Cada cierto tiempo los mercados, las economías, el ritmo de lo que sucede en el entorno cambia. Es necesario que se den estos cambios porque sin ellos, no habría innovación, sino rutina y envejecimiento. Los cambios son oportunidades para renovarse, para desarrollar nuevas capacidades necesarias para afrontar el futuro y que hemos de aprender. De algún modo, son pruebas de supervivencia, de reflexión y de recuperación de la esencia, de lo que de verdad importa, para salir reforzados.
Una empresa que funcione en un entorno V.U.C.A. como el actual ha de tener un gran conocimiento de sí misma y de lo que quiere lograr. Ha de conocer a todos sus componentes, valorar sus fortalezas y saber qué le hace falta para ser aún mejor y mantenerse activa.
Podemos explicarlo, como solemos hacer, desde dos perspectivas:
Desde la mirada externa
Es una mirada desde fuera, desde los que nos miran y también hacia fuera, hacia el futuro:
Ante tanto cambio es importante que las empresas, entre otras cosas, creen nuevas ilusiones: nuevas metas, nuevos objetivos… Que dibujen el nuevo futuro que desean lograr.
Además, es fundamental que las empresas se anticipen, se preparen y entrenen porque el cambio es constante. Y que sea un esfuerzo tangible, que se vayan viendo los pequeños avances. Que desde fuera puedan decir: «¿has visto el cambio que está dando esta empresa? Se nota que se han renovado».
Los equipos han de ser rápidos en sus respuestas, porque si no, el momento pasó y otro se le adelantó. Si lo piensas y es oportuno, hazlo. Probar, ajustar, probar de nuevo. Esto es válido tanto para uno mismo, como para la interrelación con clientes, realización de proyectos, etc. No significa hacer las cosas sin pensar sino hacerlas de manera más ágil. Lo importante es empezar y después ir trazando juntos el camino para lograr los resultados deseados. Para ello, se han de aportar soluciones y respuestas más allá de lo rutinario, creativas e innovadoras pero también, la organización se valdrá de lo eficiente que aún es clave y útil.
La empresa se manejará en la interculturalidad, es decir, la capacidad de funcionar en diferentes entornos culturales. También ha de aprender a convivir con diferentes generaciones que actúan de forma diferente, que tienen diferentes intereses, estilos de trabajo y formas de pensar. Las personas que componen la empresa han de poder cambiar de actividad porque la que hacían quizá ahora ya no sea necesaria. Han de entender que «no salir de mi parcela (mi casa, mi trabajo, lo que ya sé hacer…)» hace que las oportunidades sean más limitadas y puede que en un momento dado, ni siquiera se den.
Cada vez será más importante construir relaciones de confianza, porque el entorno actual requiere de cooperación y colaboración con los diferentes grupos de personas y en los distintos contextos en los que la empresa o cada persona que la represente se vea envuelta.
La digitalización en las empresas será un hecho al que adecuarse. Colaborar virtualmente y estar conectado es hoy más fácil que nunca. Y comprar, vender y ofrecer servicios en un click es algo cada vez más a la orden del día. Se puede trabajar, compartir ideas y ser productivo a pesar de la separación física, aunque se mantengan ciertas reuniones y se compartan aún momentos presenciales que unen y generan un mayor sentido de pertenencia.
Desde la mirada interna
Mirando a la empresa en su interior, en su experiencia, en su presente, en su talento, podemos decir:
Las empresas que hayan hecho bien la revisión de sí mismas para saber cómo actualizarse según las nuevas formas de funcionar y los nuevos tiempos, que hayan sabido enfocarse en lo importante por encima de lo urgente, que sin perder sus misiones y visiones, hayan sabido actualizar sus valores y adecuar sus formas de trabajar, sus productos o servicios y sus estrategias al nuevo entorno VUCA, seguirán adelante con éxito.
Las empresas han de saber vivir en la incertidumbre y disfrutar en el camino, sabiéndose adaptar y adecuarse. Y han de ser muy flexibles para poder cambiar de tácticas y estrategias cuando sea requerido.
Desarrollar sus 5 sentidos. Saber escuchar más y ser mejores observadores para acertar mejor en la toma de decisiones y en las actuaciones. Tener olfato para detectar con anticipación lo que se avecine. Hacer las cosas con buen gusto, con calidad, con belleza, y dándose el gusto de disfrutarlas. Importa aportar valor, un valor oportuno que simplifique la complejidad o que haga tangible y manejable la ambigüedad. Con lo que tenemos y sabemos ¿qué podemos hacer? ¿Cómo podemos conseguir lo que nos falta?
Será necesario practicar la mejora continua, fomentar la curiosidad y ser transdisciplinar. Se ha de poseer un profundo conocimiento de al menos un área en la que especializarse o por la que darse a conocer. Pero se tendrá la capacidad de integrar una amplia gama de disciplinas que puedan enriquecer. Una empresa que no se nutra o que no practique esto estará fuera del mercado por estar obsoleto y no poder dar las respuestas que esperan los clientes en cada momento.
Por eso, la empresa actual ha de saber reconocer sus capacidades, tener el auto-conocimiento de su historia, en cualquier ámbito, conocer a cada componente de su equipo, porque ese conocimiento puede ser esencial para desarrollar nuevas ideas, para resolver situaciones imprevistas, para innovar con creatividad, para plantear opciones y oportunidades, para desarrollar negocio…
Lo que prima es la capacidad de aplicar los conocimientos y la sabiduría de cada uno, haciendo útil el talento individual para el objetivo grupal.
Los cambios no surgen sin más, son las personas y sus ideas las que hacen que el mundo cambie. ¿Te sumas al cambio o lo creas?
Raquel Bonsfills García
CEO y co-fundadora de 2miradas
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