María Elósegui Itxaso, es la primera mujer española designada para ocupar un puesto de juez en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Su currículum la avala. Es doctora en Derecho y Filosofía, disciplinas que aúna como catedrática de Filosofía del Derecho en la Universidad de Zaragoza, donde también ha coordinado durante años el programa de doctorado en Derechos Fundamentales y Libertades Públicas. En cuanto a su trayectoria internacional, ha sido profesora de master en la Universidades de Glasgow y en la Católica de Bruselas, y profesora visitante en algunas universidades de Norteamérica (Dartmouth, Chicago, Toronto y otras). Ha colaborado en proyectos legislativos como la elaboración del borrador de la Ley Orgánica de Igualdad entre mujeres y hombres, que luego se aprobó y entró en vigor en 2007 o en el “Informe sobre las consecuencias de la globalización para las mujeres inmigrantes de los países mediterráneos” encomendado por el Parlamento Europeo, además de los cinco años que trabajó en la comisión europea contra el racismo y la intolerancia.
Parte de sus investigaciones se han centrado en cuestiones de derechos humanos relacionados con el tribunal europeo del que ahora va a pasar a formar parte, además de trabajar en temas de libertad de pensamiento, conciencia y religión, así como de mujeres y migrantes tanto en España como a nivel europeo.
Las mujeres hoy no quieren emanciparse de nada. Pero es la sociedad, el Estado y el mercado laboral los que necesitan la presencia de las mujeres para humanizarlo y además tienen derecho a estar ahí en pie de igualdad con el hombre porque las mujeres constituyen la mitad de la humanidad.
En una entrevista concedida a la revista Almundi con motivo de la publicación de uno de sus libros hablaba claramente sobre su visión de los roles de hombres y mujeres en la sociedad:
“No sé si soy defensora de la cultura doméstica, de lo que soy defensora es de que los varones se hagan cargo del cuidado y crianza de los hijos, compartiendo esas tareas por partes iguales con las mujeres. Por otra parte, soy defensora de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo en igualdad de jerarquía de puestos y de salario con el varón. Creo que nuestra sociedad necesita urgentemente la presencia de la mujer en el espacio público, en los parlamentos, en la legislación, en las mesas de negociación, en los sindicatos, en los puestos directivos de las empresas. Eso no es por una defensa de la liberación y emancipación de la mujer. Las mujeres hoy no quieren emanciparse de nada. Pero es la sociedad, el Estado y el mercado laboral los que necesitan la presencia de las mujeres para humanizarlo y además tienen derecho a estar ahí en pie de igualdad con el hombre porque las mujeres constituyen la mitad de la humanidad. Su aportación no se debe ver tampoco en términos económicos, como se hace a veces en las políticas de mercado de la Unión Europea. Mi visión de lo que las mujeres van a aportar a la esfera pública en el siglo XXI es bastante más ambiciosa y profunda. No se debe reducir a la cuestión económica.”
Mi visión de lo que las mujeres van a aportar a la esfera pública en el siglo XXI es bastante más ambiciosa y profunda. No se debe reducir a la cuestión económica.
Es autora de varios libros en los que se puede constatar todo su pensamiento, sin sacarlo de contexto, como se ha manipulado en estos días, y sin tergiversar sus palabras. En “El derecho a la igualdad y a la diferencia” (1998), estudia la posibilidad de exigencias éticas comunes en las sociedades multiculturales. Elósegui defiende lo que llama el republicanismo intercultural, como un modo concreto de entender la tolerancia, que tiene como coordenadas un núcleo común de derechos humanos universales, junto con el respeto a la diversidad cultural. Esto supone rechazar el fundamentalismo religioso, el fundamentalismo político y el fundamentalismo laicista, y defender que “las diversas morales encuentren la posibilidad de compartir racionalmente contenidos éticos sustantivos, también en la vida pública”.
En “La cultura no es laica”, apoya un modelo de cooperación positiva entre el Estado y las distintas confesiones para casos concretos que sean polémicos. Elósegui ha prestado atención al modelo de laicidad abierta defendido por Charles Taylor y su discípulo Jocelyn Maclure, para quienes la neutralidad estatal no exige la expulsión de las creencias de la esfera pública; postura que coincide con la práctica de la mayoría de los países europeos.
La neutralidad estatal no exige la expulsión de las creencias de la esfera pública
En relación a su libro “La transexualidad” (1999), realiza un enfoque basado en la argumentación jurídica, a partir de casos que han dado lugar al pronunciamiento de altas instancias judiciales, haciendo un análisis de la jurisprudencia del Tribunal Supremo español sobre el cambio de sexo en el Registro Civil, la del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre los derechos de los transexuales y la del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la discriminación por razón de sexo y por orientación sexual.
Ella misma explica: “creo que hay posturas muy radicales tanto entre los conservadores a ultranza como en el feminismo radical respecto a la diferenciación o no entre hombres y mujeres. Ambos exageran por distintos motivos. Como muestro en el libro yo considero que el modelo de la corresponsabilidad e interdependencia entre los sexos es el modelo más equilibrado, más justo y más acorde a los derechos de hombres y mujeres.
Es verdad, a su vez, que el término género ha sido manipulado por ciertas ideologías como explico en el texto. Especialmente en las conferencias de Naciones Unidas se le ha querido dar un significado concreto siguiendo un modelo de las relaciones entre los sexos basado en ideologías del liberalismo anglosajón o en el marxismo, que aunque en sí sean planteamientos antagónicos, acaban uniéndose para defender unos mismos objetivos.”
Toda su labor de investigación en estos campos le servirá para aportar una visión racional y real a los temas a los que se tendrá que enfrentar, fuera de ideologías y políticas.
FUENTES: Aceprensa, Almundi
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