Los padres pueden cumplir algún deseo del hijo sobre el contenido a ver en la televisión. No obstante, los profesionales en infancia destacan que hay que saber bien qué van a ver y conocer bien al niño para que no afecte a su descanso y seguridad
A los pequeños les genera curiosidad lo diferente, lo desconocido, aquello que se aleja de su realidad cotidiana, pero los progenitores han de entender que hay temas a los que por edad no deberían acceder. Algunos expertos son tajantes y aseguran que como padres hemos de procurar que nuestros niños no vean películas de miedo antes de los 12-13 años; otros instan a tener en cuenta su nivel madurativo, si son muy asustadizos y el modo que tienen de afrontarlo.
Generalmente, al inicio de las películas se anuncia la edad para la que son aptas, pero ante la duda y tratándose de personas a nuestro cargo, lo más acertado es investigar, verla uno mismo y revisar algunos comentarios para entender si son convenientes para los menores. Puede ser gracioso ver al niño asustarse, pero, por su bien, es necesario poner en balanza algunas cuestiones que los profesionales consultados comentarán a continuación.
El entorno familiar también influye
Podemos conocer mediante un estudio realizado en 2015 que el impacto que causan este tipo de películas no sucede de igual modo en todos los niños.
El estudio señaló que “los niños menores de 10 años eran más susceptibles a la televisión aterradora”. Sus autores destacan que hay más allá que lo que simplemente el filme aporta lo que causa ciertos efectos que posteriormente descubriremos en los pequeños. Esto es, existen otros aspectos como el contexto en el que se desarrolla el niño, su educación, personalidad…
Para Nuria Rodríguez, enfermera especialista pediátrica, resulta crucial atender a más detalles aparte de la madurez emocional del hijo para el visionado de este tipo de películas. “Con un hijo con el que uno está conviviendo x años, se sabe cómo reacciona ante temáticas de miedo como Halloween, que se quede todo a oscuras, casas embrujadas o incluso, la empatía con la que vive y siente cada película”, confirma.
Asimismo, incide en que un hijo puede tener mucha madurez emocional con 12, 15 o 18 años y no es recomendable para él ver películas de esa materia. También aclara, que, según el género de película, el cerebro libera una u otra sustancia química:
- En el caso del género de terror o miedo: Adrenalina y cortisol, teniendo los siguientes efectos: “estado de alerta máximo” y liberación de glucosa a los músculos para “salir huyendo”; la dopamina se libera si este género gusta generando ese punto de “adicción”.
- Con el género de humor: Dopamina si gusta y la hormona principal que segrega el cerebro es la serotonina u “hormona de la felicidad”.
“Cuanta más dopamina produzca un estímulo, mayor placer y motivación dará para querer repetir. Este neurotransmisor se ha relacionado, además, con una mayor resiliencia”, revela Rodríguez.
¿Qué supone en los niños el consumo de miedo o terror?
Para la profesional el consumo de terror o miedo puede llegar a ser un problema para aquellos niños que no disfrutan o no están preparados emocionalmente y:
- Les costará más conciliar el sueño, pudiendo tener varios despertares nocturnos incluso, pesadillas o terrores.
- Tiene una implicación directa en el estado de ánimo y rendimiento en el día por la falta de descanso.
- Se puede proyectar lo visto/experimentado durante la película a situaciones cotidianas, con una continua eliminación de las descritas sustancias químicas.
“Las películas de terror pueden ser emocionantes para algunos niños y a otros no divertirles en absoluto”, manifiesta Claudia Navarro Pérez, psicóloga con formación en población infantil y juvenil y especialista en trastornos de ansiedad. Para ella, los factores que más han de considerar las familias son, además de comentada madurez, la edad y sensibilidad.
“Es recomendable evitar este tipo de contenido en edades tempranas, ya que el desarrollo emocional y cognitivo de los niños de menor edad todavía no les permite comprender plenamente la ficción y separarla de la realidad. Esto puede llevar a miedos irracionales, además de afectar a la percepción del mundo como lugar seguro”, afirma.
Navarro apunta es esencial seleccionar cuidadosamente lo que ven en cuanto a:
- La edad cronológica del menor: A medida que los niños crecen y se desarrollan, lograrán ser capaces en mayor medida de manejar el contenido que ven.
- La madurez del niño: Existen casos en los que están más preparados que otros de la misma franja de edad para abordar el contenido aterrador.
- Los padres han de estar atentos a las señales de malestar y promover una conversación abierta sobre lo que han visto, ayudándoles a procesar cualquier temor o inquietud.
Datos previo visionado
Para la experta, las clasificaciones de las películas de terror son una herramienta valiosa para los padres y cuidadores: “Se basan en criterios como la intensidad, la violencia, el lenguaje y otros elementos que pueden ser inapropiados o perturbadores para ciertas edades, aunque no ofrecen a los adultos ninguna información sobre el contenido de la película”.
Las familias deben investigar sobre el cinta previo visionado para considerar si no aborda temáticas que puedan resultar desacertadas y no comparar gustos entre niños de edades similares”.
Zoraida Suárez, psicóloga experta en psicología perinatal e infantil, concreta sobre lo expuesto la siguiente escala por edades:
- Hasta los 7 años como mínimo: No debería exponerse a los niños a películas de miedo, ya que su cerebro, aún en desarrollo, tiende a interpretar como real lo ficticio Se da miedo y ansiedad.
- A los 7-9 años, comienza a desarrollarse la capacidad para comprender qué es real y qué es ficción y no termina de consolidarse hasta los 12.
- A los 12-13 es cuando puede darse el caso de que, de manera natural, algunos niños se sientan atraídos por este género, ya que les permite experimentar sentimientos como el miedo, la ansiedad o la angustia en un contexto controlado y seguro.
Los padres deben explicar y preguntar por lo que sienten sus hijos
La experta cuenta que si un padre/madre valora que su hijo de más de siete años es lo suficiente maduro emocionalmente y que su sensibilidad no se va a ver herida, se puede iniciar en ese mundo seleccionando contenido de terror más ligero y adaptado para ver toda la familia.
Como expresa, los padres pueden preparar al niño antes del cine en casa:
- Comentar que va a ver explicando que lo que ocurre no es real, que son actores, que los maquillan y ponen máscaras, el cómo se realizan las escenas sangrientas…
- Lo ideal sería que el adulto ya haya visto la película para confirmar que el pequeño puede y debe ver todo.
- El visionado debería hacerse en familia para de tal modo poder proporcionarle el apoyo y seguridad que puede llegar a necesitar.
- Los adultos deben fijarse en sus reacciones y detener la película si se muestran signos severos de angustia y hablar sobre lo que se está sintiendo.
Por otro lado, Suárez atestigua que a muchos niños mayores de 12-13 años ciertas escenas de terror les han provocado reacciones emocionales intensas: “Cuanto más maduro es el cerebro, más sofisticados son los temores que pueden derivar de lo que se ve”.
El impacto negativo en el sueño como el aumento de la ansiedad y el miedo: “Todo esto cuando termina la película puede provocar miedos persistentes o fobias. No hay que tomarlo a broma, sino valorar las consecuencias».
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