Desde “las mujeres no saben conducir” a “los hombres no son capaces de hacer dos cosas a la vez”, la guerra de sexos ha sido una constante en la sociedad durante décadas (o más bien siglos). Afortunadamente, estos tópicos van cayendo en el olvido y cada vez está más aceptada una visión igualitaria de la vida en común. Sin embargo, en un inesperado giro de guion, aquí viene la genética a señalarnos las diferencias entre ellas y ellos. En concreto, 6.500 diferencias que separan a hombres y mujeres.
El hallazgo ha sido realizado por un grupo de investigadores del Instituto Weizmann de Ciencia (Israel) que anunciaron hace algunas semanas la identificación de miles de genes que se expresan de manera diferente en los humanos según su sexo. El estudio, publicado en la revista BMC Biology, señala que ciertas mutaciones perjudiciales en dichos genes acaban acumulándose en la población y apunta a que hombres y mujeres han evolucionado de forma distinta pero interconectada.
Shmuel Pietrokovski y Moran Gershoni, responsables del trabajo, analizaron unos 20.000 genes codificadores de proteínas registrados por el proyecto GTEX (Genotype Tissue Expression), los clasificaron según el sexo del individuo y localizaron las diferencias en la expresión de cada tejido. Tras este proceso, fueron capaces de identificar cerca de 6.500 genes que actuaban de forma diferente en el caso de pertenecer a hombres o mujeres.
De esta manera, descubrieron genes que se expresaban más intensamente en la piel masculina que en la femenina y llegaron a la conclusión de que esa diferencia estaba relacionada con el crecimiento del vello corporal. También encontraron genes cuya expresión para la formación muscular era mayor en los hombres y otros que presentaban mayor expresión en el almacenamiento de grasa en las mujeres.
Hombres y mujeres frente a la enfermedad
En cuanto a las enfermedades, Pietrokovski y Gershoni hallaron, entre otros muchos, un gen relacionado con la adquisición de calcio que podría ejercer de cardioprotector hasta la menopausia, pero que conduce a enfermedades del corazón y osteoporosis cuando la expresión génica se desactiva. De igual modo, encontraron otro, presente principalmente en las mujeres, que parece actuar en la prevención del Parkinson, enfermedad más prevalente en los hombres. Otra expresión génica distinta fue la encontrada en el hígado femenino respecto a la metabolización de los fármacos, algo sobre lo que se está hablando mucho últimamente dada la escasa presencia femenina en los ensayos clínicos.
La aproximación a las diferencias génicas según el sexo no representa un terreno nuevo para estos investigadores. De hecho, hace algunos años, ya demostraron que las mutaciones en genes específicos de la formación de esperma persisten porque los genes se expresan únicamente en los hombres.
Respecto a sus conclusiones, Pietrokovski y Gershoni apuntan a una teoría sobre la evolución sexual propuesta durante los años 30 del pasado siglo: dado que en multitud de especies las hembras pueden producir un número más limitado de descendientes que los machos, la supervivencia de la especie depende de la presencia de hembras viables en la población. O dicho de otro modo, la selección natural penaliza menos los genes perjudiciales para los hombres que los que resultan dañinos para las mujeres. Así, aunque el genoma sea prácticamente igual en todos los humanos, no sucede lo mismo con la forma en la que se expresa, algo a tener en cuenta, por ejemplo, a la hora de diseñar tratamientos para abordar una enfermedad.
Fuente: Revista Génetica Médica
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