo si la persona que lo observa lo percibe como arena y además exige que el entorno lo vea igual que él.
Si no se parte de la realidad misma, ¿a dónde se puede llegar?, ¿cómo embarcarse hacia las soluciones genuinas si partimos de algo que no es?, ¿cómo desconocer que algo sigue siendo real por mucho que se lo niegue?
Viene al caso el cuento clásico “El traje nuevo del emperador” que nos habla de un rey vanidoso que quería vestir siempre las mejores ropas, tornándose vulnerable al engaño de dos ladrones que se hicieron pasar por sastres. Éstos le prometieron confeccionar el mejor de los trajes con las telas más finas, explicándole que sólo los sabios lo podrían ver. El rey, por no quedar cual tonto, simuló ver el “traje invisible”. Sus súbditos por temor y obsecuencia le siguieron el juego y cuando llegó el desfile por las calles, el pueblo atónito no se animó a decir nada hasta que un niño gritó: “el rey está desnudo” y entonces el pueblo lo siguió.
Este cuento es rico en significados pero nos detendremos aquí en la desnudez que viste la “corrección política”. En nombre de la misma se cometen atrocidades, pretender dejar de ver lo evidente tiene, sin duda, grandes costos. En Argentina, por ejemplo, un varón que reclamó su derecho a auto percibirse mujer fue trasladado a la cárcel de mujeres y embarazó a una interna. En 2021 un pedófilo en el estado de Washington –que se autoproclamó mujer– fue recluido en una prisión femenina donde tiempo después violó a su compañera de celda. Y en el norte de Argentina, Salta, -y esto adquiere tintes más cómicos que los dramáticos casos anteriores- un señor llamado Sergio pasó a ser “Sergia” para poder jubilarse antes.
Ciertas organizaciones mundiales propician con su sostén económico una agenda que utiliza minorías para implementar la ideología de género. Es ahí cuando comprendemos por qué los gobiernos nacionales y medios de comunicación la fomentan y tratan a los “niños” de crueles. Sin embargo, el grado de manipulación es tal que muchos han llegado a convencerse de que “el rey no está desnudo”.
Los “niños” son las personas que en su espontaneidad y sentido común dicen lo que ven y los demás son “adultos” vulnerables a ser víctimas de ideologías o intereses que enceguecen. Los “niños” quieren salvaguardar la verdad y además están interesados realmente en el otro, se atreven a decir que “el rey está desnudo” y buscan vestirlo con ropas acordes a su dignidad.
Cual estrategia de imposición de esta ideología vemos que se plantea el sufrimiento cual exclusivo de los que padecen disforias de género, dejando a un lado al resto de la sociedad como si ella fuese la culpable del mismo. Nadie puede negar lo mucho que sufren -como tantas otras personas por otras razones- pero la ideología de género lo que hace es ofrecer salidas que no son más que espejismos identitarios, tornándolos eternas víctimas, no los quiere ayudar realmente sino tornarlos esclavos útiles a sus fines. En nombre de los “derechos” esta ideología, sin embargo, no respeta al “niño” y por ende, tampoco a la verdad.
En nombre de la inclusión nos encontramos, pues, con una biología concebida como enemiga o relativa, una percepción objetiva cual discriminación, una solidaridad que entiende el respeto como el dejar hacer, derechos que atentan contra la dignidad y el olvido de los deberes que nos forman, nos ayudan a ser mejores y a esforzarnos…
Pero como sucedió en el cuento, tenemos la esperanza de que la gente se anime a escuchar al niño, escuchar la verdad, sumarse a ella y no permitir que los cancelen.
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